España

101 /962
iStock-1091550994. Dos semanas de recorrido multicolor

Foto: iStock

101 / 962

Dos semanas de recorrido multicolor

La Fiesta de los Patios de Córdoba recupera este año la fecha habitual de su celebración, durante la primavera, después de que en 2020 la pandemia de Covid-19 obligara a los cordobeses a trasladarla al mes de octubre. En esta edición, los patios se abren al público este lunes 3 de mayo y se podrán visitar hasta el domingo 16 de este mismo mes. Aunque no se necesita reservar entrada y la visita es libre y gratuita, se han establecido unos horarios que van de las 11.30 de la mañana a las 14 del mediodía, volviendo a abrir a las 18 de la tarde para cerrar a las 22 de la noche, con la excepción del último día del concurso, en el que se clausurará la edición de la fiesta de este año a las 20.30. Algunos de los patios que están fuera del concurso tienen un horario especial que se podrá consultar en la página web del evento.

A vista de pájaro

Foto: Turismo de Tenerife

102 / 962

Desde las alturas

En ese electrocardiograma que es el ascenso y descenso por paredes, rocas y salientes, la cumbre comienza a vislumbrarse cada vez más cerca. La violeta del Teide es una de las señales que avisa a los senderistas de su proximidad, y es que esta flor endémica de Tenerife que apenas se alza unos centímetros del suelo crece a partir de los 2.700 metros pintando a base de pequeñas motas liláceas los campos de lava hasta el pico.

Ya arriba, el paisaje es insuperable. Los colores ocres se funden entre sí dando lugar a una panorámica propia de otro planeta. En este punto deshacer lo andado sería una posibilidad, pero llegados hasta aquí la opción más divertida es saltar al vacío a bordo de un parapente, dejar que la adrenalina se apodere de cada músculo y disfrutar del paisaje con el volcán como telón de fondo. Descender lentamente al ritmo de los alisios mientras se va oteando en el horizonte algunos de los pueblos costeros es una de las experiencias más formidables que ofrece la isla que por su orografía y clima se ha convertido prácticamente en un estadio deportivo… natural.

La cara extrema del monte

Foto: Turismo de Tenerife

103 / 962

La cara extrema del monte

La laurisilva no solo encierra vida salvaje, también una cartografía marcada por los saltos, paredes y cuevas que perforan la montaña, como es el caso de la Cueva del Viento. Ubicada en el pueblo de Icod de los Vinos, hogar del conocido como Drago Milenario, la caverna ostenta el honor de ser el tubo volcánico más grande de Europa y el quinto mayor del mundo. Se formó hace aproximadamente 27.000 años cuando el exterior de un enorme brazo de lava se enfrió mucho más rápido que su interior. El resultado fue un enorme túnel de 17 kilómetros de profundidad que se adentran en las entrañas de la montaña de forma totalmente natural. Avanzar por el tramo habilitado a las visitas de poco más de un kilómetro de profundidad es hacerlo enfundado en un casco con linterna integrada mientras se observan con atención las formas caprichosas que la lava dibujó a su paso.

A las cuevas le acompañan uno de los sellos más reconocibles de la isla, los barrancos. Descender por las heridas de la tierra es una de las experiencias más demandas y es que la isla cuenta con infinidad de ellos desde los que lanzarse al vacío y dejar que la adrenalina recorra el cuerpo mientras el agua de una cascada te empuja hacia abajo.

Domando los alisios

Foto: Turismo de Tenerife

104 / 962

Domando los alisios

La ruta sigue en la superficie, pero sin salir del mar. De nuevo, los vientos alisios son los responsables de crear otra maravilla natural. Son ellos, junto con las bajas presiones atlánticas, los que han convertido los más de 300 kilómetros de costa en un auténtico patio de juego para los amantes del surf y el resto de modalidades como por ejemplo el kitesurf, la vela o el windsurf.

Tenerife cuenta en su haber con hasta doce olas diferentes como la Almáciga, la Machacona o la Derecha del Conquistador. Todas ellas distintas unas de otras, con paisajes tan dispares que van desde el fondo volcánico, el arrecife, las rocas o la arena. Aun así, pueden agruparse en dos grandes tipos: las del norte, que rompen bravas contra los arrecifes volcánicos y las del sur, de arena o roca, que son más accesibles para principiantes debido a la calma y serenidad de su oleaje.  

Zambullirse en Tenerife, literalmente

Turismo de Tenerife

105 / 962

Zambullirse en Tenerife, literalmente

En realidad, el Teide mide unos siete mil metros solo que aproximadamente la mitad se encuentran sumergidos bajo las aguas del Océano Atlántico. El volcán descansa cerca del límite donde los oceanógrafos marcan el inicio de las fosas abisales, alrededor de los 4.000 metros de profundidad. Resulta fascinante pensar en la cantidad y la diversidad de animales y plantas que viven a su alrededor, pero descubrirlos todos sería una tarea casi inabarcable, pues entre otros aspectos, exigiría embarcarse en un viaje más propio de Jacques Cousteau o James Cameron a bordo de pequeños submarinos.

Bajo el mar se esconden especies de todo tipo, desde grandes cetáceos como los calderones a gigantescas colonias de chicharros, jureles, caballas o sardinas que dejan a su paso un reguero de destellos plateados. A la colección se unen animales como la tortuga boba, que al igual que los turistas, llegan de zonas muy lejanas atraídos por la calidez de sus aguas. Estos animales cruzan el Atlántico desde Estados Unidos, México, Brasil o Cuba hasta el archipiélago canario, lo que se traduce en más de 6.000 kilómetros. Cinco meses después de haber emprendido el trayecto, ya en verano, los ejemplares están completamente asentados y observarlos es una delicia al alcance de cualquiera ya que se encuentran con relativa facilidad. Sorprenden también los angelotes por su forma de contonearse al nadar y su capacidad de mimetización, o las mantarayas que más que nadar parece que vuelen, o las anguilas jardineras, la morena picopato o los pequeños tiburones que añaden la dosis de adrenalina a la experiencia.

Tenerife cuenta con más de sesenta puntos de inmersión, que no solo atraen a advenedizos que quieren iniciarse en el buceo, sino también a algunos de los mejores apneístas del mundo, y es que dejando de lado su riqueza marina, los más de treinta metros de visibilidad y la temperatura media del agua que ronda entre los 19 grados en invierno y 26 grados en verano son otras de las grandes bazas con las que cuenta el litoral tinerfeño. 

senderismo-alto-fortaleza-parque-nacional-teide. 040

Foto: Turismo de Tenerife

106 / 962

El sendero con mayor desnivel de España

Como colofón a esta aventura, a finales de 2020 se inauguró la ruta 040, o lo que es lo mismo: el sendero con mayor desnivel de España. Más de 50 kilómetros de subidas y bajadas -de los cuales cerca de 28 son de ascenso- que unen el mar con el techo de Tenerife, como si un hilo trazara una línea una línea desde la orilla de la playa hasta la cumbre del volcán. La senda comienza a rás de mar, en la playa de arena negra del Socorro, en el municipio norteño de Los Realejos. Tras dejar atrás algún que otro poblado, el Teide comienza a hacer acto de presencia casi de manera inmediata y la pirámide volcánica ya no dejará de ser visible hasta coronar la cima. Hacerlo suele conllevar de media unas 12 horas aproximadamente o entre 4 y 6 si se quiere completar corriendo. Sin duda, un reto extenuante que requiere de una gran resistencia tanto física como mental, por lo que en la mochila no puede faltar el avituallarte con agua suficiente y con reserva energética y suplementación.

En continua ascensión

Foto: Turismo de Tenerife

107 / 962

En continua ascensión

Atrás queda la negritud con la que la lava pintó hace miles de años parte de las playas de la isla. Toca ganar altura y qué mejor manera de hacerlo que a golpe de pedal. La bicicleta puede resultar especialmente dura para los deportistas no experimentados ya que según la ruta que se elija se pueden llegar a batir los casi 4.000 metros de ascenso acumulado. Esta es una de las razones por las que algunos de los mejores ciclistas del momento, como el cuatro veces campeón del Tour de Francia, Chris Froome, lleva eligiendo año tras año Tenerife como el lugar donde poner su cuerpo a punto antes de las grandes citas. Afortunadamente, también existen rutas mucho más placenteras, travesías llanas que bordean los pueblos de casitas blancas a pie de mar, perfectas para familias que simplemente deseen dar un paseo en bicicleta.

Tras esta demostración de grandeza vegetal, llegan los bosques de laurisilva. Esta planta ancestral marca el punto donde termina la escalada en bicicleta y comienza otra aventura, la de dejarse atrapar por todos los estímulos que uno puede encontrar al adentrarse en un paisaje lunar absolutamente arrebatador. En esta franja que varía entre los 600 y 1.200 metros de altura suelen congregarse grandes mantos de nubes ocasionando lo que se conoce como ‘lluvia horizontal’. El penúltimo escalón está formado por los bosques de pinos canarios que cortan su ascensión prácticamente en la cumbre. Entonces, el paisaje cambia de nuevo y los árboles son sustituidos por especies adaptadas a climas muy secos como el tajinaste rojo, las retamas o las violetas del Teide.

Bordeando el litoral

Foto: Turismo de Tenerife

108 / 962

Bordeando el litoral

Es precisamente gracias al temperamento relajado del sur que uno puede echarse al mar sin temor a grandes riegos. En esta zona, la costa parece haberse tomado un relajante muscular porque las olas mueren en la orilla mansas, perfectas para transitar el litoral a bordo de una tabla de paddle surf o un kayak y descubrir lugares que de otra manera sería imposible encontrar.

Con los remos como único motor, la ruta deja al viajero postales de ensueño, como los acantilados de Los Gigantes, situados entre los municipios de Buenavista del Norte y Santiago del Teide. Las enormes paredes de roca parecen transportar la mente a un mundo primigenio, y de paso, te hacen sentir pequeño, terriblemente indefenso a expensas de los elementos. Pero el mar transcurre sosegado y la ruta prosigue dejando atrás cuevas y calas naturales siendo la Caleta de Adeje, Los Cristianos, Las Galletas o la Playa de las Teresitas algunos de los mejores lugares donde practicar este deporte panorámico.

Del turismo de sol y playa al turismo cultural

Foto: iStock

109 / 962

Del turismo de sol y playa al turismo cultural

En la última década, la cultura está siendo uno de los motores turísticos de Málaga y uno de los principales atractivos para los turistas más allá del modelo de sol y playa. Sostenido por dos artistas que llevan el sello malagueño bajo el brazo como son Pablo Picasso y Antonio Banderas, la ciudad ha fomentado el consumo cultural de tal manera que en los últimos veinte años, Málaga ha pasado de tener cuatro museos a tener cerca de cuarenta. Y es que no solo se traduce en museos, sino que el arte también ha sido la llave que ha permitido dar una nueva vida a barrios y edificios antiguos como la antigua fábrica de tabaco de Málaga y su barrio de Tabacalera, o el distrito de arte de la ciudad, Soho.

Transformación en verde

Foto: iStock

110 / 962

Transformación en verde

En términos de sostenibilidad, Málaga cuenta con casi 50 hectáreas de áreas naturales protegidas, 60 hectáreas de jardines botánicos, más de 400 hectáreas de espacios verdes y 5 playas. A los pulmones verdes, se le añaden otro tipo de iniciativas como la instalación de iluminación pública LED, la creación de carriles para bicicletas que en la actualidad suponen más de 40 kilómetros, el ahorro de agua gracias a la instalación de sistemas de riego inteligentes o la mejora de la contaminación, tanto ambiental como acústica.

Málaga, ciudad segura

Foto: iStock

111 / 962

Málaga, ciudad segura

“Aunque hemos definido la mejora de los protocolos sanitarios como un reto, Málaga ha demostrado ser un destino más que seguro” dice el Director General de Turismo y Promoción de la Ciudad, Jonathan Gómez Punzón, durante la presentación en la ITB Berlín, la feria del sector turístico más importante a nivel mundial. Y es que la ciudad de la Costa del Sol organizó varios congresos durante el último trimestre del año a los que acudieron más de 1.500 personas. ¿El resultado? Cero contagios.

Según él, el éxito de estas campañas se debe a los programas de detección masiva que ha desplegado la ciudad de Málaga, en los que se realizaron miles de pruebas de antígenos y test rápidos bajo la iniciativa “Nos cuidamos para cuidarte”, además de acompañarlo del resto de medidas sanitarias. También suma el hecho de que Málaga cuenta con una de las áreas peatonales más grandes de España, con puntos de interés a lo largo y ancho de ella, lo que en palabras de Gómez Punzón, hace que las personas no se concentren en el centro de la ciudad, sino que se repartan por toda el territorio y haya menos peligro de contagios.

Smart Tourism Initiative

Foto: Smart Tourism Initiative

112 / 962

Smart Tourism Initiative

Impulsados por la Comisión Europea en 2019, los premios European Capital of Smart Tourism responden a los nuevos desafíos y demandas de un sector en constante evolución como es el turismo, valorando la aparición de nuevas herramientas digitales, el desarrollo sostenible, la accesibilidad universal o el fomento de proyectos creativos en cuanto al patrimonio cultural. Una serie de preceptos que, según la organización, se engloban dentro de la estrategia de Málaga, ganadora -junto a Gotemburgo- de la edición de 2020.

Entre las mejores del mundo

Foto: iStock

113 / 962

Entre las mejores del mundo

Que Málaga reciba este galardón no es ninguna sorpresa. La ciudad andaluza lleva años cosechando títulos que la han posicionado entre las mejores del mundo. En 2016, el Eurobarómetro de la Comisión Europea la designó como una de las diez mejores ciudades del mundo para vivir, la única española que logró un puesto en el ranking. Pero los reconocimientos no vienen solo desde el continente europeo. En 2020, la lista Forbes la eligió como la décima mejor ciudad del mundo donde vivir e invertir.

El hogar del Homo Antecessor

Foto: iStock

114 / 962

El hogar del Homo Antecessor

Pero el museo más concurrido mira al Arlanzón desde la modernidad que le imprimió el arquitecto Juan Navarro Baldeweg. El Museo de la Evolución Humana abrió al amparo de los descubrimientos encontrados en el yacimiento de Atapuerca. Lo que expone no se cuenta por décadas sino por milenios. El Homo Antecessor es uno de sus tesoros: los fósiles de una especie homínida con más de 850.000 años. Además de un viaje a las excavaciones de la Gran Dolina y un paseo por la galería de los homínidos, se puede conocer a Miguelón, un Homo Heidelbergensis que tiene medio millón de años. Atapuerca se sitúa a solo 16 km de Burgos. Posee un museo y centro de visitantes proyectado también por Navarro Baldeweg. En sus salas, a través de grandes maquetas y planos, es fácil imaginar los trabajos realizados y ver los hallazgos arqueológicos. Existe un consenso entre la comunidad científica: este yacimiento es la puerta más valiosa que poseemos a nuestro pasado más remoto.
 

Entre monasterios y palacios

Foto: iStock

115 / 962

Entre monasterios y palacios

Las calles del centro y sus edificios señoriales, enaltecidos por galerías acristaladas, conducen a la plaza Mayor de Burgos, asimétrica, colorista y bulliciosa. Presidida por el Ayuntamiento, está rodeada de mesones. En la cercana Plaza de la Libertad se erige el palacio gótico de los Condestables de Castilla (siglo XV), conocido como la Casa del Cordón y transformado hoy en un activo centro cultural. En Burgos la historia nos rodea por todas partes.

Al otro lado del río el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas, fundado por Alfonso VIII de Castilla, el vencedor de la batalla de Navas de Tolosa, es un mausoleo de reyes y príncipes y atesora el Museo de Ricas Telas Medievales, la mayor colección mundial de tejidos de época. Las monjas gestionan una hospedería donde es posible quedarse hasta ocho noches a modo de retiro espiritual, sin más precio estipulado que la voluntad. En la misma orilla se alza la Casa de Miranda, palacio renacentista y sede del Museo de Burgos, que guarda colecciones sobre arqueología y bellas artes desde el Renacimiento al siglo xx, especialmente telas de artistas locales.
 

La vista más bella de las torres catedralicias

Foto: iStock

116 / 962

Entre murallas y estatuas

La muralla medieval se hallaba a lado y lado del Arco de Santa María (1553), una de las 12 puertas de la ciudad. El vestigio se alza en un extremo del Paseo del Espolón, un delicioso salón de estar paralelo al río, sombreado por plátanos y ambientado con cafés, veladores y encantadoras tiendas. El Espolón se extiende hasta el Teatro Principal, frente al que se alza la escultura del Cid, el segundo icono de la ciudad. 
 

El autómata que vive en la catedral

Foto: iStock

117 / 962

El autómata que vive en la catedral

Burgos es una ciudad deliciosa hecha para caminar. Y casi todos los paseos comienzan en la catedral, Patrimonio Mundial desde 1984, y un cofre lleno de tesoros y sorpresas. A los pies de la nave central, a la altura del triforio, se puede ver el Papamoscas, un autómata del siglo XVIII que abre la boca y mueve el brazo derecho para indicar las horas en punto. El Papamoscas es el elemento descreído de un templo tocado por la solemnidad. El cimborrio se eleva hacia los cielos de Burgos como una tercera torre catedralicia. Es una de las filigranas más bellas del gótico castellano y lo es, aún más, visto desde el interior. 

En la piel de María Sabina Suey

Foto: Visit València

118 / 962

En la piel de María Sabina Suey

Durante varias semanas, en 1937, el Santo Grial desapareció. Ante la amenaza de las milicias republicanas, María Sabina Suey, la encargada de limpiar la reliquia, se llevó la copa bajo ordenes del canónigo de València. A partir de ese momento, el Grial comenzaría una ruta impensable en el que acabaría escondido en los muelles de un sofá viejo, en el fondo de una caja de galletas e incluso emparedado en una cocina. Todo aquello sirvió para que la reliquia sobreviviera a la Guerra Civil y hoy es posible recrear una aventura parecida gracias al juego Tras las pistas del Santo Grial.

Ganador del premio FITUR Activo de este año, el juego utiliza la geolocalización con el objetivo de encontrar pistas y tesoros escondidos por toda la ciudad. La historia, que se conforma como una especie de gymkana digital, avanza a medida que el jugador completa los puntos de controles. Para comenzar la aventura, tan solo es necesario descargar el juego que se encuentra disponible tanto en Android como en iOS. Al finalizar, los participantes recibirán un código que les permitirá obtener el ‘Kit Grial’, formado por artículos oficiales de la experiencia y una entrada gratuita a Aula Grial.

 

El legado de Carlos V

Foto: Rutas culturales de España

119 / 962

El legado de Carlos V

Conocido como el Emperador o el César, Carlos V vivió siempre con un lema grabado a fuego en su mente: plus ultra, es decir, más allá. Su visión expansionista e insaciable le llevó a ser el rey de dos imperios, y como no podía ser de otra manera, su legado es incalculable. Hoy su huella es visible en más de 80 ciudades de más de una decena de países, aunque España tiene la suerte de ser uno de los epicentros donde más lugares de interés concentra, desde construcciones, castillos y murallas por el ancho de Castilla hasta multitud de pueblos donde se sigue recordando su figura mediante fiestas y recreaciones históricas que aglutinan a centenares de personas y que hoy, son un reclamo turístico más del turismo rural e histórico.    

Caminos de pasión

Foto: iStock

120 / 962

Caminos de pasión

A pesar de su carácter eminentemente religioso, la Semana Santa es una de las festividades más populares en España y su mejor carta de presentación es que atrae a miles de personas cada año, creyentes y no creyentes. Pero si en algún lugar se vive con especial ilusión, es en Andalucía. La pasión y la creencia se fusionan llegando a un estado de catarsis muy singular. Son dos de los conceptos que aúnan Caminos de pasión, una ruta alrededor de diez municipios de tres provincias diferentes en los que además de experimentar los encantos de la Semana Santa, el viajero se sumerge de lleno en la historia, la tradición, la gastronomía y la naturaleza del lugar.

Camino del Cid

Foto: shutterstock

121 / 962

Camino del Cid

El mejor mapa que existe para completar este viaje sin perderse ni un detalle es un poema, y es que a través del Cantar de mío Cid uno puede deshacer lo andado por el mítico caballero español recordando sus gestas que tuvieron lugar a finales del siglo XII. El sendero transcurre a lo largo de 1.400 kilómetros de longitud entre castillos y vastos paisajes donde el célebre campeador protagonizó batallas épicas. Debido a su enorme extensión está divido en rutas más pequeñas aunque el camino completo empieza en Burgos y termina a orillas de del Mediterráneo, en Valencia. A su paso multitud de espacios naturales, lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y, sobre todo, localidades rurales y pequeños pueblos en los que disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad.

Ruta de la Plata

Foto: iStock

122 / 962

Ruta de la Plata

A pesar de lo que su nombre pueda dar a entender, la ruta de la plata no tiene ninguna relación con el preciado metal. Su nombre deriva del árabe Balata, que significa camino empedrado. Así es, esta ruta es un sendero construido en tiempos del Imperio Romano y que vertebra la península de Norte a Sur durante más de 800 kilómetros dejando a su paso Asturias, Castilla y León, Extremadura y Andalucía. Durante siglos se convirtió en una importante arteria de comunicación, utilizaba para transportar mercancías, aunque también como vía de paso para pastores, comerciantes y soldados. Con el tiempo, el poso que han ido dejando otras culturales a lo largo de la ruta la han transformado no solo en un museo al aire libre del estilo de vida romano sino como el altar donde admirar el legado prerrománico asturiano o el barroco sevillano, entre otros ejemplos.

Arte rupestre prhistórico

Foto: iStock

123 / 962

Arte rupestre prehistórico

Llena de simbología espiritual y referencias a la naturaleza, el primer arte de la humanidad dejó su huella en España de manera contundente, pues son muchos los lugares en los que es posible observar a los primeros cronistas de la historia. Siendo las cuevas de Altamira el buque insignia de esta ruta, España alberga en la actualidad hasta 12 recorridos oficiales que alternan paisajes subterráneos como cuevas y otro tipo de refugios o al aire libre. Pero más allá de las cavernas y el recuerdo de los bisontes pintados en las paredes, esta ruta es un viaje holístico al pasado, desde visitar yacimientos, museos hasta centros de interpretación y parques arqueológicos/culturales.

Castillode la Suda

Foto: Turismo de Tortosa

124 / 962

Castillo de la Suda

Junto a su catedral y los reales colegios, el castillo es uno de los principales monumentos históricos de Tortosa. Su construcción se remonta al siglo X bajo el califato de Abderramán III, siendo un testimonio clave de la presencia andalusí en Tarragona. Gracias a ellos, la fortificación cuenta con la única necrópolis islámica a cielo abierto de Cataluña. Tras la reconquista, el fuerte pasó a manos de los condes de Barcelona y más tarde, de la corona de Aragón, quienes hicieron de este baluarte su residencia real. 

Además de palacio para la nobleza, el castillo también sirvió como prisión, como sede templaria, incluso como Tribunal de Justicia. Hoy en día es el actual parador de turismo de Tortosa, y solo se conserva la parte meridional del edificio. Como curiosidad, su nombre procede del pozo que se excavo en su interior y que recoge el agua directamente del río Ebro.

Castillo de Cardona

Foto: Shutterstock

125 / 962

Castillo de Cardona

Hoy convertido en hotel, el castillo fue la residencia de la segunda familia más influyente del antiguo reino de Aragón. Conocidos como los ‘reyes sin corona’, los señores de Cardona se asentaron en lo alto de la comarca del Bagés después de hacerse con la explotación del oro blanco, y es que durante siglos, las entrañas de los cerros que baña el río Cardoner contenían toneladas de sal, una de las materias primas más demandadas durante la Edad Media. La sal fue el origen de su poder, de su fortuna y de la construcción de esta fortificación, que data del siglo IX.

Del edificio destaca la torre de la doncella y la colegiata San Vicente, una de las joyas del románico lombardo catalán. A raíz de los conflictos con Francia, el castillo fue cediendo su función residencial para convertirse en una fortaleza. Prueba de ello, es la corona de baluartes que rodea al castillo.

Castillo de Begur

Foto: iStock

126 / 962

Castillo de Begur

En 2019, el castillo de Begur cumplió nada más y nada menos que mil años. Construido en el siglo XI en lo alto de uno de los pueblos más bellos de la Costa Brava, la fortificación como muchas otras llegó a ser propiedad de los condes de Barcelona, aunque al poco tiempo le transfirió la propiedad a Bernat de Cruïlles, barón de Begur, que lo conserva hasta el siglo XVII cuando lo vende al Ayuntamiento. Ya en manos de la administración, la fortaleza sufrió los envites de varias guerras que mermaron su estructura, aunque en la actualidad se conserva en buen estado.

Sin duda, su posición privilegiada en la cima de Begur le confiere unas vistas únicas del litoral catalán, y es que desde el castillo se puede observar las Islas Medas, la desembocadura del río Ter, Palamós e incluso el Cap de Creus.

Castillo de Tossa de Mar

Foto: iStock

127 / 962

Castillo de Tossa de Mar

Declarado monumento histórico-artístico nacional en el año 1931, el castillo de Tossa es el único ejemplo de población medieval amurallada que permanece en pie en Cataluña. Situado en primera linea de mar, el baluarte dibuja una defensa casi inexpugnable que durante siglos hizo frente sobre todo a los piratas, aunque no fueron pocos los que intentaron dominar la villa que en su momento álgido, tan solo consiguió reunir cerca de ochenta casas, la mayoría de las cuales se levantaron aprovechando las murallas. En cuanto a la fortificación, el castillo cuenta con cuatro torreones y tres torres cilíndricas que se alzan como gigantes sobre la arena de la playa. Una de las más conocidas es la torre de las horas, que albergaba el único reloj público de la localidad. La otra, sin duda, es la torre de es Codolar, que da acceso a una pequeña cala por la cara inversa a la playa grande. 

 

Castillo de Perelada

128 / 962

Castillo de Perelada

Perelada, una localidad del Alto Ampurdán (Gerona) ya poseía una fortaleza en el siglo IX, aunque por aquel entonces respondía al nombre de castillo Tolón, o la casa de Castro Tolón, pero en 1285 la fortificación fue destruida junto al resto del pueblo como resultado de la cruzada contra Cataluña liderada por el rey de Francia Felipe ‘El Atrevido’.

El castillo actual no se construyó hasta cinco siglos más tarde, que pasó a ser la residencia oficial de la familia Rocaberti hasta el siglo XIX cuando se marchan a París. Durante ese período, al castillo se le suman las dos torres principales que dan acceso al interior del fortín, la fachada de estilo renacentista, la construcción del parque y la incorporación posterior del lago.

Llegan las apuestas

En 1923, el empresario catalán Miquel Mateu i Pla se hace con la posesión del castillo y decide convertirlo en la sede de sus colecciones de arte, vidrio, cerámica, pintura y manuscritos, además de construir una espectacular biblioteca en su interior que lo ensalza como un centro de cultura. Sin embargo, tras la legalización de los juegos de azar al terminar el franquismo, el empresario obtiene una licencia y desde entonces, también es la sede del casino de Perelada.

Castillo de Sant Ferran

Foto: Creative Commons

129 / 962

Castillo de Sant Ferran

El nombre de Salvador Dalí es sin duda el gran reclamo de Figueres, la capital del Ampurdán. Su obra y su legado hacen sombra a cualquier otro elemento, sin embargo, la localidad posee otras atracciones dignas de ser reconocidas por sí mismas como los tres parques naturales que la rodean o el castillo de Sant Ferran. Situado sobre una colina, una hilera infinita de baluartes conforma el monumento de mayores dimensiones de Cataluña y la mayor fortaleza de época moderna más grande de Europa.

Como ya ocurriera con el castillo de Montjuïc, el ingeniero militar Juan Martín Cermeño fue uno de los encargados de diseñar esta mole en 1753, construida como barrera defensiva contra posibles invasiones del ejército francés. Entre sus descomunales cifras, la fortaleza cubre una extensión de 32 hectáreas, tenía capacidad para albergar a más de 6.000 hombres, casi 500 caballos en las caballerizas y hasta 9 millones de litros en las cisternas subterráneas.

Marcado por la guerra civil

En plena contienda, el fuerte fue el lugar donde se refugiaron hasta 62 diputados de la República. Siendo tal el aforo republicano, el presidente de aquel momento, Juan Negrín dio su último discurso entre las murallas. También fue el lugar donde se reubicaron gran parte de la pinacoteca del museo del Prado con el objetivo de salvaguardar las obras. Tras la victoria del bando franquista, el castillo de Sant Ferran se convirtió en un enorme campo de concentración para los prisioneros republicanos que habían sido capturados en Francia.

Castillo de Púbol

Foto: Shutterstock

130 / 962

Castillo de Púbol

Dalí dejó una impronta imborrable en la historia del arte, y a su paso, cientos de lugares en el mapa que hoy se han convertido en centros de peregrinación para aquellos que quieren escudriñar en la vida y obra del genio catalán. Un ejemplo son los estudios en el barrio parisino de Montparnasse donde comienza a explotar como artista o su residencia -hoy museo- en Figueres.

Pues bien, uno de los lugares menos conocidos donde el artista vivió con su amada Gala Dalí fue en el Bajo Ampurdán, cerca de la pequeña localidad de Púbol. Todo comenzó en la Toscana tres décadas antes de recaer al fin en aquel castillo medieval. Dalí le prometió a su amada comprarle un palacio pero ante el temor de tenerla tan lejos de él, finalmente trasladó su promesa a Cataluña.

Un castillo digno de su amor

El propio Dalí lo expresó así cuando tuvo que justificar la compra del castillo: “Cuando me paseo por esta casa, me miro y veo mi concentricidad. Me gusta su rigor moruno. Me faltaba ofrecer a Gala un estuche más solemnemente digno de nuestro amor. Por ello le regalé una mansión edificada sobre los restos de un castillo donde ella reina como soberana absoluta, hasta el punto de que yo no la visito si no es con una invitación escrita de su mano.”

Construido en el siglo XI, el artista adquirió el baluarte en 1969 en unas condiciones pésimas. Los muros agrietados, el jardín desaliñado y los techos hundidos no obstante, le conferían un aura romántica que atrajo al artista desde el primer momento. Manteniendo esa atmósfera misteriosa, casi decrépita, Dalí lo restauró dando su toque surrealista al espacio medieval. En la actualidad, el cuerpo de Gala sigue descansando en el castillo de Púbol, en el sepulcro que el propio Dalí diseñó, y que a pesar de su insistencia, él no pudo acompañar.

Castillo de Montjuïc

Foto: iStock

131 / 962

Castillo de Montjuïc

Antes de que se construyera el famoso castillo en lo alto de Barcelona, la cima de Montjuïc ya lucía otra fortificación. Se trataba de una atalaya primitiva que, aprovechando su ubicación frente el mar, servía como una especie de faro para los navegantes. Más tarde, a mediados del siglo XVII se construye la primera fortaleza digna de ser llamada como tal, fruto de la Guerra de los Segadores, aunque aún distaba mucho de ser el castillo que domina hoy en día la ciudad condal. Como resultado del conflicto el monumento quedó gravemente dañado y se encarga entonces la restauración al ingeniero militar Juan Martín Cermeño.

Es en ese instante cuando adopta la categoría de castillo que se ha mantenido hasta la actualidad. Cermeño construyó el foso, levantó las murallas y le dotó de artillería y otro tipo de servicios necesarios. Aunque ese ha sido el aspecto que se ha mantenido hasta ahora, el castillo ha tenido que ser restaurado en varias ocasiones debido a los desperfectos generados por los bombardeos de Barcelona durante la Guerra Civil española. Todas esas experiencias le han hecho convertirse en un símbolo de resistencia, pero también un lugar histórico siendo el fusilamiento del presidente catalán Lluís Companys el hecho más recordado en la historia del emblemático baluarte.

Castillo de Miravet

Foto: iStock

132 / 962

Castillo de Miravet

A su curso, el Ebro deja estampas de postal como el pueblo de Miravet, en Tarragona. Las fachadas de piedra sin pintar se mimetizan con los trozos de peñascos desnudos, y en lo alto del pueblo, un castillo construido por los templarios otea el horizonte con autoridad. Reconstruido en 1153 sobre una antigua fortaleza de origen andalusí, el edificio es uno de los mejores ejemplos arquitectónicos de la Orden de los Templarios en Europa, a pesar de que aún conserva muchos detalles de estilo árabe. Aunque baluarte fue fruto de la reconquista, eso no quiere decir que el futuro fuera mucho más pacífico. Tras la cruzada, la fortificación tuvo que hacer frente a múltiples envites como la Guerra de los Segadores, la Guerra de Sucesión, la guerra contra los franceses, las Guerras Carlistas o la Batalla del Ebro. Sin embargo, el fortín sigue en pie y en un estado casi excelente, demostrando su entereza a lo largo de nueve siglos.

Castillo de Tamarit

Foto: iStock

133 / 962

Castillo de Tamarit

Situado en mitad de una pineda y con vistas privilegiadas al Mediterráneo, la historia del castillo de Tamarit se retrotrae al siglo XI. En un principio, la propiedad pertenecía a los condes de Barcelona, aunque rápidamente pasó a manos de la familia Claramunt. Tres siglos más tarde, y ante el temor a posibles incursiones piratas se construyeron las murallas y las torres que bordean la fortaleza, algo que además de reforzar su estatus defensivo, la convirtió en un punto seguro del incipiente comercio mediterráneo.

A punto de ser incendiado

Desde su construcción, el castillo tuvo que hacer frente a un sinfín de batallas pero fue durante la Guerra Civil cuando estuvo cerca de vivir su episodio más trágico. Durante la contienda, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) se planteó seriamente la idea de prender fuego a la fortaleza tal y como ya habían hecho anteriormente con otros monumentos de alrededor como en Altafulla. Afortunadamente, el plan se detuvo cuando descubrieron que el propietario del castillo era el norteamericano Charles Deering.

Empresario y filántropo, el magnate estadounidense fue durante muchos años mecenas de Ramón Casas y Santiago Rusiñol, además de haber mandado construir otro edificio histórico en tierras catalanas: el palacio Maricel, en Sitges. El plan se detuvo nada más conocerlo y gracias a ello, piezas de valor incalculable como el retablo barroco que aún se conserva en la iglesia del castillo se salvaron de quedar reducidas a cenizas.

j

Foto: Abalos+Sentkiewicz

134 / 962

Estación de Logroño

El ferrocarril llegó a Logroño en 1863 de la mano del general Espartero. Desde entonces, la ciudad ha tenido cuatro estaciones distintas. En 1958 se inauguró una nueva estación adaptada a los nuevos tiempos y se mantuvo hasta 2010 que fue derribada. Ese mismo año, se construyó una provisional justo al lado de la antigua hasta que la actual estuviera construida. No tardó mucho, un año más tarde se inauguraba la nueva estación, que a diferencia del resto estaría soterrada. En total, más de 1.400 metros de línea férrea que quedaron opacados bajo tierra, a los que la ciudad ganó en forma de parques y zonas verdes.

 

¿Qué la hace singular?

Justamente, el soterramiento y la reestructuración de la estación le ha valido a Logroño para ser nominada a los ‘Nobel’ europeos de arquitectura, los premios Mies Van Der Rohe. En palabra del Colegio Oficial Arquitectos de La Rioja (COAR), la nominación viene después de haber eliminado la brecha que dividía la ciudad y crear en su lugar un gran parque que favorece y aumentará el bienestar social.

Estación de Santa Justa

Foto: Creative Commons

135 / 962

Estación de Santa Justa

A primera vista, la estación de Santa Justa no tienen ninguna conexión aparente con el estadio de la Peineta (actual estado del Atlético de Madrid) o el Rijksmuseum de Ámsterdam, pero todos ellos tienen un nexo en común: Antonio Cruz y Antonio Ortiz. Ellos fueron los arquitectos encargados de dar forma a estos tres proyectos que hicieron historia, aunque todos por motivos muy distintos. En el caso de la estación ferroviaria, situada en la capital andaluza, fue por centralizar por primera vez las líneas de ferrocarril que hasta ese entonces habían operado en San Bernardo y la Plaza de las Armas. Desde ese momento, a la estación de Santa Justa se le conoce como la Catedral del Tren, y no es para menos ya que al año recibe a más de 13 millones de pasajeros convirtiéndose así en la tercera estación más importante de España.

 

¿Qué la hace singular?

El 14 de abril de 1992 se celebró el primer viaje en AVE en España, que lo inauguró el rey Juan Carlos en el trayecto que le llevaría desde Madrid hasta la estación de Santa Justa. De se modo, se convertía en parte de la historia ferroviaria y marcaba un antes y un después en el transporte terrestre, situando a España al mismo nivel que Francia, Alemania e Italia.

Dejando de lado el hito de la alta velocidad, la estación ha recibido el Premio Helios de la UE por la eliminación de barreras, el Premio Brunel de Arquitectura y el primer premio concedido por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.

Estación Abando Indalecio Prieto

Foto: Shutterstock

136 / 962

Estación de la Concordia

Antes de que el museo Guggenheim aterrizara en Bilbao y cambiara por completo la imagen de la ciudad, la fachada de la estación de la Concordia era uno de los escasos ejemplos arquitectónicos que rompía con la estética industrial que se había adueñado de la rivera del Nervión. Hasta ese momento, la mayor de parte de los edificios no se construían con una vocación arquitectónica ni un gusto especialmente refinado, sino que respondían a un estilo puramente funcional. Construida a principios del siglo XX, se eligió un terreno estratégico para levantar la estación, de hecho, tal es así que los carlistas escogieron ese solar para bombardear la ciudad. Más allá de su valor estratégico para fines bélicos, la estación sigue siendo un lugar clave para la ciudad y es que no hay mejor entrada a Bilbao. Situada a escasos metros del río que divide el resto de la capital vasca con el casco viejo, la estación se encuentra frente al espectacular teatro Arriaga.

Sin embargo, pese a su importancia se le conoce popularmente con el nombre de otra ciudad y no es otro que la de Santander. El origen se debe a que la primera línea conectaba ambas ciudades en menos de cuatro horas, favoreciendo el comercio a la vez que ofrecía mayor seguridad al tráfico de pasajeros.

 

¿Qué la hace singular?

En un futuro cercano, la estación de la Concordia dejará de recibir pasajeros más de cien años después. Afortunadamente, su fachada se conservará. De estilo modernista, está considerada como uno de los patrimonios más genuinos del Bilbao de la Belle Époque, no solo por su belleza sino por haber sido la pieza clave a partir de la cuál la ciudad comenzó a desarrollar un gusto estético en cuanto a arquitectura se refiere. En su interior además destaca una gran vidriera con motivos de la vida y costumbres tradicionales de la Villa como por ejemplo, la estación de São Bento, en Oporto.

Estación de Toledo

Foto: iStock

137 / 962

Estación de Toledo

Si Toledo tiene una estación como la actual es, en parte, gracias a su histórica relación con la monarquía española, y es que fueron los constantes viajes de Alfonso XIII a la antigua capital los que provocaron que el rey impulsara la construcción de una estación acorde con la monumentalidad de la ciudad castellana. Dicho y hecho, a finales de 1918 se terminaban las obras dejando a la vista un edificio que bien podría ser el palacio de algún rey árabe. De estilo neo mudéjar, toda la estructura está decorada con arcos polilobulados y almenas escalonadas. Y, aunque la estación nunca llegó a inaugurarse como tal, alguno de sus primeros pasajeros fueron nada menos que los ganadores del Nobel, Santiago Ramón y Cajal y Marie Curie.

 

¿Qué la hace singular?

Más que una estación, la de Toledo podría ser considerada como una pieza de orfebrería y es que el arquitecto Narciso Clavería encargó las piezas a algunos de los artesanos más reconocidos del momento para que diseñaran hasta el más mínimo detalle del edificio, desde ceramistas o vidrieros, hasta carpinteros y forjadores de hierro. El resultado es un monumento que trasciende más allá de su función práctica. Es por ello que desde 1991, la estación de Toledo está catalogada como Bien de Interés Cultural e integrada en el Patrimonio Histórico Español.  

Estación de Francia

Foto: iStock

138 / 962

Estación de Francia

Históricamente, Barcelona se ha ido construyendo a base de grandes actos. Los juegos olímpicos fue uno de ellos, quizás el más importante, y permitió que la capital catalana se abriera al mar. Otro ejemplo fue la celebración de la Exposición Universal de 1929, que trajo consigo monumentos icónicos como el Palacio de Montjuïc, hoy actual sede del Museo Nacional de Arte Contemporáneo (MNAC) o la estación de Francia.

La monumentalidad en este caso no se discute, y es que la estación consta de doce vías y siete andenes, diseñados inicialmente para acoger trayectos de larga distancia. De hecho, fue la primera estación en España en conectar la península con Francia. Sin embargo, su importancia en la escena ferroviaria se ha reducido hasta el punto de que su cierre se ha propuesto varias veces en las últimas décadas, en parte, porque gran parte de su tráfico haya quedado traspasado a la estación de Sants.

 

¿Qué la hace singular?

A nivel arquitectónico, la estación llama la atención por esa estética de película antigua. Construida a partir de la llamada arquitectura de hierro, el edificio está coronado por una doble marquesina metálica y curvada, con tragaluces superiores -al igual que Atocha- que dibujan un mosaico de luces y sombre en el interior. No obstante, el gran atractivo no son los trenes ni la estación en sí, sino la multitud de búhos que han colonizado los tejados de la estación. Pero no llegaron allí casualmente, sino que se colocaron con el objetivo de ahuyentar a las palomas. Con el tiempo, estas aves han hecho de la estación su hogar y en la actualidad son uno de os elementos más fotografiados.

Estación de Atocha

Foto: iStock

139 / 962

Estación de Atocha

Inspirado por la arquitectura de hierro que había visto en la Exposición Universal de París de 1867, el ingeniero francés Henri Saint-James llevó a cabo el proyecto diseñado por Alberto de Palacio y Elissague, colaborador de Gustave Eiffel. Pero antes de que eso ocurriera ya existía una estación en ese mismo lugar, aunque en 1851, fecha en que partió el primer tren de Madrid en dirección a Aranjuez, a aquel edificio se le conocía como el embarcadero de Atocha y no era más que un sencillo local con andenes de madera que más tarde quedaría consumido por un terrible incendió que lo redujo a cenizas. Llegó entonces la construcción de la estación de Atocha, mucho más segura gracias a su estructura de hierro, y se mantendría así hasta que a finales del siglo pasado se procediera a reformarla. De hecho, no solo se remodeló sino que se dividió en dos estaciones, una destinada a los trenes de cercanías y la segunda dirigida únicamente a los trenes de Alta Velocidad Española (AVE) que por aquel entonces comenzaban su andadura por la península.

 

¿Qué la hace singular?

Más allá de su antigüedad y de ser la estación con más tráfico de pasajeros del país, Atocha destaca y curiosamente no es por los trenes, sino por el gran invernadero que pinta de verde el interior. Inaugurado en 1992, el arquitecto Rafael Moneo transformó el antiguo edificio en un vergel de 4.000 metros cuadrados que alberga más de 7.200 plantas de 260 especies distintas procedentes de los cinco continentes. Además, la selva improvisada fue el hogar de varias tortugas de las galápagos que vivieron allí hasta que en 2018 se decidiera retirarlas y trasladarlas a un centro de recuperación de fauna salvaje después de que muchos pasajeros acosaran a los animales o utilizaran el espacio para abandonar otro tipo de tortugas.

Estación de Canfranc

Foto: iStock

140 / 962

Estación de Canfranc

Apodada por muchos como la estación de tren más bella de España, el imponente edificio fue resultado de la alianza entre Francia y España por crear un paso transfronterizo a través de los Pirineos. El proyecto se inició tras la publicación -en 1853- de un manifiesto que pedía la construcción de una línea que uniera Madrid con París, aunque no se materializó hasta 75 años después, gracias a la perforación del túnel de Somport, que unía ambos países.

Durante los primeros años, la estación vivió una etapa dorada gracias al tráfico constante de pasajeros y mercancías procedentes de toda Europa. Sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y los desacuerdos políticos con el país galo provocaron el cierre prematuro, tan solo 21 años después de haber sigo inaugurada. En la década de los cincuenta se decide retomar la actividad ferroviaria hasta que en 1970, el descarrilamiento de uno de los trenes en la zona del puente de L’Estanguet provocó el cierre total. Desde entonces la estación ha permanecido cerrada, aunque se organizan visitas guiadas.

 

¿Qué la hace singular?

La Estación Internacional de Canfranc es especial por varios motivos. El primero es que en el momento de su inauguración, llegó a ser considerada la segunda estación más grande de Europa por detrás de la estación de Leizpig. No obstante, construir semejante edificio a los pies de los Pirineos no fue tarea sencilla, de hecho, hizo falta modificar el curso del río Aragón para encontrar el terreno que acogiera el edificio modernista de más de 240 metros de longitud.

Pero si hay algo que la hace tremendamente interesante es su historia. Por sus andenes pasaron espías y contrabandistas de un lado y otro de la frontera. La estación conjugó los años de máximo esplendor con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española. Fue justamente durante esa época cuando ocurrieron los hechos más determinantes de la historia de la estación. Hitler, conocedor de su valor estratégico, lideró el paso de trenes cargados con oro y wolframio, aunque en ese mismo momento, cientos de judíos aprovecharon el paso para buscar refugió en la península. 

Priemra parada, la estepa castellana

Foto: Creative Commons

141 / 962

Primera parada, la estepa castellana

El rey Carlos III encargó a Goya una serie de tapices bajo el título Pinturas de asuntos jocosos y agradables, aunque a juzgar por su contenido, de agradable y jocosa no tiene nada. El genio aragonés decidió ser fiel a su espíritu cronista y plasmó en La Nevada (1786), uno de los inviernos más duros y realistas de la historia del arte. Por el momento, la ubicación exacta del paisaje de esta obra que puede verse en el Museo Nacional del Prado es un enigma, ya que no se conoce con exactitud el lugar por donde está compañía deambula pero a juzgar por el contexto, es muy posible que tuviera lugar en algún campo de la estepa castellana.

Cinco hombres tratan de avanzar pese a la ventisca y el frío. Por sus mantas, se sabe que los dos primeros personajes son zamoranos y el último de la triada, valenciano. Se resguardan inútilmente de las bajas temperaturas que han terminado por eliminar cualquier ápice de vida silvestre a su alrededor. Su única fuente de alimento se encuentra tras de ellos. Allí, cargado a lomos de una mula, un cerdo yace inmóvil que gracias al frío gélido se conserva perfectamente. 

Teide

Foto: iStock

142 / 962

Teide: teleférico volcánico

Ríos de lava, cráteres y rocas de formas curiosas compone el singular paisaje que rodea el volcán Teide, protagonista absoluto del parque nacional que lleva su nombre en la isla canaria de Tenerife. Un teleférico sube en apenas 8 minutos hasta los 3555 m y permite acercarse a la cumbre –su ascensión está restringida a un número limitado de personas al día y requiere de un permiso oficial– o asomarse a miradores que, en los días claros, descubren el perfil de las islas cercanas como la Gomera, el Hierro, La Palma y Gran Canaria.

 
Abadía Retuerta LeDomaine

Foto: Abadía Retuerta Le Domaine

143 / 962

Ora et non labora

Acunada por el río Duero y resguardada por hectáreas de viñas, esta antigua abadía cisterciense es un templo del relax. A apenas media hora en coche de Valladolid, hospedarse en la Abadía Retuerta Le Domaine es un viaje al pasado en el que disfrutar del poso de la historia y la calma secular de Castilla. Son apenas 30 habitaciones en este complejo de cinco estrellas, que añade una piscina al aire libre, así como un spa en el que hay diversos tratamientos, desde originarios del Tíbet a tratamientos a base de vino y aceite, gérmenes de de estas tierras. Además, sus alrededores invitan al esparcimiento y a caminar, siguiendo la senda del Duero. El colofón perfecto es el restaurante El Refectorio, capitaneado por Marc Segarra, que lejos de la austeridad clerical, consiguió una estrella Michelin con una cocina creativa, respetando el producto local. Sólo disponible para cenas, la propuesta entronca con La Vinoteca, en la que la sencillez de la cocina castellana se emparenta en forma de raciones y platos para compartir.

Zahara de los Atunes tiene una de las mejores playas de Cádiz. Foto: iStock

144 / 962

Playa de Zahara de los Atunes, la joya de la costa de Cádiz

Zahara de los Atunes es la joya gaditana o el paradigma de la Costa de la Luz. De hecho, si solo se tuvieran unas pocas horas para conocer las playas de Cádiz, ésta zona sería imprescindible. Son kilómetros de hermosas playas de arena clara y fina que van desde el mismo pueblo hasta el Cabo de Gracia. Conforme más al sur, dejando Barbate hacia Tarifa, la playa se va haciendo más salvaje. Desde playa del Carmen, accesible y llena de servicios hasta Playa del Cañuelo, la más pequeña y virgen de todas, un universo playero maravilloso.

Foto: iStock

145 / 962

Playa de Camarón, el secreto de Chipiona

Esta playa de simpático nombre ocupa un bello paisaje de dunas y vegetación declarado como zona protegida, así que el acceso se hace a través de plataformas de madera: protegen a la vez que quedan muy vistosas para los selfies playeros. No hay que salir corriendo si ve a algún que otro camaleón andar lento sobre la ardiente arena; en todo caso, esta es su casa. Y de hecho, hay hasta un centro de interpretación camaleónico cerca de la entrada a la playa. Otra curiosidad: al bajar la marea, quedan al descubierto los corrales de pesca del camarón… de ahí el nombre de la playa.

146 / 962

Playa de Regla (para cosmopolitas en chanclas)

Se ve tan familiar y concurrida, con sus chiringuitos a pies de paseo y las tumbonas y parasoles que resulta difícil imaginar que esta playa, en realidad, guarda algunos secretos. A finales del S. XIX, la playa de Regla, en Chipiona, fue escogida por sus aguas curativas para fundar el Primer Sanatorio Marítimo de España, el Sanatorio de Santa Clara, en el año de 1897 donde se trataron numerosos tuberculosos. No fue cosa de milagro, si no de yodo, que parece ser que se encuentra en altas dosis en el mar. Pero es que, además, hay cerca un faro histórico que se remonta a eso del año 140 a. C. Eso sin contar con la evidente presencia del  Monasterio de Nuestra Señora de Regla. Vaya toda una lección de historia. La temporada playera alarga hasta la festividad de la Virgen de Regla, el día 8 de septiembre, cuando la playa se llena de ambiente festivo.

Foto: iStock

147 / 962

La Fontanilla (para foodies con arena)

El gran atractivo de Conil de la Frontera son sus playas, y es que tiene cerca de 14 kilómetros de arena fina bañada por el Atlántico. La de Fontanilla es la más famosa y concurrida por sus aguas calmas, ideales para familias con peques, y por su entorno natural. Pero resulta que foodies de todo el mundo, sobre todo durante la temporada de la almadraba del atún rojo, le tienen el ojo puesto a este lugar. Sin ir muy lejos de la arena, se encuentran dos clásicos: el Restaurante La Fontanilla y el restaurante Francisco La Fontanilla. En el municipio hay muchos otros restaurantes para disfrutar del atún, los pescados y arroces.

Playa del Faro de Trafalgar. Foto: iStock

148 / 962

Playa del Faro de Trafalgar, la más salvaje de Cádiz

Las playas de Barbate son un clásico del verano gaditano. Una de ellas es la playa del faro de Trafalgar, que parece recién salida de un anuncio playero perfecto. Eso sí, conforme se accede por la pasarelas de madera que protegen el entorno, se ve un cartel:  “Zona Peligrosa: prohibido el Baño”. Así es, será una belleza, pero hay que ir con cuidado, donde sus bajíos y arrecifes pueden provocar remolinos y turbulencias. Frente a estas peligrosas costas se libró en 1805 la famosa batalla naval que enfrentó al almirante inglés Nelson contra una coalición de barcos franceses y españoles, en 1805. Basta ir a Londres para recordar quién ganó la batalla.

Playa de Valdevaqueros,, una de las más bonitas de Cádiz.Foto: iStock

149 / 962

Playa de Valdevaqueros, donde quedarse tumbado no es una opción

Si se quiere experimentar con el ambiente surf de Tarifa, esta es la playa perfecta. De hecho es fácil encontrarla: decenas de cometas ponen color al azul del cielo como si fueran el haz de luz de un faro. La Playa de Valdevaqueros se ha convertido en la Meca del windsurf y el kitesurf de Cádiz y hasta ella llega un ingente ejército de deportistas atraídos por las olas, el viento y el entorno semisalvaje. Por supuesto, le dan un toque de frescura a la playa difícil de encontrar en otras playas de Andalucía. Hay conciertos, barbacoas, mojitos y, por supuesto, muchas velas. Además, como la de Bolonia, también tiene su propia duna en Punta Paloma (Parque Natural Del Estrecho).

Playa de Bolonia en Cádiz. Foto: iStock

150 / 962

Playa de Bolonia y la duna por excelencia de Cádiz

En la playa de Bolonia, se mire donde se mire, su gran duna domina el paisaje. Y es que el Monumento Natural de La Duna de Bolonia es todo un espectáculo natural de más de 30 metros de altura y 200 de ancho que domina el sistema dunar al que pertenece. La arena remonta hasta impactar con un bosque de pinos, en un contraste mágico de ocre y verdes. A los bañistas que suben en procesión, les tienta bajar haciendo la croqueta cuesta abajo. Aguada un mar turquesa en el que luego quitarse la arena, siempre y cuando no sople el viento de levante.