El Atlántico, a cuatro pedaladas
Bajo los dormitorios descansan más de 2.000 botellas de vino y miles de litros en barricas de roble. Cabe decir que el tour a través de las bodegas no está incluido en la reserva aunque su visita es casi de obligado cumplimiento. Sin embargo, si se opta por otra actividad, es recomendable tomar una de las bicicletas que posee el hotel y salir a descubrir la ciudad. La orografía llena de subidas y bajadas, callejones estrechos y cuestas interminables no invita especialmente a recorrerla sobre dos ruedas, por eso una de las rutas más aconsejables es también una de las más alternativas, la que parte desde el paseo hasta la desembocadura del Duero, justo donde el río se encuentra con el océano Atlántico.
Si se escoge la orilla de Oporto, desde el barrio de la Ribeira, se llega hasta el fantástico faro de Felgueiras. Desde allí, a pocos minutos hacia el norte, también se encuentra el pueblo pescador de Matosinhos, el fuerte de San Francisco Javier o la Praia de Leça da Palmeira, lugar donde se encuentra la fotogénica Piscina das Marés, obra del arquitecto oriundo Álvaro Siza.
En cambio, si se prefiere tomar el paseo de Vila Nova de Gaia, la ribera termina unos metros antes aunque en este caso lo hace en una Reserva Natural. Se trata del Estuario del Duero, un paraje donde observar decenas de aves en su hábitat. De vuelta, el olor a sardinhas grelhadas recorre las calles de Afurada, un pequeño pueblo de pescadores con parrillas en cada esquina donde parar a comer y seguir el viaje en bicicleta hacia el hotel.