Antes de que los foodies se lanzaran a gozar del mundo a través de los sabores, los grandes viajeros de la historia ya sabían que nunca se puede conocer de verdad un destino sin visitar sus mercados y sin probar sus platos tradicionales. En los ingredientes, en la preparación, en cómo se degusta y se comparte la gastronomía está el auténtico ADN de un lugar. Austria no es ni mucho menos la excepción a esta sabiduría viajera. No sólo han aportado la famosa tarta Sacher al mundo, sino que hay toda una cultura gastronómica que sirve para hilvanar un viaje a través del país. Además, está comprobado, el recuerdo de un lugar se fortalece si con él viene asociado un sabor. Austria se disfruta kilómetro a kilómetro... y bocado a bocado.