No se puede negar el romanticismo de un viaje en tren. El paisaje corre junto a la ventana en un trávelin infinito de paisajes y sorpresas. En el vagón, toda la libertad de movimientos. Además, hoy en día, los avances tecnológicos de la industria han llevado a los trenes a un nivel superior al de los aviones en cuanto al confort: nada de traqueteos, ruidos metálicos y vibraciones innecesarias. Eso es algo que se puede comprobar, por ejemplo, con el Railjet de ÖBB, el tren de alta velocidad más moderno de toda la flota de trenes de Austria. No solo conecta todos los rincones del país sino que, gracias a las conexiones directas con el aeropuerto de Viena, también comunica con el mundo entero.
Pero si los trenes están volviendo a lo grande en toda Europa es también porque se han revelado como el medio de transporte más sostenible a la hora de viajar. Y en eso que se ha dado en llamar tagskryt (algo así como el orgullo de viajar en tren) tiene mucho que decir Austria con su amplia red ferroviaria que cubre toda la extensión del país.