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Basilea, una Suiza diferente llena de arte, cultura y vitalidad

Conocida como la capital de la arquitectura del país, la ciudad sorprende por sus edificios, pero también por sus colecciones artísticas, sus enclaves históricos y su multitud de actividades.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Una Suiza diferente

@Basel Tourismus

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Una Suiza diferente

Basilea tiene magia más allá del Carnaval o la Navidad. Una de las mejores épocas para visitarla es en otoño, cuando el calor se escapa, pero el frío aún no llega y la ciudad entra en un sopor postveraniego que invita a recorrerla con la calma que contagia esta estación. Una escapada de cuatro días es perfecta para poder abarcar todo lo que Basilea ofrece.

Colecciones de arte, su coqueto casco histórico, su variedad de edificios – tocados por los mejores arquitectos del mundo – festivales culturales, actividades para todos los gustos, recorridos por el Rin y sus paisajes, panorámicas inolvidables, zonas verdes donde parar el tiempo y senderos para pedalear.

Para disfrutar al máximo de todo esto y mucho más, una de las mejores maneras es hacerse con la tarjeta BaselCard, gratuita con la reserva de hotel. Para llegar existen vuelos directos desde España y conexiones desde Zurich, con trenes directos desde el aeropuerto. Pero para quienes necesiten algunas razones más para visitar la ciudad, aquí tienen un mapa con doce lugares que son también grandes argumentos.

Fondation Beyeler

@Basel Tourismus

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Fondation Beyeler

Cuando Ernst Beyeler y su esposa Hildy adquirieron una librería de antigüedades en el 1945 no sabían – aunque sí deseaban – que esta acabaría siendo el germen de uno de los museos de arte más importantes del mundo. A lo largo de 50 años, con la voluntad de hacer llegar el arte a todos los públicos, la pareja reunió una colección de grandes obras del modernismo clásico que derivarían en la creación de la Fondation Beyeler, cuyo arquitecto fue el reconocido Renzo Piano.

Este centro cultural se deriva de la fusión de los pastos, bosques y viñedos colindantes con la delicada arquitectura museística y el cariño con el que se recoge y se muestran 250 obras de alto valor de la mano de artistas como Monet, Cézanne o Picasso, entre muchos otros.

La fundación está conectada al Vitra Campus por la ruta Rehberger-Weg. Este recorrido escultórico transfronterizo de cinco kilómetros une dos países, dos municipios y dos museos en un paseo admirable no solo por su naturaleza, sino por los 24 objetos artísticos curiosos que se encuentran en él y que diseñó el artista Tobias Rehberger.

Vitra Campus

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Vitra Campus

Compuesto por tres centros – la VitraHaus, el Vitra Design Museum y el Vitra Schaudepot – el Vitra Campus abrió sus puertas en 1989 y se considera una de las mecas mundiales del diseño y la arquitectura.

Con edificios de Frank O. Gehry —el primero del arquitecto en Europa—, Zaha Hadid —con su primera proyección—, Tadao Ando, Álvaro Siza, Nicholas Grimshaw y SANAA, este campus es un museo por dentro y por fuera.

La VitraHaus, diseñada por Herzog & de Meuron, es donde se ubica la Vitra Home Collection, donde puede disfrutarse de los grandes clásicos de Vitra junto a los diseños más actuales y que hace las veces de showroom y tienda donde la lista de deseos del visitante crecerá inevitablemente.

El Vitra Design Museum es el centro neurálgico del campus. Este edificio, diseñado por Frank Gehry, es donde se realiza la investigación y presentación del pasado y el presente del diseño, examinando su relación con la arquitectura, el arte y la cultura. En él se pueden encontrar dos exposiciones temporales al año, además de algunos espectáculos en su galería, más enfocados a lo contemporáneo y experimental.

Por último, el Vitra Schaudepot, también diseñado por Herzog & de Meuron, presenta uno de los fondos de diseño del mueble más importantes del mundo, con alrededor de 7000 piezas de mobiliario, un millar de objetos de iluminación y el importante legado de diseñadores como Charles y Ray Eames, Verner Panton o Alexander Girard. No hay que pasar por alto otros puntos interesantes del campus, como la torre mirador Vitra, diseñada por Carsten Höller, con más de 30 metros de altura y un tobogán que reafirma lo que todos saben: la arquitectura y el diseño también son divertidos.

Dreiländereck

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Dreiländereck

Basilea se ubica muy cerca del vórtice que dibujan las fronteras entre Francia, Alemania y Suiza. El Rin es el encargado de ilustrar ese punto imaginario que divide tres países y tres culturas, y para remarcarlo, desde allí se alza el Dreiländereck, que traducido literalmente significa triángulo, lo que viene a reflejar la idiosincrasia de esta localización. El edificio que se levanta en estas coordenadas es fruto de un concurso de arquitectura realizado en 1990 en el que participaron arquitectos de las tres naciones.

En el primer piso del edificio anexo se puede disfrutar de un bar, una sala de eventos y una terraza con una vista única del trifinio. En los meses de verano, mucha gente se reúne en el Dreiländereck para tomar el sol y respirar la brisa del Rin. Rodeados de un pequeño arenal, el Sandoase, de mayo a septiembre es posible undir los pies en la arena mientras se toma un cóctel a la sombra de las palmeras. Otra de las actividades con más fama del lugar es la del recorrido por el río con el Basler Personenschifffahrt (la compañía de navegación) o con el Rhytaxi.

Novartis Campus

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Novartis Campus

Un gran concentrado de arquitectura moderna es una de las mejores definiciones que se le puede dar al Novartis Campus, un enclave basiliense que podría asemejarse a un parque de atracciones para los amantes del arte de la edificación. Este museo al aire libre, compuesto por cerca de 20 edificios con la firma de arquitectos como Eduardo Souto de Moura, Fumihiko Maki, Marco Serra o David Chipperfield, es de acceso público durante los días laborables desde hace tan solo un año.

Quizá uno de los más llamativos es el Novartis Pavillon, obra de AMDL Circle y Michele Di Lucchi. Su forma circular tiene como joya de la corona una fachada multimedia donde la energía fotovoltaica hace su magia y proyecta diferentes obras en un espectáculo sin parangón. Su exposición permanente, Wonders of Medicine, es un cúmulo de curiosidades que unen la medicina y la farmacéutica, con explicaciones sobre la vida, las enfermedades, la historia de la medicina y el futuro de la asistencia sanitaria.

Sin embargo, también hay que disfrutar de sus hermosos espacios verdes, cuidadosamente trabajados por profesionales como Peter Walker, Günther Vogt y Guido Hager. En sus jardines, esculturas como la de Richard Serra, la instalación sonora de Laurie Anderson y el gran mural de 60 metros de altura de Claudia Comte hacen de un paseo por este espacio una sorpresa donde la naturaleza, la arquitectura y el conocimiento se dan de la mano.

Es importante mencionar que Basilea cuenta con 13 ganadoras y ganadores del prestigioso premio de arquitectura Pritzker. El último ganador fue David Chipperfield por el Novartis Campus.

Ruta por la arquitectura brutalista

Schule für Gestaltung

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Ruta por la arquitectura brutalista

Más allá de la delicada belleza de los edificios del casco histórico y de las elegantes líneas que muchos arquitectos han dibujado en sus construcciones por toda la ciudad, existe un numeroso conjunto de obras de hormigón visto que tuvieron su auge en el siglo XX. El brutalismo de sus siluetas se reparte por toda la ciudad, y no hay mejor manera de descubrirlo que en una ruta con bicicleta eléctrica por algunos de los puntos más llamativos de Basilea.

Aunque muchos los ven como aberraciones de la arquitectura, lo cierto es que atraen las miradas de quienes saben ver más allá. Las guerras de ese siglo, combinadas con la búsqueda de nuevas formas de expresión y las innovaciones de tecnología constructiva derivaron en este tipo de arquitectura que salpica la ciudad. El Markthalle, un antiguo mercado que ahora esconde un mundo de degustación de delicatessen, es uno de los mejores lugares para empezar la ruta.

La iglesia de San Antonio, además de la biblioteca universitaria, son de visita obligada antes de cruzar el Rin hacia el Silo Erlenmatt, un antiguo almacén de grano que actualmente acoge una plataforma para jóvenes talentos de la hostelería y la gastronomía. La Maurerhalle, lugar de aprendizaje de oficios industriales, sumada a Birsfelden, la sala de turbinas de la central eléctrica, son otro reflejo más de la importancia industrial de la ciudad. 

Museum Tinguely

Julien Mayer

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Museum Tinguely

Las obras cinéticas de Jean Tinguely marcaron un antes y un después en la historia del arte y de la ciudad de Basilea. Pionero en su disciplina durante la segunda mitad del siglo XX, sus ilustraciones, fotografías, esculturas mecánicas y archivos tales como cartas y catálogos, se exponen de forma permanente en el Museo Tinguely, a orillas del Rin. Además, una variada oferta de eventos, talleres, intervenciones artísticas e incluso conciertos hacen que sea posible vivir el lugar de diferentes maneras a lo largo del año.

El edificio que alberga el museo, diseñado por Mario Botta, es también una obra en sí mismo. Por otro lado, las exposiciones temporales juegan con el ideal de Tinguely a través de obras de otros artistas, como Yves Klein o Marcel Duchamp. Buscando el diálogo con otras figuras ilustres tanto contemporáneas suyas como modernas, el museo genera nuevas formas de arte y ofrece una experiencia interactiva que busca despertar todos los sentidos del visitante y hacer de su paso por el lugar un contacto único y enriquecedor.

Rheinpromenade

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Rheinpromenade

Los distritos de Kleinbasel y Matthäus están bañados por la orilla del Rin en su margen derecho. Desde la zona de ocio de Dreirosen Freizeitzentrum hasta el parque Spielplatz Solitude, cuatro puentes y una gran curva del río dibujan algunas de las estampas más bonitas de Basilea. La postal de la catedral, los cuatro muelles de donde parten los ferries o la instantánea de los nadadores remontando el Rin son muchos de los atractivos de un agradable paseo por esta zona.

El Rheinpromenade hace referencia a este largo paseo, muy frecuentado por locales y turistas, y que en los últimos años ha vivido un cambio de diseño para hacer de él una zona verde más accesible y útil para todos. La naturaleza urbana da de lado al tráfico motorizado para ofrecer un espectáculo de puestas de sol, infraestructuras de ocio y restauración y un lugar de conexión con el resto de la ciudad.

El resultado: un espacio público donde tomar una bebida en un buvette (quiosco), tumbarse en sus zonas verdes, tomar el sol en sus playas de piedras y darse un chapuzón en sus plataformas de baño o incluso navegar en sus embarcaciones de origen celta, las weidling. Un consejo: si se es buen nadador, un buen plan es entrar al río por el Museo Tinguely y dejarse llevar por la corriente durante 3 km siguiendo los mapas de natación de la ciudad. Para acabar de mimetizarse entre los locales, imprescindible la wickelfisch, una bolsa de baño impermeable de colores para llevar la ropa en un periplo por el río.

Casco Antiguo

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Casco Antiguo

Adentrarse en uno de los cascos históricos más bellos y mejor conservados de Europa es sinónimo de recorrer calles estrechas con contraventanas coloridas, numerosas plazas donde brota el agua de multitud de fuentes y monumentos que ponen su sello de antigüedad al lugar. Dando un paseo a pie se llega al punto que más sobresale de todo el casco antiguo, la Catedral Basler Münster, que guarda la tumba de Erasmo de Róterdam, tras la cual se encuentra el Pfalz, que ofrece unas vistas inigualables sobre la zona.

Cerca se encuentra el Ayuntamiento, un gran edificio rojo delicadamente adornado con pinturas. En la ubicación del antiguo teatro de Basilea se ubica ahora en homenaje la Fuente Tinguely, donde se alzan algunas esculturas mecánicas en constante movimiento. Edificios del siglo XV y obras modernistas conviven aquí en armonía y se pueden visitar siguiendo cinco rutas diferentes indicadas con paneles de colores que empiezan y terminan en la Marktplatz.

Descubrir antiguas callejuelas de artesanos, admirar sus mansiones burguesas, entrar a sus universidades, curiosear en sus mercadillos, aprender en sus museos, entrar a sus monasterios, recorrer sus murallas, cruzar sus plazas… Las posibilidades son muchas, y dentro de ellas es imprescindible contar también con una visita al barrio de St. Alban, la pequeña Venecia de Basilea, donde los canales construidos por los monjes se entretejen con las viviendas en un idilio con el Rin.

Stadtcasino

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Stadtcasino

Establecido en 1876 por la Sociedad General de Lectura de la ciudad con el fin de que todo el público tuviera acceso a un lugar donde jugar a cartas y debatir, su devenir a lo largo de la historia acabó en una gran reapertura en 2020. Su espíritu de accesibilidad y tolerancia permite que tanto músicos de gran prestigio como artistas locales organicen eventos en el edificio. 

El Musiksaal del Stadtcasino Basel es reconocido por ser una de las salas de conciertos más importantes del mundo gracias a su acústica de altísima categoría. Su arquitectura estrella a cargo de Herzog & de Meuron, con nuevas salas, vestíbulos y espacios comunes, bebe del estilismo del siglo XIX, mientras mantiene el neobarroco en su exterior. El mismo año en que se creó el edificio se formó la Orquesta Sinfónica de Basilea, con un centenar de talentosos músicos cuyo repertorio va desde la música clásica hasta la contemporánea.

Street Art

@myswitzerland.com

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Street Art

El Street Art en Basilea no es una moda, ni algo que se reserve solo para edificios industriales o del extrarradio, sino que se mezcla con el patrimonio de su casco histórico y puebla cada rincón de la ciudad. Con una rica tradición de arte urbano desde los años 80, grafiteros nacionales e internacionales juegan con el espacio público de Basilea para hacerla más bonita y expresiva aún si cabe. Ahora festivales, eventos y rutas ocupan la agenda artística de la localidad suiza.

Un mural de 1700 metros cuadrados en el recinto Bell, otro en las vías del tren entre la estación SBB y el puente Schwarzwaldbrücke, en el puerto… la más reciente se hará visible el próximo 1 de septiembre a las 18h con motivo del 50 aniversario de la muerte de Picasso en el centro histórico de la ciudad.

Fruto de la colaboración del artista basilense Philipp Tschanz y el español Lalone y bajo el lema “Málaga loves Basel”, este gran mural será un reflejo de la historia del pintor andaluz y Basilea, a la que donó parte de su obra conmovido por la reverencia que sus habitantes sentían hacia ella y que enarbolaron para conseguir uno de los hitos histórico-artísticos más inspiradores de la ciudad.

Kunstmuseum Basel

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Kunstmuseum Basel

Conocido por ser el primer centro de arte de acceso público de la historia, además de una de las colecciones más famosas del mundo, el Kunstmuseum Basel es aclamado internacionalmente por ofrecer experiencias artísticas, como mínimo, inolvidables. Desde el siglo XV hasta la actualidad es el recorrido que se puede disfrutar en sus salas, que acogen más de 300.000 obras de artistas como Rembrandt, Andy Warhol, Claude Monet o Sophie Taeuber-Arp, entre muchos otros.

Gran parte del fondo artístico del Kunstmuseum proviene de Basilius Amerbach, y fue adquirido por la ciudad en el 1661, suponiendo así el germen de esta colección pública que ahora se exhibe en el centro de Basilea. Desde el renacentismo hasta el cubismo, pasando por el arte abstracto o el expresionismo alemán, lo cierto es que este museo creció con el tiempo, situándose ahora en tres edificios: el de St. Alban-Graben, de 1936, junto a su ampliación, y el Kunstmuseum Basel | Presente, de 1980.

Drespitz Areal

Mein Toubiz

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Dreispitz Areal

En la zona sur de Basilea se esconde una joya que a algunos de los visitantes de Basilea se les pasa por alto. Se trata del polígono industrial de Dreispitz-Areal. Aunque puede que no suene muy prometedor, nada más lejos de la realidad. Su pasado está abriéndose a un presente y un futuro donde las viviendas, las instituciones educativas y los centros de arte forman parte del paisaje que, como no podía ser de otra forma en Basilea, firman arquitectos de renombre.

Lugares donde disfrutar del ocio nocturno, talleres, compras, restauración, actuaciones de baile o eventos musicales, fiestas… todo es posible en Dreispitz-Areal, donde las calles se nombran de acuerdo a ciudades internacionales y se mezclan con las vías férreas. La diversidad urbana y el crecimiento en favor de la ciudadanía son los dos ejes de un interesante lugar que puede conocerse dando un paseo o también siguiendo una ruta en bici donde queda claro por qué Basilea es la capital arquitectónica de Suiza.