
Kris Ubach / Archivo Imágenes CBGTB
La provincia de Girona cuenta con ocho espacios naturales protegidos, pero sólo la mitad de ellos están en el litoral, tres de ellos bañador por el mar. Desde el Parque Natural del Montgrí, las Islas Medes y el Baix Ter hasta el Paraje Natural de la Albera, ya en el Pirineo, la costa, muy conocida por sus playas y calas de agua cristalina, también sabe seducir con sus propuestas de turismo activo, que se fusionan con el paisaje en una oferta irresistible.
Parque Natural del Montgrí, las Islas Medes y el Baix Ter
Entre las comarcas del Baix y el Alt Empordà se encuentran las tres zonas que conforman este espacio. El macizo del Montgrí, con sus cuevas prehistóricas, como el Cau del Duc, y otros vestigios más modernos, como los hornos de cal y la Ermita de Santa Caterina, se ve coronado por su imponente castillo.
Desde él, las vistas privilegiadas del mar regalan una postal de las Islas Medes, un paraje que pasó de refugio religioso a enclave militar antes de ser un paraíso para las aves y la vegetación autóctona. Los siete islotes cuentan, a su alrededor, con un paraíso sumergido, una de las mejores reservas de flora y fauna marina del Mediterráneo, todo un lujo para los aficionados al submarinismo, que pueden moverse entre sus praderas de posidonia en una actividad guiada con los monitores de Medaqua.

Jordi Chias / Archivo Imágenes PTCBG
Sin duda, uno de los mejores colofones de una visita a este parque natural es pasear por la desembocadura del río Ter, conocida como Gola de Ter, donde se sitúa un conjunto de humedales – los del Ter Vell, La Pletera y Les Basses d’en Coll – salpicados de miradores donde disfrutar del ir y venir de las numerosas especies de aves que visitan el lugar. Los canales y acequias que dividen sus campos de arrozales, cereales y frutales también dibujan un mapa de caminos ideal para ir a pie, en bicicleta o a caballo.
Parque Natural de los Aiguamolls de l’Empordà
Las 5.000 hectáreas que conforman estos humedales están dividas en tres grandes espacios: al norte la Reserva Integral dels Estanys, al sur la de las Llaunes, y en Sant Pere Pescador, la de la Isla de Caramany. Estas superficies suman, en realidad, un numeroso conjunto de hábitats donde conviven la acción del hombre y la magia de la naturaleza.

Maria Geli / Pilar Planagumà / Archivo Imágenes PTCBG
De ese modo, no solo se encuentra el mar y sus playas, sino también salobrales, estanques, marismas de agua dulce y lagunas, como la de El Cortalet. Entre canales y acequias crece el arroz, un cultivo recuperado desde la creación del parque natural, pero también existen zonas de secano, como los viñedos, los bosques de alcornoques o los pastos.
El alojamiento de Mas del Joncar ofrece una noche idílica acompañada de un paseo por estos rincones del parque, salpicados también de masías, casas de labor y caseríos que también ofrecen refugio a la fauna y la flora del lugar. Sin embargo, los amantes de las aves también disfrutarán con un paseo con la escuela SK Kayak, que combina la observación ornitológica con la navegación por la bahía de Roses.

Oscar Rodbag / Archivo Imágenes PTCBG
Y de surcar el agua a sumergirse en ella, pues el lujoso camping La Ballena Alegre ofrece un bautismo de submarinismo, en el que no solo se aprenderán las bases, sino que también se practicará tanto en aguas cerradas como abiertas antes de disfrutar del spa del resort para relajarse.
Parque Natural del Cap de Creus
Más al norte, el famoso cabo preside el primer parque natural marítimo-terrestre de Cataluña. Con dos Reservas Naturales Integrales en su interior – la de Cap de Creus y la de Cap Norfeu – su extensión guarda rincones muy recomendables que visitar, como su famoso faro y las vistas que desde él se tienen del litoral del Alt Empordà.

Itinerànnia / Archivo Imágenes PTCBG
La reserva del Cap de Creus es famosa por haber inspirado a artistas como Salvador Dalí o Josep Pla por su peculiar morfología. Las rocas metamórficas y graníticas, formadas por la alta salinidad y el viento de tramontana, se acompañan de una vegetación única en el litoral catalán, con ejemplares como el espantazorras o el gazón marino, o incluso en el mundo, como el seseli de Farreny.
Pero más allá de su escarpado perfil, este parque natural también goza con una costa accidentada de belleza salvaje perfecta para visitar en kayak. La empresa SK Kayak organiza una excursión desde el Cap de Creus hasta el Cap de Cervera, pasando entre arrecifes y aguas cristalinas e incluso adentrándose en una cueva marina.

SK Kayak / Archivo Imágenes PTCBG
Paraje Natural de l’Albera
Este espacio, situado en la frontera con Francia, goza de dos zonas bien diferenciadas, una más occidental, la de Requesens-Baussitges, y la oriental, de Sant Quirze de Colera-Balmeta. Es esta última la que está ubicada en la franja litoral, articulado en torno al famoso monasterio con el que comparte nombre, de gran importancia en el románico catalán.
Entre alcornocales y matorrales subsiste la última población que aún existe de tortuga mediterránea en la península ibérica, que cuenta con su propio centro de reproducción en el Santuario de la Mare de Dèu del Camp, en Garriguella.

Pep Callís Arxiu Imatges PTCBG
Otros lugares de interés natural del paraje son sus concentraciones de monumentos megalíticos, además de sus vestigios medievales, con pequeñas capillas, monasterios y castillos salpicando diversas localidades. En la zona occidental, sus estanques, cerca de La Jonquera, o el Bosque de la Maçana, ya en Francia, con un hayedo declarado Patrimonio de la Humanidad en 2021, también merecen una visita.
Camino de Ronda, la unión de todos
El GR-92, que se extiende desde Portbou hasta Tarifa, tiene en su tramo de la Costa Brava diferentes etapas en las que descubrir un sinfín de paisajes increíbles. Los cuatro parques naturales ubicados en el litoral se unen en el Camino de Ronda, un largo sendero de más de 200 km de playas, calas y acantilados de vértigo que antaño utilizaban pescadores, pero también contrabandistas.

Francesc Tur / Archivo Imágenes PTCBG
De Blanes a Tossa de Mar, el Castillo de Sant Joan y el santuario de Santa Cristina de Lloret de Mar ofrecerán unas vistas espectaculares a lo largo de 21 km. De Sant Feliu de Guíxols a Palamós, la costa será la protagonista de un paseo que vale la pena finalizar en el Museo de la Pesca. De aquí a Calella de Palafrugell, las barracas de pescadores y las ruinas del Castillo de Sant Esteve deja postales idílicas en uno de los senderos más cortos.

Pep Iglesias / Arxiu Imatges PTCBG
Hasta Tamariu, una ruta de siete kilómetros merecerá la pena para gravar en la memoria, desde el Faro de San Sebastián, una de las mejores estampas de la Costa Brava. Desde Cadaqués al Cap de Creus, el paraje de Tudela, que inspiró a Salvador Dalí, sirve de aperitivo para el último tramo, que va desde Llançà hasta Colera para descubrir las calas más escondidas de este litoral menos conocido.