A Gijón/Xixón le suele seguir una frase breve y descriptiva que desata un interés repentino por conocer más sobre esta ciudad, la más poblada del principado. La niña bonita de Asturias o la joya del norte son algunos de los apelativos que recibe, pero a juzgar por su capacidad de atracción bien podría referirse a ella como el faro del Cantábrico. Siempre de cara a ese mar peleón que azota los espigones con fuerza, Gijón baña de luz la Costa Verde y cada año atrae a miles de personas, aunque sus motivos son muy diversos.
Unos llegan atraídos por sus paisajes que mezclan la bravura del mar con la tranquilidad de los verdes prados que peinan los montes de las afueras de la ciudad. Otros lo hacen por ese sambenito más que justificado de que aquí se come y se bebe muy bien. Y otros por su fascinante legado histórico y cultural que se remonta nada menos que dos milenios atrás o por la pluralidad de actividades deportivas que se pueden practicar.