Para conmemorar la fundación de Lustau, la bodega ha presentado una antología de tres exclusivos y diferentes estilos de vinos de Jerez, una edición especial que se suma a los vinos, vinagres, brandis y vermuts fruto del amor a la viña que sembró José Ruiz Berdejo hace más de un siglo.
Diferente quinta, mismo destino
Emilio Lustau Ortega nació en 1896 en una familia militar de Granada. Ese mismo año, en Jerez de la Frontera, el secretario judicial y abogado José Ruiz Berdejo elaboraba vino que vendía en otras bodegas, convirtiéndose en lo que en Jerez se conoce como un Almacenista en la actualidad. Años más tarde, aquel funcionario judicial y el niño granadino asentaron las bases de una de las bodegas más importantes de Jerez.
Sus caminos se cruzaron cuando Emilio Lustau, ya militar del Ejército del Aire, se enamoró de la única hija de José Ruiz Berdejo, un hombre que cultivaba viñas en su finca Nuestra Señora de la Esperanza y vendía los vinos de la uva que él recogía y pisaba a otras bodegas. Este almacenista casó a su hija María con Lustau, quien resultó tener muy buenas ideas para el negocio de su suegro.
A pesar de seguir vendiendo solo a otras bodegas, ampliaron cada vez más la producción y se trasladaron a Jerez. Tras el fallecimiento de José Ruiz, el negocio se convierte, en 1950, en bodega comercializadora y exportadora. Tras décadas de crecimiento, la empresa se integra a la de Luis Caballero, una prestigiosa firma de elaboración de vinos y licores. Esta adquisición hace que dispongan de bodegas en las tres capitales del Triángulo de Jerez, algo que les ha llevado a celebrar este aniversario con un vino de cada una de ellas.
Una bodega de campeonato
La fama que ha ganado Lustau a lo largo de estos años se debe a la calidad de sus vinos, tanto por su sabor como por los galardones que este le ha granjeado. Lustau ha sido galardonada con multitud de premios internacionales, como el de Mejor Bodega Española de 2011, el de Mejor Bodega de Jerez en 2014 y 2016 o el prestigioso trofeo Len Evans a su calidad y consistencia en 2011 y 2016, entre otros.
La filosofía de Lustau sigue siendo la misma desde su origen en 1896: ofrecer al consumidor la más amplia y selecta colección de especialidades de Jerez. De ello se encargan figuras como Sergio Martínez, enólogo con más de 14 años en la bodega y Mejor Enólogo de España por la International Wine Challenge, y Fernando Pérez, Maestro Destilador con una trayectoria de más de 30 años.
Arrumbadores y maestros toneleros se suman a ellos para conseguir sacar al mercado una gran gama de bebidas, como la gama Solera Familiar, con origen en las antiguas soleras que Emilio fundó en sus comienzos, y que acoge desde los Finos hasta los Manzanillas, pasando por los Amontillados, los Olorosos y Palos Cortados, sin olvidar los dulces Moscatel y Pedro Ximénez.
Lustau 125 aniversario, la colección más exclusiva
La amplia gama de Lustau parece no tener fin. Además de la gama Solera Familiar existen otras, como la Almacenista, que escoge desde los años 80 los más selectos vinos artesanales de los almacenistas para embotellarlos tal y como salen de sus soleras en un verdadero homenaje. La colección de Vinos Singulares, con algunas peculiaridades que les hacen únicos, se suman a otros, elaborados con uva de la variedad palomino y los VORS, envejecidos durante más de 30 años.
El vermut, el brandy y el vinagre son también un gran activo de la bodega, pero la joya más novedosa es la colección del 125 Aniversario, un pack de tres botellas de vino, cada una procedente de una de las tres ciudades del Marco Regulador, mostrando de esta manera la influencia que los microclimas de cada una ejerce sobre la crianza de los vinos a pesar de su cercanía. Son además, vinos en rama, que refiere a aquellos caldos embotellados directamente de la bota sin sufrir ningún tratamiento o filtrado adicional que les haga cambiar su esencia inicial natural.
2.500 botellas de estas tres joyas enológicas, inéditas, conectan el pasado de Lustau, determinan su presente y guían su futuro. La Manzanilla Pasada Papirusa, de Sanlúcar de Barrameda, tiene ocho años, es madura y evocadora. El Amontillado Solera del Castillo, de El Puerto de Santa María, tiene 30 años de vida, lo que le hace intenso y complejo. La Añada 1996, de Jerez de la Frontera, cuenta con cinco años menos, pero es dulce y fresco, de cosecha tardía.
Una oferta exclusiva para los lectores
Esta colección irrepetible con la que la bodega celebra su 125 aniversario se sumerge en su propia historia, manteniendo su legado intacto en un producto que los lectores de National Geographic podrán comprar con un 25% de descuento con el código NATGEO25 en la web de la bodega.