Da igual cuántos siglos pasen que Malta seguirá siendo un dulce prácticamente irresistible a ojos de cualquier enamorado del Mediterráneo. Su arquitectura medieval, repleta de bastiones, fortalezas y murallas imponentes, atestigua la necesidad imperiosa por cubrirse ante la ristra de enemigos que querían hacerla suya, desde las cruzadas contra los musulmanes hasta los asedios de las potencias europeas. De hecho, no fue hasta 1964 que el archipiélago se deshizo del último de sus lazos coloniales y pudo firmar la independencia.
Desde entonces, el país ha experimentado otro tipo de visitas, las de los viajeros que llegan hasta aquí buscando un archipiélago único, sorprendente y fascinante. Un destino que se descubre con todos los sentidos y que, desde el pasado 1 de junio, ha reabierto sus fronteras para recibir al turista con los brazos abiertos. Y tan guapo como siempre.