Joya mediterránea

Malta: retorno a la isla de los caballeros

Desde el 1 de junio, el archipiélago vuelve a abrir sus puertas a los viajeros deseosos de volver a descubrir un territorio marcado por una historia apasionante, caballeros, fervor religioso, paisajes de ensueño y cruce de culturas.

Da igual cuántos siglos pasen que Malta seguirá siendo un dulce prácticamente irresistible a ojos de cualquier enamorado del Mediterráneo. Su arquitectura medieval, repleta de bastiones, fortalezas y murallas imponentes, atestigua la necesidad imperiosa por cubrirse ante la ristra de enemigos que querían hacerla suya, desde las cruzadas contra los musulmanes hasta los asedios de las potencias europeas. De hecho, no fue hasta 1964 que el archipiélago se deshizo del último de sus lazos coloniales y pudo firmar la independencia.

Desde entonces, el país ha experimentado otro tipo de visitas, las de los viajeros que llegan hasta aquí buscando un archipiélago único, sorprendente y fascinante. Un destino que se descubre con todos los sentidos y que, desde el pasado 1 de junio, ha reabierto sus fronteras para recibir al turista con los brazos abiertos. Y tan guapo como siempre. 

 

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iStock-178359347. Destino seguro

Foto: iStock

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Destino seguro

Cuando se realizó por primera vez este ranking, Malta era el segundo país de Europa –solo por detrás de Reino Unido– en administrar más vacunas a su población. A día de hoy es el que más y con mucha diferencia sobre el resto. Según datos oficiales, hasta ahora algo más del 70% de la población adulta ha recibido la primera dosis, aunque la cifra aumentará rápidamente pues la tasa de vacunación crece a más del 1% diario. Un ritmo que hizo que a finales del mes de mayo este archipiélago alcanzara la ansiada inmunidad de rebaño, una garantía para los viajeros que están deseando disfrutar del ambiente diurno y vespertino de lugares como La Valeta, Mdina o Victoria.

Las huellas de la Orden

Foto: Turismo de Malta

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Las huellas de la Orden

Punta de lanza capitalina, el fuerte mira de reojo a la costa de Portopalo, en el extremo sureste de Sicilia y da la bienvenida a los cruceristas que renuevan los votos con la ciudad de los caballeros, lugar donde se cree que San Pablo naufragó, hogar también de la Santa Orden de Malta y refugio del pintor italiano Caravaggio. Sorteando el rompeolas que le precede se entra al majestuoso Grand Harbour, uno de los puertos más espectaculares del mundo. Atracar en él es hacer un viaje a la esencia misma del pequeño país, y es que es en la bahía donde uno ve el corazón de Malta, su naturaleza combativa, pues es allí donde tiempo atrás se libraron grandes batallas.

Sitiado por las Tres Ciudades (Senglea, Vittoriosa y Cospicua) que parecen abalanzarse a ella violentamente, La Valeta se abre imperial ante la mirada de los recién llegados. Un vistazo hacia arriba basta para admirar las fortificaciones hechas en esa piedra de aspecto dorado tan característica que tiñe la isla de un color inconfundible. Atrás, el Fuerte de San Angelo hace las delicias de los voyeurs que recrean antiguas batallas desde lo alto del Upper Barrakka Garden, y es que las huellas de la Orden de Malta se encuentran por todos lados: en el Palazzo Ferreria guardaban las armas, en los magníficos auberges vivían los caballeros, en la Concatedral de San Juan Bautista se encuentran enterrados algunos de los Grandes Maestres de la Orden y en el Palacio del Gran Maestre (actual oficina presidencial) vivió el fundador de la capital: Jean Parisot de Valette. Pero también a extramuros es visible el rastro de la orden. En la que fuera antiguamente la capital de Malta (Mdina), los templarios reconstruyeron la imponente Catedral de San Pablo, aunque la llamada Ciudad del Silencio encierra otros grandes monumentos como el Palacio de Vilhena, la Capilla de Santa Ágata o el Monasterio Benedictino.

Templos megalíticos

Foto: Turismo de Malta

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Templos megalíticos

La variedad casi inabarcable de cúpulas, capillas, iglesias, monasterios y catedrales que copan el horizonte maltés recuerdan el papel defensivo que tuvo el archipiélago como escudo del cristianismo ante el acecho del Islam por el sur. Sin embargo, mucho antes de las cruzadas y la fundación de la Orden, Malta ya transpiraba espiritualidad y fervor religioso por las cuatro esquinas. Producto de ello son los siete templos megalíticos que todavía hoy siguen en pie a pesar de que algunos hayan sido construidos hace aproximadamente 5.000 años.

Dedicados a los dioses paganos del Mediterráneo, estos santuarios míticos se conforman como pesadas moles de roca granítica, algunas de las cuales llegan a pesar más de 50 toneladas. El cómo fueron levantados sigue siendo una auténtica incógnita en la actualidad, pero lo más impresionante es el hecho de ser incluso más antiguos que los grandes monumentos de la humanidad entre los que se encuentran las propias pirámides de Egipto o el conjunto arquitectónico de Stonehenge, en Reino Unido.

Turismo activo

Foto: Turismo de Malta

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Acción y emoción

Casi la totalidad de estos templos arcaicos se encuentran al aire libre, en lo alto de una pequeña colina o en mitad de un páramo, lugares donde confluyen dos de los grandes atractivos que ofrece la isla para visitarla de nuevo: cultura y deporte. Sus paisajes la convierten en un destino ideal para la práctica del turismo activo, desde los senderos que transitan Mellieha, Dingli, Ghar Lapsi, Fawwara, Wardija y en el norte de Malta, perfectos para practicar trekking, hasta los caminos semi urbanos que se internan entre pequeños pueblos de pescadores y terminan en grandes bahías que miran de frente al Mediterráneo, ideales para recorrerlos en bicicleta. Es allí justamente, en el límite entre la tierra y el mar, donde tiene lugar otra actividad aunque esta vez mucho más adrenalínica. Su constitución pedregosa y el hecho de ser una isla han permitido que Malta posea algunos de los acantilados más impresionantes de la zona, lo que para muchas personas se traduce en un campo de juegos inmejorable donde practicar la escalada en roca o modalidades como el abseiling.

Mucho más que peces y corales

Foto: Turismo de Malta

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Mucho más que peces y corales

Mientras se culmina la ascensión, un mundo lleno de vida aparece bajo los pies y la variedad casi infinita de turquesas y esmeraldas en los que es capaz de tornarse atrae tanto como antaño hicieran los cánticos de sirena que llegaban a oídos de Ulises. Resistirse a probar las mieles del Mediterráneo es imposible y Malta tiene en el Mare Nostrum al mejor compañero de viajes posible. En ese catálogo de joyas marinas se encuentra Blue Lagoon, una balsa de agua prístina en mitad del mar, como si de las profundidades emergiera la luz de un enorme foco dibujando un claroscuro enigmático, o Blue Grotto, el conjunto de cuevas y hendiduras en uno de los muchos acantilados que delimitan la isla y que recuerda a la ya desaparecida Ventana Azul, derruida por la propia acción del mar. 

Pero es justamente ahí, en el fondo marino donde Malta guarda una de las experiencias más fascinantes, y es que dado su pasado militar, existen todo tipo de pecios que explorar, desde destructores como el HMS Maori, posado a 14 metros de profundidad en la bahía de San Elmo; los restos del Bristol Beaufighter, un avión bombardero británico demolido en 1943; hasta Le Polynesien, un transatlántico francés del siglo XIX hundido por un torpedo durante la I Guerra Mundial.

Recetario internacional

Foto: Turismo de Malta

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Recetario internacional

La existencia de esos pecios retrata el afán por controlar a toda costa el archipiélago. Una competencia que se transmite no solo en la arquitectura o en las costumbres de su gente, sino también en la gastronomía. La cocina maltesa es un cúmulo de referencias internacionales aunque tal vez, su proximidad a Italia haya hecho que esta se haya visto muy influenciada por el buen comer transalpino, prueba de ello son los “Pastizzi”, empanadas de hojaldre rellenas o las Timpana, pastelles rellenos de macarrones con queso de cabra u oveja y recubiertos por hojaldre. Aun así, el recetario incluye gran variedad de mezclas entre la cocina occidental y oriental, como por ejemplo los Qaghaq, hojaldre relleno de una mezcla de mermelada, azúcar, limón, naranja, canela, vainilla, almíbar y otras especias, o el imqaret, también de hojaldre aunque esta vez frito y relleno de una mezcla de dátiles, especias y cítricos y cubierto por miel.

Gozo y Comino

Foto: Turismo de Malta

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Gozo y Comino

Puestos a exprimir al máximo el retorno a tierras maltesas, es recomendable reservar al menos un día para hacer una visita a las dos hermanas pequeñas: Gozo y Comino. Aunque no tan turísticas como la principal isla, las dos menores guardan algunos paisajes que bien valen acercarse como el valle-bahía de Ghasri (Gozo), una piscina natural de aguas turquesas enclavadas entre dos acantilados o las salinas de Zebbug, una panorámica espectacular que se extiende a lo largo de 3 kilómetros y que divide el mar en una cuadrícula gigante y blanquecina. En Comino, donde solo viven cuatro personas, se encuentran lugares como la gruta de Calypso, donde según el mito Ulises estuvo retenido por la ninfa durante aproximadamente 10 años antes de proseguir su regreso a Ítaca, y es que los paisajes de Malta dan para rememorar batallas épicas y leyendas antiguas.