El mapa definitivo para reenamorarse de Castilla-La Mancha

Desde sus principales ciudades hasta sus espacios naturales, esta ruta invita a conocer todo el patrimonio cultural y natural de las tierras de el Quijote.

Al recorrer las extensas tierras de Castilla-La Mancha en el horizonte aparecen imponentes los molinos contra los que luchó Don Quijote. Una imagen creada por Miguel de Cervantes y que posicionó esta comunidad autónoma a nivel internacional gracias a una ruta dedicada a este personaje. También a los pueblos monumentales que dotan Toledo, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Albacete de un extenso patrimonio cultural y natural. Localidades que se aferran a su entorno entre valles, sierras, campos de cultivo, cursos fluviales y parques naturales. Una mezcla de tradiciones, paisajes, calles y monumentos insuperable que se convierte en una escapada perfecta. Y más si se siguen estas coordenadas. 

 

 

 

 

Toledo

En medio de las tierras de Castilla-La Mancha, emerge imponente su capital. En lo alto de un cerro y abrigada por el río Tajo, Toledo se arma de puentes que, al cruzarse, trasladan el viajero a otro tiempo. Desde el cerro del Emperador, situado en su orilla sur, se vislumbra su silueta coronada por el cuadrilátero del Alcázar, que tiene sus orígenes más remotos en la época romana. También se vislumbra la torre de la Santa Iglesia Catedral, erigida en el año 1227 sobre los vestigios de la catedral visigoda del siglo VI y que a posteriori se utilizó como mezquita. Un legado declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad y que deja constancia de todas las civilizaciones que han pasado por la Península Ibérica: romanos, visigodos, judíos, musulmanes, cristianos…

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Cuenca

Declarada también Patrimonio Cultural de la Humanidad, a unos 170 kilómetros dirección al este se alcanza Cuenca. La ciudad se asoma al Júcar con sus conocidas Casas Colgadas como postal indiscutible. Sus balconadas emergen sobre la Foz del Huécar y muestran al visitante cómo la población se asentó en un enclave casi imposible hace más de cinco siglos. El poco espacio les condujo a construir lo que ahora es el monumento más emblemático de Cuenca. Hoy también es la sede del Museo de Arte Abstracto, donde se exponen obras de artistas españoles de la generación abstracta de los años 50 y 60, que comparten temática con las Fundaciones Antonio Pérez y Antonio Saura. 

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Segóbriga

Unos 50 minutos por carretera separan Cuenca de la antigua ciudad romana de Segóbriga. Emplazada en el término municipal de Saelices, forma parte de la red de Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha junto a Carranque, Alarcos-Calatrava y Recópolis. Inicialmente, Segóbriga fue un castro celtibérico que, tras la conquista romana a inicios del siglo II a.C., se convirtió en una ciudad romana, llegando a ser la capital de toda esta zona de la Meseta. Así lo relató el escritor romano Plinio el Viejo cuando definió Segóbriga como la “caput Celtiberiae”, el inicio de la Celtiberia. Hoy es uno de los conjuntos urbanos de la época mejor conservados de Hispania.

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Sigüenza

Rumbo al norte, Guadalajara sorprende con unas tierras dominadas por señoríos y casas nobiliarias, donde se alza la monumental Sigüenza. Desde la carretera, se vislumbran las torres de su Catedral, de estilos románico y gótico. Su interior cuenta con varios elementos renacentistas, la escultura de alabastro El doncel de Sigüenza, la capilla de los Arces, de San Pedro, la Anunciación y de San Marcos y la Sacristía de las Cabezas. Se alza en la Plaza Mayor, de estructura rectangular y con una edificación porticada en uno de sus lados. En esta se entremezclan casas para el Cabildo catedralicio con sus escudos, casas nobiliarias como la del Mirador y la Contaduría, el Palacio de los Seanes, actual sede del Ayuntamiento, y algún que otro bar.

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Talavera de la Reina

De vuelta a la provincia de Toledo, el entorno muestra como el río Tajo moldeó el territorio y dejó a su paso varias localidades al abrigo de sus aguas, como Talavera de la Reina, antigua Caesarobriga. Es precisamente el Tajo el encargado de diseñar el trazado de esta localidad, actuando como barrera geográfica natural y abrigado por el Puente Romano, el del Hierro y el de Castilla-La Mancha. En su casco histórico se alza la Colegiata de Santa María la Mayor, donde reposan los restos del alcalde y autor de La Celestina, Fernando de Rojas, en el corazón de Talavera, en la plaza del Pan. Cerca, se puede visitar la iglesia de Santa Catalina, el Museo de Cerámica Ruiz de Luna, el Museo Etnográfico y el Alcázar de Talavera.

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Almadén

Rumbo al sur y en la provincia de Ciudad Real, el viajero se topa con una historia fascinante: la de Almadén que, junto a toda su comarca, está estrechamente unida a la minería desde época romana. Desde entonces y hasta no hace mucho, producía gran parte del mercurio consumido en todo el mundo. Ahora, invita al visitante a conocer su historia en el Parque Minero de Almadén. Declarado Patrimonio de la Humanidad, es la herencia viva de los dos mil años de explotación de estas minas, que cesaron su actividad en 2003, y muestra elementos para comprender su extracción, su transformación en los hornos metalúrgicos, sus propiedades, usos y su importante historia tanto para la Península Ibérica como para todo el mundo.

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P. N. Valle de Alcúdia 

Y SIERRA MADRONA

Otros enclaves importantes para la minería en Ciudad Real fueron las Minas de Horcajo y de Diógenes, ubicados en pleno Parque Natural Valle de Alcúdia y Sierra Madrona. Aquí, uno se topa con la naturaleza en estado puro: los bosques son los protagonistas con árboles centenarios y milenarios, lobos, linces, águilas y más de 160 especies de aves como fieles huéspedes. Las dehesas y pastizales del Valle de Alcúdia fueron aprovechados ya por los habitantes de la Edad Media y conforman un entorno que contrasta con las sierras y montes del sur, caracterizadas por el relieve quebrado de Sierra Madrona. Estos son los dos paisajes diferenciados que conforman el parque natural.

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Almagro

Cerca de Ciudad Real, se erige una ciudad que pide ser visitada con calma: la villa señorial de Almagro, declarada Conjunto Hisótico-Artístico. Su expansión e importancia se debe al desarrollo que vivió de la mano de hidalgos, clérigos, comerciantes y banqueros que llegaron en tiempos de Carlos V, y que dejaron un patrimonio urbano que hoy convierten Almagro en visita indispensable. Su seña de identidad es la famosa plaza Mayor, donde se celebraban todo tipo de espectáculos y donde ahora sus edificios rehabilitados abren sus puertas en forma de restaurantes y establecimientos hoteleros, como el Parador Nacional de Turismo.

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Campo de Criptana

Si hay una imagen que caracterice Castilla-La Mancha, esta es la de sus molinos de viento esparcidos por los campos. Los mismos contra los que luchó Don Quijote y que forman parte de las rutas dedicadas a la célebre obra de Miguel de Cervantes. Estas pasan por Campo de Criptana, donde se alzan diez de los 34 molinos de viento censaros a mitades del siglo XVIII, tres de ellos originales del siglo XVI. La Sierra de los Molinos, donde se conservan estructuras y mecanismos originales, una casa-cueva donde vivían los molineros y varios museos, como el dedicado a Sara Montiel, es el punto de partida para conocer Campo de Criptana.

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Lagunas de Ruidera

Sin abandonar Ciudad Real, los extensos campos color pardo y verde se dan cita con el intenso azul de las Lagunas de Ruidera. Sucede cerca del nacimiento del río Guadiana, al este de la provincia, en un entorno privilegiado que invita al reposo y a la desconexión. Aquí tampoco se abandona la estela de Don Quijote, ya que el Parque Natural Lagunas de Ruidera se encuentra la quijotesca Cueva de Montesinos. Cerca de esta, se halla el Campo de Calatravas, tierras volcánicas dotadas de manantiales termales, y los Castillos de Calatrava la Nueva y la Vieja, donde todavía réstela el eco de los caballeros.

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Belmonte

No hay duda de que se ha llegado a Belmonte cuando se vislumbra su monumental castillo. Llama la atención su exterior amurallado y pentagonal, su portada gótica y sus torreones que dominan los vértices, creando una estructura de lo más singular. El interior sorprende con una planta erigida sobre el triángulo equilátero de su patio de armas, alrededor del cual se distribuyen las estancias interiores, cubiertas por artesonado mudéjar. Cuenta con habitaciones, algunas de ellas reformadas en el siglo XIX y de estilo neogótico, galerías y la capilla. Sus murallas se componen de cinco puertas, tres de las cuales sirven de acceso a la población.

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Alcalá de Júcar

El río Júcar serpentea por las tierras septentrionales de Albacete y, a su paso por Alcalá de Júcar, moldea uno de los pueblos más pintorescos de la provincia. El río traza una garganta que diseña la disposición de las casas que, aferradas a la ladera de la roca, flanquean sus calles estrechas. Trepan hasta el Castillo regalando al visitante una coqueta imagen de pequeñas viviendas, algunas de ellas excavadas en la roca, y escaleras escarpadas que se entrelazan entre ellas. Este legado ha convertido Alcalá de Júcar en Conjunto Histórico-Artístico y en el principal atractivo de la comarca La Manchuela Albaceteña.

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Río Mundo

Al sur de Castilla-La Mancha se halla una de las perlas naturales de estas tierras: el río Mundo, uno de los afluentes más importantes del río Segura que a kilómetro de distancia desemboca en el Mediterráneo. Nace en el Parque Natural de Los Calares del Mundo y de la Sima, donde se suceden las formaciones hidrogeológicas una tras otra. Su importancia pasa por su gran desarrollo kárstico y por la riqueza botánica de la montaña albaceteña Sierras del Segura. Aquí, se encuentra la cueva de los Chorros, una de las más importantes del sur penínsular con más de 50 kilómetros de galerías.

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Toledo

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Toledo

Aquí, frente a una de las postales con más magnetismo de Toledo, uno se cuestiona qué tuvo esta ciudad para precisar tal fortaleza. Para empezar, una ubicación estratégica que le permitió controlar las comunicaciones, convirtiéndose en un enclave de paso imprescindible. Ahora, más de un centenar de monumentos permiten comprender la importancia de Toledo, que fue capital de España antes de Madrid y una de las ciudades más antiguas del país. También un enclave donde convivieron musulmanes, judíos y cristianos, formando un crisol de culturas que le valió el apodo de Ciudad de las Tres Culturas y que se plasma en la arquitectura con mezquitas como la del Cristo de la Luz, sinagogas como la del Tránsito e iglesias como la de Santa María Blanca, su Catedral. En la sacristía se encuentra la obra El expolio de El Greco, quien vivió en Toledo y dejó en la ciudad otros cuadros como El entierro del señor de Ordaz en la parroquia de Santo Tomé. Callejeando, uno también se topa con su casa-museo, los antiguos Hospitales de Tavera y de Santa Cruz, las puertas de Bisagra, del Sol o del Cambrón, los puentes de Alcántara y San Martín y la ajetreada Plaza Zocodover.

 

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Cuenca

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Cuenca

Detrás de las Casas Colgadas se abre el barrio antiguo, construido por la mano del hombre y de la naturaleza. Atravesando la arcada barroca del Ayuntamiento, fachadas de colores y bulliciosas marquesinas dan vida a su Plaza Mayor. Resalta la Catedral de Nuestra Señora de Gracia, edificio a caballo entre el románico y el gótico, con influencia normanda, y vidrieras abstractas, surrealistas, cubistas e impresionistas realizadas por artistas contemporáneos como Gerardo Rueda y Gustavo Torner. Tras visitar el edificio religioso, uno puede hacer una pausa en los mesones tradicionales de la plaza, visitar el Museo Diocesano o contemplar el Ayuntamiento. También merece la pena adentrarse en el Museo de Paleontología de Castilla-La Mancha para viajar en el tiempo a través de más de doscientos fósiles y reproducciones de dinosaurios, que dominaron estas tierras hace millones de años y que algunos científicos han bautizado como la "Atapuerca de los dinosaurios". Por su parte, el Museo Provincial alberga restos desde el Paleolítico hasta la Edad Media. Con toda esta oferta, no hay duda de que Cuenca es una ciudad de museos.

 

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Segóbriga

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Segóbriga

Visitar este Parque Arqueológico es hacer un viaje en el tiempo y adentrarse a una época en la que Segóbriga albergaba un teatro, una anfiteatro, las termas públicas, templos y mercados. La visita al parque también permite visitar el acueducto, la necrópolis, la muralla y puerta principal, el foro, la basílica, la acrópolis y la basílica visigoda, entre otros vestigios. Para conocer toda la historia de este importante enclave de la Mancha conquense, hay que dirigirse hasta el Centro de Interpretación, donde se encuentran materiales didácticos que complementan la visita a los restos arqueológicos. Según las referencias de Plinio, la causa principal del crecimiento de Segóbriga fue el lapis secularis que se encontraba en sus minas y que era muy apreciado en Roma para hacer cristales de ventanas y ornamentos de fiestas. También adquirió importancia por su situación estratégica cerca de Tolentum Segontia, actual Toledo, y en la ruta que conectaba con Cartago Nova, actual Cartagena. Segóbriga descubre los restos de un imperio que se construyó, también, en la Meseta manchega. 

 

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Sigüenza

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Sigüenza

Se continúa por la calle Mayor, que abre a su izquierda una callejuela hasta la Puerta del Sol. Desde allí, se accede a la iglesia de Santiago, caracterizada por su portada románica que, junto a la catedral y la iglesia de San Vicente Mártir, conforman el triángulo románico de la ciudad. También se alcanza la plazoleta de San Vicente, donde se encuentra la Casa del Docel de estilo gótico civil. Merece la pena visitar su interior, que cuenta con salones decorados con cenefas y arcos de yesera. Desde sus callejuelas, aparece la mole del castillo, una alcazaba erigida encima de un pequeño castillo visigodo y de un castro romano. Hoy alberga un Prador de Turismo, que desde las almenas todavía hace gala de su original misión defensiva junto al recinto amurallado que conserva algunos tramos, torreones y puertas. Emplazada estratégicamente para controlar el paso del alto Henares y los valles de los ríos Salado y Dulce, Sigüenza estuvo habitada desde el Paleolítico y por ella pasaron culturas que dejaron su legado arquitectónico y cultural.

 

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Talavera de la Reina

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Talavera de la Reina

También conocido como el Alcázar de Abderramán III, esta fortaleza islámica se alza junto al río Tajo anexo a las murallas de la ciudad. La Talavera musulmana contó con tres recintos amurallados. Del primero, erigido en el siglo IX, todavía se conservan algunos restos. En el siglo XIII, la muralla se reforzó con diecisiete torres, de las cuales permanecen la mitad. Posteriormente, se levantó otra línea de muralla con numerosas puertas, como las de Sevilla, de Zamora y de Mérida, todavía presentes. El Alcázar, que fue castillo militar defensivo y sede de gobernadores y palacio en el siglo XIV, se encuentra junto al Parque del Cañillo, antesala al Parque de la Alameda y al Jardín del Prado, donde se encuentra la Fuente de las Ranas, diseñada por Francisco Arroyo y ejecutada en los talleres Ruiz de Luna, y el Estanque de los Patos, hecho de cerámica de Talavera. En este se alza la Basílica de Nuestra Señora del Prado, hogar de la patrona de la ciudad y epicentro de actos festivos y litúrgicos. Denominada la Capilla Sixtina de la cerámica, aquí el arte talaverano del siglo XVI se muestra en todo su esplendor. Una de las fiestas que se celebran en ella es la de las Mondas, considerada la fiesta documentada más antigua de España por ser heredera de la adoración romana a Ceres.

Almadén

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Almadén

Se llega al Parque Minero de Almadén desde su localidad homónima y, una vez allí, el visitante se sumerge en una experiencia que entremezcla aventura e historia a partes iguales. Con los cascos puestos, hay que adentrarse y bajar por los socavones, túneles y galerías construidas entre los siglos XVI y XVIII. En el parque existen varios elementos de relevancia y con buen estado de conservación, pero hay uno que destaca por encima del resto: el baritel de San Andrés, ubicado en la primera planta de la mina, a unos 50 metros de profundidad, y con varios pozos y hornos a su alrededor. La visita lleva aproximadamente medio día y puede ser el punto de partida para visitar el resto de Almadén. A escasos 200 metros del baritel de San Andrés, se encuentra el Castillo de Retamar, legado de la dominación árabe del siglo XII, denominado “Hins-al-madin” o Fuerte de la Mina, erigido para la defensa de esta. A sus pies se encuentra el casco antiguo, donde se entrelazan varios edificios religiosos y civiles y una plaza de toros única por su forma hexagonal. Desde allí, también se puede visitar el Real hospital de Mineros de San Rafael, la Cárcel de Forzados y la puerta de Carlos IV.

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Parque Natural Valle de Alcúdia y Sierra Madrona

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Parque Natural Valle de Alcúdia y Sierra Madrona

Una visita a este enclave natural discurre entre bosques, pastos, montañas y ríos. El transcurso del agua de varios arroyos y riachuelos contribuyen a enriquecer el paisaje y a alimentar el entorno antes de alcanzar los grandes Guadiana y Guadalquivir. Uno también se topa con hoces, cañones, cascadas y humedales estacionales, así como escarpes naturales y formas de origen volcánico y periglaciares del pleistoceno. Toda una lección de geología que se entremezcla con clases de historia. Dentro del parque natural se hallan enclaves como la ciudad ibero romana de Sisapo, alrededor de La Bienvenida, y el antiguo asentamiento romano de Almodóvar del Campo, que conserva un casco antiguo medieval con casas baldosadas. En sus alrededores, abundan enclaves con pinturas rupestres, como la cueva de La Venta de la Inés. También se hallan en los alrededores de Puertollano, donde se pueden visitar los museos Etnológico, de la Minería y Municipal.

 

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Almagro

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Almagro

Dada su popularidad, la plaza Mayor de Almagro sufrió una primera remodelación que suponía el cobro a modo de alquiler por parte de los inquilinos y propietarios de las galerías para ver los espectáculos que se celebraban en ella. Durante varios años y ante las necesiadades comerciales y de ocio, fue modificando su aspecto hasta finales del siglo XIX y principios del XX, cuando sufrió su última remodelación. Junto a la plaza, destaca el Corral de Comedia, erigido en 1628 y todavía en funcionamiento, siendo el único que permanece activo tal y como se hacía hace casi cuatro siglos. Eso sí, al visitarlo hay que tener en cuenta que sus dimensiones originales eran el doble de las actuales. Al entrar, uno se encuentra en medio de un patio rodeado por madera de color almagre, arcilla rojiza que da nombre a la población, y con un pozo en la entrada. Si se tiene la oportunidad, hay que asistir al Festival Internacional de Teatro Clásico, que cada verano transforma sus calles y terrazas en un gran escenario. Para adentrarse todavía más en el legado y la historia de Almagro, se puede visitar el Museo Nacional de Teatro, así como el Museo del Encaje, el palacio de los Fúcares, la Iglesia de San Agustín y el Convento de la Encarnación. 

 

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Campo Criptana

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Campo Criptana

A parte del indiscutible sello de identidad que son los Molinos de Viento, Campo de Criptana descubre un mundo de edificios emblemáticos, bodegas, fiestas y enclaves naturales. Desde el Cerro de la Paz, donde se encuentra la ermita de la Virgen de la Paz, se extiende la llanura manchega teñida de sus característicos colores ocre y un inmenso mar de viñas entre Tomelloso y Alcázar de San Juan. Desde este cerro, se alcanza el centro en un trayecto de 10 minutos que se inicia en la calle Escalerillas. Ya en el núcleo histórico, se llega a un antiguo manantial que procede de la sierra, la Fuente del Moco, y el barrio del Albaicín, que se alza como el arquetipo de barrio manchego de casas de teja árabe de color blanco y añil y callejuelas encaramadas. Aquí también se encuentran las famosas casas-cueva, excavadas en la roca alrededor del siglo XVI, como la Cueva de Mombrino y varios restaurantes donde degustar la gastronomía manchega junto a sus vinos y aceites. La ruta continúa por ermitas como la de Veracruz o de la Virgen de Criptana, y por la plaza Mayor antes de alcanzar el Pósito Real, antigua sede un banco agrícola del siglo XVI y que hoy es el Museo Municipal, donde se puede visitar una muestra de arqueología.

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Ruidera

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Lagunas de Ruidera

Las Lagunas de Ruidera se presentan al viajero como un enclave ideal para adentrarse tanto en la naturaleza como en la historia y cultura de Castilla-La Mancha. Merece la pena empezar la visita por las mencionadas lagunas, donde practicar turismo activo con algún deporte como kayak, buceo, paddle surf o vela. Por sus alrededores, se extienden varias rutas de senderismo que recorren un lugar de gran valor paisajístico, donde las quince lagunas se entremezclan entre ellas formando cascadas y saltos debido a formaciones geológicas como las barreras travertínicas. Junto a las lagunas, se extiende el núcleo urbano de Ruidera. Poblado desde el Paleolítico Inferior, destaca por sus yacimientos y villas de época romana, así como por una vía que recorría las lagunas. De origen árabe se encuentran los castillos de Peñarroya y Rocha Frida, y de época cristiana, la Parroquia Nuestra Señora de la Blanca. También permanecen en pie edificios erigidos durante el reinado de Carlos III, como la fábrica de la pólvora, el canal del Gran Prior y la Casa del Rey, obra del siglo XVIII atribuida a Juan de Villanueva.

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Belmonte

Foto: Turismo Castilla-La Mancha

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Belmonte

A los pies del imponente castillo, se extiende el centro histórico de la villa de Belmonte, donde emerge la iglesia de San Bartolomé. Conocida como “La Colegiata”, se erigió sobre una antigua parroquia visigótica del siglo V. Diez siglos más tarde, fue instituida como colegiata por el Papa Pío II. De estilo principalmente gótico, se alza sobre una planta de tres naves con pináculos y arcos gremiados. Ya en su interior, sus muros regalan al visitante toda una muestra de arte: capillas, altares, retablos, bóvedas, esculturas, pinturas… A su vera, se puede visitar el Palacio de Buenavista y el Convento de los Jesuitas y los Trinitarias y, callejeando, Belmonte sorprende con su Casa de las Comedias, la ermita de Nuestra Señora de Gracia y el museo de las Cosas del Pueblo, que alberga más de 1.500 piezas de carácter etnográfico. Belmonte es monumental y, entre sus callejuelas, se respira la historia de un pueblo que en su tiempo tuvo la misma importancia que la capital de su provincia, Cuenca. Es una ciudad monumental declarada Conjunto Histórico-Artístico que en el siglo XVI vio nacer a su hijo predilecto: Fray Luis de León. Además, conforma un legado arquitectónico que llamó la atención al director Anthony Mann para rodar la película El Cid y de la cineasta Pilar Miró para ubicar su filme El Crimen de Cuenca. También algunas escenas de El Caballero Don Quijote de Manuel Gutiérrez Aragón se filmaron en Belmonte, destino que forma parte de la famosa ruta del Quijote.

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Alcalá del Júcar

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Alcalá del Júcar

Al centro histórico de Alcalá de Júcar se accede por alguno de los puentes que cruzan el río, entre los que destaca el Puente Romano, que conforma la postal por excelencia de esta localidad junto a la roca y el Castillo de arquitectura islámica. Al resguardo de su torreón de defensa, se extienden los restos de la muralla que han llegado hasta nuestros días. Una ubicación que, según algunos hallazgos, demuestran que ya habían ocupado los íberos y los romanos. A su abrigo se encuentran otros monumentos como la Ermita de San Loenzo, la Iglesia de San Andrés o la peculiar Plaza de Toros. Las casas cueva, además de un legado histórico impresionante, conectan el pasado de Alcalá de Júcar con el presente, ya que algunas de ellas se han convertido en locales de ocio. De noche, las luces de las casas y del castillo transforman Alcalá de Júcar en un enclave todavía más mágico. A escasos kilómetros, el visitante puede complementar la experiencia cultural con las excursiones a parajes naturales como el Tronco del Lobo, el embalse del Molinar y el parque natural del Júcar.

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Río Mundo

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Río Mundo

Es en estas cuevas, que se abren a una pared vertical, nace el río Mundo con una espectacular caída de más de 80 metros. Todo el entorno está moldeado por su curso, que deja su huella en forma de cascadas y de calderetas, pequeñas pozas de agua. Todo ello refleja la etimología de su topónimo, que proviene del latín “inmundo”, traducido como limpio o claro. Además, el Calar del Mundo es el segundo enclave con mayor densidad de dolinas de la península, con un total de 960, que se extiende por el sur de Castilla-La Mancha dejando numerosos regalos para el viajero, tales como los Chorros del Río Mundo, Poljé de la Cañada de los Mojones y Sierra del Cojún. Su nacimiento es, sin duda, un enclave que disfrutarán los amantes de la geología, pero también aquellos que encuentran en la naturaleza una vía de escape. El parque atesora más de 1300 especies de flora, visible desde lo lejos con pinos, encinas y quejigos. En sus alrededores, uno puede detenerse en Ayna, Letur, Molonicos o Elche de la Sierra para degustar los platos más tradicionales de la zona.

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