Refugio de Vida Silvestre Caño Negro
La zona que protege el Refugio de Vida Silvestre Caño Negro abarca casi 10.000 hectáreas, de las que 800 pertenecen al humedal. El paisaje cambia en función de las crecidas de los ríos Frío y Caño Negro, que hacen que las lagunas queden conectadas o aisladas y se pueda navegar entre ellas. Desde el pueblo salen embarcaciones para conocer una parte de la zona protegida. Los propios patrones son los encargados de ir identificando especies tan vistosas como el ibis verde, la gaceta tricolor, la espátula rosada o el basilisco verde en uno de los muestrarios más estimulantes de fauna silvestre de Costa Rica.
San Gerardo de Dota
La zona que se extiende alrededor de El Parque Nacional de los Quetzales, cerca de San Gerardo de Dota, es uno de los mejores lugares de Centroamérica para ver al quetzal, un ave sagrada para las culturas de Mesoamérica. Tras la llegada de los pioneros que se establecieron en San Gerardo de Dota, el paso de unos científicos de Harvard fue clave para el desarrollo de este pueblo. En sus notas de campo dejaron escrito, junto a la foto de una pareja de quetzales, que era un ave abundante. Sobre el frágil bosque nuboso, cruzado por el río Savegre, resulta fácil observar su vuelo o verlo posado en una rama comiendo aguacatillos.
Reserva Pacuare
En la estación de investigación de la Reserva Pacuare se tiene la oportunidad de seguir los estudios que los biólogos residentes están desarrollando para la protección de las tortugas marinas, principalmente de las especies baula y carey. Desde primera hora de la mañana recorren la playa en busca de rastros de tortuga para trasladar los huevos de la puesta a zonas seguras a salvo de depredadores, de saqueos y para estar pendientes del momento de la eclosión. En este enclave del norte del litoral caribeño también cría la espectacular garza agami.
Parque Nacional Rincón de la Vieja
Fumarolas, pailas expulsando barro y aguas mineromedicinales, son la muestra evidente de que el volcán Rincón de la Vieja está muy vivo. Las Pailas y Santa María son los dos sectores en los que se divide el parque nacional. Las comunidades rurales que viven alrededor están involucradas en los trabajos de conservación y ofrecen el servicio de visitas guiadas. En el área de influencia del parque encontramos la cascada Oropéndola, que permite el baño en la poza que forma en su caída, y el río Negro, en el que hay piscinas con aguas termales.
Sur de Nicoya
La zona sur de la península de Nicoya está ocupada por numerosas playas donde los amantes del surf encuentran algunas de las mejores olas de Costa Rica, como Santa Teresa o Malpaís. Desde Tambor, una pequeña localidad con otra hermosa playa, salen embarcaciones para navegar por Bahía Ballena. En la estación seca es posible avistar ballenas jorobadas, falsas orcas y, en ocasiones, tiburones ballena. Desde esta parte del litoral también parten las excursiones a Isla Tortuga, un buen lugar para la práctica del esnórquel, y a la Reserva Curú.
Península de Osa
Esta península, en el sur de la costa del Pacífico, es uno de los lugares del mundo que concentra más biodiversidad con relación a su tamaño. Fue la tierra de los borucas, quienes nos legaron las enigmáticas esferas de piedra y una artesanía de las máscaras que todavía mantienen sus descendientes. Golfo Dulce es un buen lugar para la observación de cetáceos —hasta 34 especies se han registrado en aguas de Costa Rica— y la localidad de Sierpe nos permite acceder a Osa por vía acuática, navegando por una red de canales que serpentea entre el mayor manglar de Latinoamérica.
Refugio de Vida Silvestre Cipanci
La comunidad de Ortega, a orillas del río Tempisque, es un lugar de vida pausada. Un grupo de mujeres está trabajando para mostrar y recuperar las tradiciones de la cultura chorotega. En el tour que realizan por su comunidad incluyen cursos de cocina, en los que se aprende a elaborar platos de su recetario tradicional, talleres de cerámica, y la navegación por el Refugio de Vida Silvestre Cipanci, una actividad guiada para hacer avistamientos de la fauna y las especies vegetales que tanta importancia han tenido en su cultura.
Sarapiquí
El cantón de Sarapiquí es un buen exponente de la biodiversidad fluvial de las tierras bajas de la vertiente caribeña de Costa Rica. Navegando por los ríos Puerto Viejo y Sarapiquí se puede disfrutar de aves tan hermosas como la tigana, también conocida como ave sol, una especie de ave que se mueve por los torrentes y arroyos solitarios de las selvas tropicales. Cuando abre sus alas en forma de abanico muestra su espectacular plumaje, un diseño moteado que recuerda al sol. El guacamayo ambiguo o lapa verde es otra de las aves destacadas de la zona.
Reserva Yatama
Pedro Méndez compró las tierras de la Reserva Yatama con el único objetivo de protegerlas. En menos de dos décadas, los terrenos destinados a potreros para el ganado, con una escasa mancha de bosque primario, se han vuelto a cubrir de una densa selva de gran valor ecológico, que hace funciones de corredor biológico para el cercano Parque Nacional Braulio Carrillo. Una de las actividades más destacadas de la reserva es el tour nocturno por el bosque, en el que podemos ver especies tan valoradas por los herpetólogos como la rana arbórea de corona.