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Otoño en Navarra: un viaje entre bosques mágicos en clave sostenible

Más allá de la Selva de Irati, otros montes, valles y bosques reviven su encanto en esta bella estación.

Llega el otoño, los días se acortan y se hacen más frescos, el paisaje se tiñe de tonos ocres, dorados, rojos y naranjas y los atardeceres tienen una luz muy especial. Si hay un territorio donde vivir este momento intensamente es Navarra, ya que este momento del año es seguramente cuando el paisaje está en su momento más espectacular. Perderse por sus bosques, conocer pueblos bonitos y sus historias, probar las delicias de temporada, como las setas, las pochas y los pimientos y, en definitiva, deleitarse con la magia de esta estación en un entorno rural marcado por la naturaleza. Un fantástico plan al que hay que sumarle un plus: visitar estos rincones en modo slow, conociendo sus pueblos, conversando con sus habitantes y disfrutando de su artesanía. Decenas de estímulos con muy pocas emisiones. ¿Quién da más?

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Irati

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La Selva de Irati

Un clásico hayedo otoñal de Navarra es, sin duda, la Selva de Irati, un extenso bosque que esconde rincones preciosos y que ofrece en esta época del año toda la paleta de ocres, rojos, amarillos y naranjas posibles. En esta selva se esconde un hayedo Patrimonio de la Humanidad, el de Lizardoia, que destaca por su magnífica conservación. Dentro de este paraje se encuentran tres reservas que compiten en belleza y en oferta de actividades, desde las más aventureras a las más familiares, que harán las delicias de los amantes de la naturaleza.

Aralar Araitz Javier Campos. La Sierra de Aralar

Javier Campos

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La Sierra de Aralar

Compartida entre Navarra y el País Vasco, esta extensa cadena tiene en su haber una zona especialmente otoñal en los hayedos que se ubican en el Realengo y alrededor de los municipios de la comarca de la Sakana. Este hayedo no solo esconde numerosos dólmenes, que alimentan mitos y leyendas como la de Teodosio de Goñi o la diosa Mari, sino también senderos que llevan por arboledas de ensueño donde encontrar antiguas ermitas, como el Santuario de San Miguel de Aralar. Con el marco de esta sierra, es posible conocer encantadores pueblos, como Lekunberri, y pasear por la ruta de los robles milenarios de Etxarri Aranatz.

Baztan   Regata de Aritzakun   Iñaki Zaldua. El Valle de Baztán

Iñaki Zaldua

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El Valle de Baztán

Las colinas suaves y los campos verdes de uno de los valles con más encanto de Navarra son ideales para perderse entre caseríos de piedra y regatas cristalinas, y cómo no, entre arboledas como la del Bosque de Quinto Real, ubicado entre el valle de Baztán, el de Esteribar, el de Alduides y el de Erro. Entre los ciervos, corzos y jabalíes de sus tierras y los halcones peregrinos y buitres leonados de sus cielos, se extiende uno de los hayedos mejor conservados de Europa. El río Bidasoa hace el resto, modelando la majestuosidad de unos paisajes salpicados de pueblos, tradiciones y una rica gastronomía.

Embalses de Leurtza (3). Parque natural del Señorío de Bertiz

Turismo de Navarra

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Parque natural del Señorío de Bertiz

El río Bidasoa sirve de manto a un espacio cercano al Cantábrico, con la belleza del Pirineo Occidental y la magia de la leyenda de los bosques más profundos. Se creé que entre sus ríos corren sirenas que protegen el lugar, donde un jardín botánico da la bienvenida a un bosque repleto de caminos, con un Jardín Histórico-Artístico de más de 100 años donde disfrutar de secuoyas, cedros, camelias y bambúes, entre otras especies. Desde el Palacio de Bertiz hasta el Centro de Interpretación de la Naturaleza, un paseo por este parque sumerge al visitante en la belleza de lugares como los dos Embalses de Leurtza, construidos a principios del siglo XX.

Urbasa-bosque encantado J. Campos 002. El Bosque Encantado de Urbasa

J. Campos

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El Bosque Encantado de Urbasa

Otro de los hayedos más famosos de Navarra es el Hayedo Encantado de Urbasa, con árboles que pueden alcanzar hasta 20 metros y que se combinan con piedras calizas dando lugar a un característico paisaje. Aquí se pueden encontrar vestigios del oficio de carbonero, como cabañas y raíles por donde circulaban las vagonetas, pero también rincones naturales con gran encanto, como el haya de las Limitaciones, cuyas raíces se alzan sobre el suelo creando una bella estampa. Repleto de leyendas y de senderos adaptados, es uno de los mejores lugares para disfrutar en familia de la magia de las arboledas navarras.

Eugi-Juan Martinez Urmeneta-. Eugi, Orgi y Basaburua

Juan Martinez Urmeneta

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Eugi, Orgi y Basaburua

Al sur del valle de Ultzama se encuentra el bosque de Orgi, único robledal húmedo milenario de Navarra, que ubica sus ochenta hectáreas a escasos kilómetros de Pamplona y que cuenta con una cuidada red de senderos y actividades culturales. A unos kilómetros hacia el oeste, el bosque de Eugi esconde bellezas que vale la pena visitar, como la antigua y fotogénica fábrica de armas, una de las más famosas de Navarra. Siguiendo en esta ruta occidental, el viajero encuentra Basaburua, una coqueta localidad marcada por la fama de los robles monumentales de Jauntsarats, con ejemplares como el Kisulabe, el de mayor circunferencia de tronco de la comunidad foral.

Belabarce Roncal Iñaki Tejerina. El Valle de Belabarce

Iñaki Tejerina

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El Valle de Belabarce

Belabarce, un valle surcado por el río que le da nombre y por una reserva forestal de pino y hayedos, es un lugar perfecto para disfrutar de lugares tan mágicos como la Cueva de Ibón y la Cascada de Belabarce. Cercano a este enclave está Aztaparreta, ubicado en el Rincón de Belagua. Esta masa arbórea totalmente virgen, con hayas y abetos salpicados por tejos y olmos, y algún que otro caserío, no cuenta senderos marcados, pero vale la pena conocerlo para vivir de cerca la belleza de un bosque totalmente puro.

Burguete - Auritz Iñaki Tejerina 02. Burguete

Iñaki Tejerina

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Burguete

En la ruta del Camino de Santiago se encuentra esta preciosa localidad con un conjunto histórico declarado Bien de Interés Cultural. Burguete es uno de los pueblos – calle de Navarra, al igual que Lantz, que nació gracias al tráfico de peregrinos, y se encuentra a tan solo 2,5 kilómetros de Roncesvalles y del Bosque de Basajaunberro, que acaricia las laderas del monte Astobizkar y que está custodiado, según la leyenda, por el Basajaun, un ser mítico que lo habita y lo protege.