Tokio es una ciudad que inspira los sentidos. Ya sea desde su vertiente más futurista, llena de neones, atracciones tecnológicas y calles que parecen un desfile de moda urbana, o desde su lado más tradicional, con sus jardines, palacios y vestigios del periodo Edo, por ejemplo. Todo en ella es superlativo. Desde el mismo mapa, que se vuelve vertical en muchas ocasiones, hasta la cantidad de oferta en restauración, vida nocturna, compras, cultura, cafeterías o museos.
Vista su extensión, es una ciudad a la que forzosamente hay que aproximarse de barrio en barrio. Sólo avanzando a través de ellos como si fueran casillas de un juego de mesa, se puede ir avanzando en su descubrimiento. Sin duda, este será el año de Tokio, y lo será fundamentalmente por una buena cantidad de razones.