Promocionado por Turismo de Galicia

Ribeira Sacra, la escapada perfecta para esta primavera

Un viaje multisensorial a través de viñedos, cañones y monasterios que aspiran a ser Patrimonio de la Humanidad.

Espiritualidad y gastronomía, cañones espectaculares y viajes al pasado, bosques y monasterios... Ribeira Sacra se ha convertido en uno de los destinos más buscados cuando de tranquilidad y autenticidad se trata. En el sur de la provincia de Lugo y el norte de la de Ourense y bañada por el curso fluvial de los ríos Miño, Sil y Cabe, ha sido elegida como la propuesta española a Patrimonio Mundial. Se trata de una zona que ofrece una naturaleza repleta de frondosos bosques que dibujan un paisaje de verdes y ocres, viñedos situados en escarpadas laderas y viajes en catamarán en los cañones que se han ido formando gracias a las agua fluviales, señas de identidad de este territorio de Galicia que, repartidos en sus 16.500 hectáreas, esconde incluso restos arqueológicos de gran valor histórico. Todo esto y mucho más es lo que hace que la Ribeira Sacra sea la escapada perfecta para esta primavera, con lugares y actividades clave para cada momento del día.

1 /8

Foto: Turismo de Galicia

1 / 8

Por disfrutar su naturaleza

Una de las razones por las que la Ribeira Sacra se ha convertido en destino singular es gracias a los paisajes que ofrece, sobre todo los que regala el Cañón del Río Sil. Estas gargantas naturales creadas hace millones de años en las orillas de los ríos Sil y Miño, consiguen una gran profundidad en algunos puntos y los ríos son navegables a través de cruceros en catamarán, uno de los atractivos turísticos de la zona. Desde las embarcaciones se aprecian los desniveles del paisaje, sus pendientes e incluso viñas. En las alturas abundan también los miradores naturales colgados sobre el río, ideales para la contemplación de un paisaje de inusual belleza.

Foto: iStock

2 / 8

Por alojarse en un monasterio

La Ribeira Sacra puede presumir de tener una de las más amplias concentraciones del románico en Europa. Sus huellas patrimoniales ilustran la riqueza y variedad de la arquitectura de los siglos XII y XIII, llegándose a documentar un total de 85 monasterios en un área de apenas 165 metros cuadrados donde monjes y ermitaños encontraron durante siglos la calma y el sosiego que buscaban. Esa espiritualidad se respira en lugares como Santo Estevo de Ribas de Sil, antiguo convento cuyo edificio ha sido totalmente rehabilitado e integrado en la red de Paradores Nacionales. Desde este punto, y gracias a la boscosa zona que lo rodea, se pueden realizar jornadas de senderismo para descubrir cómo conviven robles y castaños con alcornoques y madroños, muy poco habituales en Galicia.

Foto: Turismo de Galicia

3 / 8

Por pasear sobre el río Mao

El río Mao nace en A Serra de San Mamede y transcurre por un paisaje increíble antes de llegar a su destino, que es la unión con el río Sil en Barxacova, Orense. La pasarela como tal es un paseo construido en madera que cuenta con rampas y mirador, aprovechando un antiguo canal de agua, con menos de un kilómetro de distancia y que transcurre a través del estrecho valle de Mao pero que merece la pena deleitarse en él. Comienza en el mismo pueblo de Barxacova, concretamente en la antigua fábrica de luz convertida hoy en albergue, y el recorrido finaliza en la playa fluvial que se forma por las aguas retenidas del embalse de Santo Estevo.

Foto: Turismo de Galicia

4 / 8

Por descubrir el mirador de Cabo do Mundo

A la altura de la pequeña aldea de San Martiño de A Cova, el río Miño parece quedarse encajado entre enormes pendientes salpicadas de viñedos, retorciéndose entre meandros y dando lugar a la impresionante península de Cabo do Mundo. A su paso por esa zona, el cauce tiene que formar una cerrada curva que se convierte en esta porción de tierra salvaje, desde cuyo mirador y como aseguran en la zona “no hay nada que se interponga entre uno mismo y el horizonte”. Terrazas de viñedos, campos de cultivo, bosques y por supuesto construcciones románicas son algunas de las maravillas que pueden disfrutarse.

Foto: Turismo de Galicia

5 / 8

Por su viticultura heroica

En la visita a la Ribeira Sacra, es imprescindible conocer además sus ‘socalcos’, esos viñedos en laderas, que requieren un esfuerzo heroico. Son recursos únicos que solo pueden verse en este lugar de Galicia, cuna del afamado vino Amandi, que forma parte de una de las cinco denominaciones de origen vitivinícolas de la Comunidad gallega. Vendimiar se convierte casi en deporte de riesgo, donde los vendimiadores se descuelgan por las escarpadas laderas a veces incluso con arneses y por supuesto, la cosecha a la espalda.

Foto: Turismo de Galicia

6 / 8

Por conocer el monasterio de Santo Estevo de Ribas

No importa a quién se pregunte o dónde se busque información, todo el mundo coincide que si hay una construcción que de verdad resume y representa los monasterios románicos que tan famosa han hecho la Ribeira Sacra es sin duda el de San Estevo de Ribas de Miño. Con claras influencias del Maestro Mateo, escultor y arquitecto entre otras obras de la Catedral de Santiago, San Estevo se erige rotundo entre el agreste paisaje del cañón del río Miño.

Foto: Turismo de Galicia

7 / 8

Por indagar en el valor antropológico de San Pedro de Rocas

San Pedro de Rocas, un templo excavado en roca viva que, en su interior, transmite una sensación muy similar a la de estar en una cueva primitiva. En él no hay estructuras góticas o armoniosas proporciones renacentistas, el verdadero valor de San Pedro es que se trata de una construcción antiquísima, tosca, casi primitiva que se remonta al año 573, cuando se tiene constancia de sus primeros ocupantes. Situado en el monte Barbeirón en el pueblo de Esgos, fue heredado por seis personas que comenzaron a vivir allí, convirtiéndose en uno de los primeros lugares de Galicia en que se produce el paso de la vida en solitario a la vida en grupo.

Foto: iStock

8 / 8

Por recorrer los senderos próximos a Santa Cristina de Ribas de Sil

Y la Ribeira Sacra es también tierra de bosques que se convierten en perfectos reclamos para jornadas de senderismo donde se puede descubrir cómo conviven robles y castaños con alcornoques y madroños, muy poco habituales en Galicia. Es imprescindible pasear por el bosque benedictino de Santa Cristina de Ribas de Sil, en Parada de Sil. De hecho. Una de las rutas más bonitas es la conocida como PR.G 98, que discurre a lo largo de poco más de 18 kilómetros entre Cañón del Sil y Santa Cristina, y donde se pueden ver miradores, los bosques centenario e incluso viñedos.