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Ruta del Vino Ribera del Duero, escapada al paraíso del vino

Las bodegas subterráneas guían un viaje que se adentra en la historia y en la naturaleza de este paisaje marcado por el Duero.

Historia, viña y piedra, así marca la senda acuática el Duero, convertido en un placer veraniego para todos los públicos a través de la Ruta del Vino Ribera del Duero. Una sorpresa que entre el verde de las viñas, sus bodegas subterráneas y sus parajes naturales se convierte en el plan perfecto para una escapada tan larga como quieras disfrutar.

 

Aranda de Duero es parada capital, donde la sorpresa llega casi a modo de catacumba en una ciudad que ha vivido por y para el vino. Más de siete kilómetros de túneles resuenan bajo sus calles, horadadas de antiguas bodegas donde hasta hace no tantos años se elaboraba vino. Casi como una ratonera, la ciudad apuesta por un refrescante plan donde, entre otras cosas, se pueden hacer catas en estas antiguas bodegas subterráneas y conocer las formas de elaboración de un pasado mucho más reciente de lo que se piensa.

Moradillo de Roa
Moradillo de Roa / Foto: Ruta del Vino Ribera del Duero

Así se cuaja la historia de una región que siempre hizo del vino su seña de identidad, aprovechando cada guiño del terreno para hacer la vida más fácil y fresca. También bajo tierra, como las Memorias del Subsuelo de Dostoievski, Sotillo de la Ribera presume de bodegas subterráneas en la vertiente burgalesa. Como también sucede con El Cotarro, en Moradillo de Roa, con más de 150 bodegas en el subsuelo, excavadas hasta en siete niveles distintos aprovechando un cerro natural que el Ayuntamiento ha recuperado como planazo enoturístico.

 

Repartidas por todo el territorio de la Ruta del Vino Ribera del Duero, estas ocultas bodegas se desparraman también por municipios como San Esteban de Gormaz, en territorio soriano, donde 300 lagares y bodegas se escondían en las colinas del pueblo y donde se había hecho vino desde —como mínimo— el siglo XVII. Dentro del mismo término municipal, a 970 metros de altitud se encuentra el pueblo de Atauta y el Conjunto de Bodegas "El Plantío", separados por el Arroyo de la Laguna o Golbán.

San Esteban de Gomarz
San Esteban de Gomarz / Foto: Ruta del Vino Ribera del Duero

Un despliegue panorámico que el ojo no ve a simple vista y que luego, cuando se sale de nuevo a la superficie, vibra con el camino que el Duero marca. Letánico y eterno, este germen de Castilla ofrece en sus márgenes divertidos y activos planes, como el de la GR14, una ruta de gran recorrido para senderistas de toda condición que bordea los cauces del río. Con calma y disfrutando del entorno, cinco etapas entre Aranda y Quintanilla de Onésimo, con altos en Roa, Peñafiel o Valbuena permiten acompañar a esas aguas que despiertan en Soria e hidratan los viñedos que se multiplican en la Ruta del Vino Ribera del Duero. A escasos 3 km de Peñafiel, en las lagunas de Padilla se puede disfrutar de un día de senderismo o ciclismo, así como de actividades relacionadas con estas lagunas, así como la observación de aves.

Lavanda
Foto: Ruta del Vino Ribera del Duero

Detalles en azul y verde que además salpican de más colores y vida a otros rincones igualmente encantadores. En morados y ocres, los de la lavanda y los de la arcilla, se tiñe Caleruega a finales de junio y principios de julio, erguida en fundamental postal para llenar más la paleta cromática de la zona. Ajeno a los celos, además, lo calizo llama la atención en las Hoces del Río Riaza, cuyas aguas acaban alimentando al Duero. Es aquí donde la erosión y la geología atraen las miradas del caminante y el lugar donde los buitres leonados encuentran su cobijo. En repisas y oquedades, cada hoz del Riaza se convierte en hogar de decenas de aves que avalan la vivacidad de un territorio donde el verano se goza de manera diferente.

Parque Natural de las Hoces del Riaza
Parque Natural de las Hoces del Riaza / Foto: Ruta del Vino Ribera del Duero