Entre todos los picos, miradores y balcones suizos, el Schilthorn tiene algo especial. Y no es su altura (2.970 metros sobre el nivel del mar), por mucho que su cumbre sea la más alta de los Prealpes berneses. Lo que le hace realmente único es su ubicación que lo convierte en la mejor butaca posible para disfrutar del show natural que ofrecen los picos del macizo de Jungfrau: el propio Jungfrau (4.158 m), el Eiger (3.970 m) y el Mönch (4.110 m). A todo ello le suma un restaurante con vistas de 360 grados capaz de robarle protagonismo a James Bond en Al servicio de su Majestad, un cameo con el que fascinó a las retinas de todo el mundo. Un cóctel cinematográfico y alpino que en verano se vuelve, si cabe, más apetecible con estas propuestas.