La Siberia extremeña tiene que ver poco con la estepa rusa que supera los 50 grados bajo cero en invierno con facilidad. Tampoco es tan extensa, es más verde, tiene cielos azules y un clima suave la mayor parte del año. No se sabe muy bien cómo acabó recibiendo el apelativo de la otra. Algunos dicen que vino por la dificultad de acceso, pero eso, en todo caso, sería en tiempos remotos. Hoy está a poco más de dos horas en coche desde Madrid.
Otros cuentan que fue un embajador español, conocedor de las estepas rusas, que encontró cierto parecido entre una y otra y acabó por popularizar el nombre. Sea como sea, este año, La Siberia extremeña celebra su primer aniversario como Reserva de la Biosfera. En total, cerca de 156.000 hectáreas y 11 municipios que dan para mucho: colinas de bosques tupidos, dehesas, olivares, llanuras de pastos y agua, mucha. Un paisaje singular donde disfrutar del senderismo, de las aves, de un rico patrimonio histórico, del piragüismo y otras actividades de agua o de la observación de estrellas… Son sólo algunas de las muchas propuestas para disfrutar del ansiado reencuentro con la naturaleza y del aire libre, alojándose en alguno de los muchos alojamientos rurales que hay en el territorio.