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Terres de l'Ebre, el destino donde todo es posible

El sur de Cataluña depara un territorio lleno de asombrosos planes por descubrir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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TORTOSA

Foto: Terres de l'Ebre

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TORTOSA

Dertosa, Turtuxa, Tortosa… Sus diferentes nombres en el tiempo indican que fue un enclave codiciado desde la antigüedad. Ya los íberos escogieron la actual capital de la comarca del Baix Ebre para establecerse. Atravesada por el río, fue espacio de convivencia durante siglos de tres culturas, la musulmana, la cristiana y la judía. Durante el siglo XVI, fue una ciudad con una relevancia histórica que se revive cada año durante la segunda quincena de julio con la Festa del Renaixement. 

Como prueba de su pasado espléndido, la ciudad hace gala de un impresionante patrimonio monumental, con el castillo de la Suda, sus antiguas murallas, la basílica-catedral de Santa María, el nuevo espacio arqueológico Tortosa Cota 0 y elegantes joyas renacentistas que salpican el casco antiguo. A lo lejos, en el horizonte, siempre la inconfundible silueta del macizo de Els Ports, todo un universo de naturaleza para disfrutar haciendo senderismo o ciclismo. Para captar la majestuosidad del valle del Ebro se puede recorrer algún tramo de la Vía Verde de la Val de Zafán, antiguo trazado ferroviario que unía Aragón y Tortosa. Sin duda, una aventura divertida y accesible para todos los públicos.

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L'Ametlla de Mar

Con sus casas blancas asomadas al mar, el encanto marinero de l’Ametlla de Mar se percibe en todos sus rincones, pero especialmente al pasear por el puerto mientras la brisa impregna de salitre el ambiente. El municipio cuenta con una gran variedad de playas y calas, para naturistas o no, para los que gustan de arena o de rocas, para ir con la mascota, vírgenes o con bandera azul, accesibles o no tanto. Con 20 km de litoral, l'Ametlla de Mar presume de ser una deliciosa galaxia playera con una treintena de calas y arenales.

A la gran mayoría de estas playas se puede llegar caminando, siguiendo el GR-92 que recorre toda la costa. Todo ello permite un amplio abanico de actividades marinas, aguas transparentes gracias a las praderas de posidonia donde hacer snorkel, practicar el kayak o el paddle surf. Una de las experiencias estrella de l’Ametlla de Mar es el tuna tour, una inmersión total en la historia, la pesca, investigación, biología y cultura gastronómicas del atún rojo. Quienes lo deseen podrán, además, nadar entre estos peces que pueden alcanzar los 200 kg de peso. 

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Amposta

Aunque se trate de una reconstrucción, pues el original fue bombardeado durante la Guerra Civil, el puente colgante de Amposta, el segundo puente colgante del mundo construido con el sistema de hormigón armado tras el de Brooklyn, es toda una sorpresa. Pero además de este icono urbano, Amposta es una excelente base para adentrarse en el Delta de l’Ebre: primero, visitando el Museu de les Terres de l’Ebre, ubicado en el que fuera antiguo matadero; y después, caminando y pedaleando para respirar aire puro y descubrir un paisaje único. 

Rutas como la del camino centenario de Sirga, un bonito recorrido que empieza en la oficina de turismo y continúa paralelo al río Ebro hasta llegar a la zona de Migjorn en Sant Jaume d’Enveja. Además de otras opciones para auténticos devoradores de kilómetros, como el Camino de Santiago del Ebro, que se inicia en la desembocadura y remonta el curso del río hasta Logroño, donde enlaza con el Camino Francés. Es imprescindible igualmente visitar la laguna de l'Encanyissada, la más grande del Delta de l'Ebre, con una extensión de 1.192 ha y una gran biodiversidad. Lo más recomendable es comenzar este itinerario en la Casa de Fusta, a orillas de la laguna, una singular construcción de aire canadiense que funciona como centro interpretativo del lugar. Hay que dejar tiempo para la segunda laguna más grande del Delta, la Laguna de la Tancada, que estaba unida antes a la de l' Encanyissada, y en la que generalmente se pueden ver flamencos durante todo el año. En junio, Amposta acoge año tras año las fiestas tradicionales del arroz en el Mas de la Cuixota.

LA RA`PITA

Foto: Terres de l'Ebre

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LA RÀPITA

Al pie de la Sierra del Montsià, Sant Carles de la Ràpita se sitúa en la parte más meridional del Delta de l’Ebre, a la entrada del gran puerto natural de Els Alfacs. Un enclave marino excepcional que alberga la Estació Nàutica de Sant Carles de la Ràpita, donde se ofrece un amplio abanico de actividades acuáticas. Protegida de forma natural por la barra del Trabucador, la bahía permite la práctica de kayak, vela ligera, kitesurf, windsurf, rutas guiadas en barca... Esta larga playa de dunas, rodeada de mar por ambos lados, es uno de los enclaves más especiales de Terres de l'Ebre. Sobre todo a media tarde, cuando la luz dorada del crepúsculo tiñe de tonos rojos la arena. Otras playas, como la de Garbí y de las Delicies, ambas urbanas y con bandera azul, son ideales para ir con los más pequeños, dada su poca profundidad y calidad de baño. 

Más allá del ámbito marino, quienes quieran aventurarse en una caminata por la Sierra del Montsià, la subida a la Foradada brinda una gran ventana pétrea con vistas al mar. Y tras tantas emociones, toca reposar ante una buena mesa. La gastronomía no falla tampoco en esta zona de Terres de l’Ebre, donde todo gira alrededor del langostino y del arroz. Las fiestas de la Plantada (junio) y de la Sega (septiembre) en la Ràpita se realizan en la Fundación Plegadís.
 

RIBERA D'EBRE

Foto: Terres de l'Ebre

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La Ribera d'Ebre

La Ribera d’Ebre es una comarca con una ubicación privilegiada donde la naturaleza regala momentos inolvidables. Rutas de senderismo, cicloturismo, descensos en kayak o navegación fluvial son algunas de las propuestas que  ofrece. Un patrimonio natural espectacular, lleno de vida y color especialmente en época de floración, en el que hay sorpresas inesperadas como la reserva Natural de Sebes, que se puede conocer pedaleando por el Camí de Sirga. Y para vivir la historia, hay lugares como el castillo de Miravet, cuya visión sorprende tanto si se opta por navegar por el río como si se prefiere hacer la etapa 39 del GR 99 (de Móra d’Ebre a Benifallet); y también el poblado ibérico de Tivissa o el palacio renacentista Ca Don Juan de Vinebre.

Además, se puede llegar a experimentar el paisaje a través del paladar gracias a la exquisita clotxa, un plato típico que concentra todo el sabor de la Ribera d’Ebre, hecho a base de tomate, cebolla, ajos, sardinas asadas y abundante aceite. Y si a esto se le añade la fruta de temporada, los melocotones y las cerezas, la magia de la Ribera d’Ebre se convierte entonces en una experiencia única.
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L'AMPOLLA (1)

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L'AMPOLLA

L’Ampolla es la puerta de entrada al Delta de l’Ebre por su parte norte, un territorio que es una combinación perfecta de mar, bahía, tierra y dunas. Si se recorre el GR 92 hacia l'Ametlla de Mar, se podrá admirar una impresionante variedad de postales marítimas, como la bella Cala Maria (galardonada con la bandera de playas vírgenes) o la Playa de Cap-Roig, de arena y de grandes dimensiones que destaca por su pintoresco entorno de acantilados rojizos que le dan nombre.

Sin embargo, los campos de arroz y sus lagunas son los elementos más característicos del paisaje aquí. La Bassa de les Olles, la más pequeña del Parc Natural del Delta de l'Ebre, conecta con la bahía del Fangar y es un enclave esencial para flamencos, garzas y otras aves acuáticas que se pueden observar desde los diferentes miradores. Bastará un kayak para hacerse con las mejores panorámicas de esta bahía, uno de los rincones más bellos del Delta de l’Ebre. Muy ligada a este especial paisaje se encuentra a la tradición gastronómica de los mejillones y ostras, una delicia marinera que vive su máximo apogeo anual con la Diada de l’Ostra, el certamen que se ha convertido con el tiempo en todo un referente turístico en Terres de l’Ebre, durante el cual se llegan a degustar unos 2.500 kg de este preciado (y sabroso) marisco.

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Foto: Terres de l'Ebre

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ASCÓ

Ascó se eleva en medio de una gran llanura fluvial cerrada por el Pas de l’Ase i el Pas del Llop d’Andisc, un emplazamiento estratégico que propició la ocupación de diferentes pueblos como Íberos y fenicios. La ocupación musulmana y, más tarde, la llegada de los templarios y condes catalanes acabó por situar a Ascó entre los enclaves más importantes de Terres de l’Ebre, tal como demuestra la presencia del castillo de Ascó, ubicado en el barrio morisco, en el punto más alto del pueblo. Desde aquella época hasta hace tan solo unas décadas fue habitual ver navegar en laúd por el río a los comerciantes y a campesinos que trabajaban las tierras fértiles de la ribera del río. Actualmente se puede navegar por el Ebro para conocer algunas de las zonas fluviales más espectaculares de la Ribera d’Ebre a bordo del Llagut Lo Roget, una réplica de los barcos tradicionales utilizados durante siglos en el valle del Ebro.

Más cerca en el tiempo están los diferentes escenarios de la Batall de l’Ebre. En Ascó se pueden visitar dos lugares que forman parte de los Espacios de la Batalla del Ebro: el búnker de los Reguers y el Campamento del XV Cuerpo del Ejército, que, descubierto en 2005, se trató de una ciudad militar improvisada para hasta 5000 soldados republicanos que pasaron por allí. El GR 99 es una estupenda forma de conocer algunos de los paisajes más bellos de Terres de l’Ebre, como el Pas de l’Ase que, excavado por el Ebro entre las sierras de Pàndols y Cavalls, fue declarado Espacio de Interés Natural por su excepcional belleza.

LA SE´NIA

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LA SÉNIA

La Sénia se encuentra en el límite entre Cataluña y la Comunidad Valenciana, rodeada por el río Sénia y la Sierra de Godall y el macizo de Els Ports. Esta tierra soleada y luminosa sirve como puerta de entrada al Parc Natural dels Ports. Lo mejor para conocer las más de 30.000 hectáreas de la parte del parque que coincide con Terres de l’Ebre es recorrerlas a pie o en bicicleta. Rutas como la del Hayedo del Retaule, el hayedo más meridional de Europa están entre las más populares. 

Paisajes, naturaleza, deportes… y mucha historia, tanto antigua, con el rastro de la Vía Augusta por el término municipal, como más reciente, pues estas fueron tierras donde se vivieron intensos episodios de la Guerra Civil con la Batalla del Ebro. A mediados de 1937, el Gobierno de la República construyó un aeródromo militar en este municipio. Hoy su historia se ha recuperado gracias al Centro de Aviación Histórica de la Sénia, un espacio fascinante que alberga numerosas fotografías y cuatro aviones de la época.
 

Alcanar  Desembocadura r¡o S‚nia

Foto: Terres de l'Ebre

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Alcanar

En el límite sur de las Terres de l’Ebre, junto a la desembocadura del Sénia y en medio de explanadas de naranjos que lo perfuman todo de azahar, se encuentra Alcanar. Su núcleo original, junto a la sierra del Montsià, está algo alejado de la costa y de los piratas que de allí llegaban en el pasado. Más tarde, en tiempos más pacíficos, creció un pequeño barrio de pescadores conocido como Les Cases de Alcanar. Su fachada marítima todavía conserva algunas de las tradicionales casas de aquel entonces. Cobra especial protagonismo los cerca de 10 kilómetros de litoral para disfrutar del Mediterráneo más íntimo. 

Una zona de especial encanto que estuvo habitada ya en época íbera, como se descubre durante la visita al poblado de la Moleta del Remei. El Centro de Interpretación de la Cultura de los Íberos, ubicado en la singular casa señorial O'Connor, da cuenta de todos los detalles históricos de aquellos tiempos remotos. Hoy, como villa marinera, Alcanar se vuelca en el disfrute gastronómico con los famosos langostinos del Delta y la, menos conocida pero igualmente sabrosa, galera, producto al que se le dedica también unas Jornadas Gastronómicas. Del maridaje se encargan, por supuesto, los buenos vinos de la D. O. Terra Alta.