
La Comunidad de Madrid es un destino idóneo para disfrutar de actividades en la naturaleza como la observación y fotografía de vida salvaje o la interpretación del paisaje. También es perfecto para realizar actividades deportivas de montaña, como el senderismo, la escalada, los deportes de nieve o las rutas en bicicleta, así como para disfrutar en el medio acuático en cualquiera de sus pantanos y ríos, donde se puede realizar piragüismo, paddle surf o vela. Toda esta naturaleza se combina a la perfección con un paisaje cultural modelado por las actividades humanas, como el pastoreo, la ganadería, el carboneo, la apicultura, las huertas tradicionales, los olivares, y los grandes campos de vides y cereales que hacen de esta zona una de las más ricas gastronómicamente hablando.
No hay que olvidar tampoco la parte de la historia que ha hecho de Madrid una tierra llena de historia con un pasado ilustre. Fue elegido como hogar por personajes tan poderosos como la reina Isabel I de Castilla, Juana la Beltraneja, don Álvaro de Luna, condestable y valido del rey Juan II, el Marqués de Villena y el Marqués de Santillana, en cuyas cortes se mezclaban caballeros de la Orden de Santiago y grandes poetas. Fortalezas, castillos, torres, palacios y monasterios dan fe de su paso por estas tierras. Tierra de batallas donde se refleja la historia de hombres y mujeres que defendieron su tierra y su legado. Todo este conjunto, conformado por su cultura, su historia, su patrimonio y su gastronomía hacen de Madrid un destino rural de excelencia, perfecto para recorrer en diversos fines de semana o, incluso, en excursiones de un día. Aquí tres rutas para descubrir la Comunidad de Madrid recorriendo las Vegas y la Alcarria, su Sierra Norte y la Sierra Oeste; tres alternativas para conocer la comunidad desde otro punto de vista.

Rascafría © Comunidad de Madrid
Ruta 1: Recorriendo las Villas históricas de Madrid
Rascafría, Buitrago del Lozoya, Torrelaguna, Patones de Arriba, Villarejo de Salvanés, Colmenar de Oreja, Chinchón y San Martín de Valdeiglesias, son 8 de las 11 de las llamadas Villas de Madrid. Conjuntos singulares que, por su valor patrimonial y cultural, han conseguido conservar su autenticidad rural, convirtiéndose también en destinos turísticos de calidad, en los que descansar y disfrutar de la mejor gastronomía de Madrid.
Existen multitud de propuestas turísticas alrededor de las Villas de Madrid; recorridos para hacer en cualquier época del año, en excursiones de un día o de un fin de semana, donde disfrutar del aire libre, la cultura y el patrimonio local. Una de las rutas más llamativas: la de la Sierra Norte; un recorrido que abarca Rascafría, Buitrago de Lozoya, Torrelaguna y Patones, cuatro villas perfectas para descubrir en cualquier época del año.
Entre los pueblos de la Sierra Norte de Madrid
El recorrido de la Sierra Norte comienza conociendo Rascafría, en pleno Parque Natural de Peñalara, una de las maravillas naturales de las que goza la Comunidad de Madrid. Su bonito y rústico casco urbano, el Monasterio del Paular, una joya de la arquitectura gótico flamígera -en pleno corazón de la montaña- y el impresionante museo de pinturas de Vicente Carducho, son visitas indispensables de esta localidad. En los alrededores vale la pena hacer una ruta hasta Laguna Grande de Peñalara, pasear hasta el Puente del Perdón por donde continúa la senda de 12 km que lleva a la cascada del Purgatorio o pasear por la Presillas del río Lozoya, una visita que, fuera de temporada de verano y sin bañistas, permite disfrutar en silencio de las aguas cristalinas y su precioso entorno.
Tras visitar sus monumentos y recorrer las calles de Rascafría, llenas de comercios tradicionales (tahonas, ultramarinos, artesanía), es el momento de probar algunos de los productos estrella de la Sierra de Guadarrama: ternera, cerdo, judiones de montejo, truchas del Lozoya y quesos de El Paular.

Buitrago del Lozoya © Comunidad de Madrid
Esta ruta por la Sierra Norte obliga a hacer una parada en el precioso casco urbano medieval de Buitrago del Lozoya. Llaman especialmente la atención sus 800 metros de muralla a lo largo de los cuales se realizan diferentes visitas teatralizadas organizadas por el ayuntamiento, una experiencia divertida y didáctica tanto para pequeños como para mayores. Como curiosidad cabe mencionar que también se puede recorrer la muralla desde el agua, en piragua, permitiendo al visitante vislumbrarla desde otro punto de vista. Y no hay que olvidar otro de sus imprescindibles: el Museo Picasso-Colección Eugenio Arias, con unas 60 obras que el genial artista regaló a su amigo y barbero Eugenio Arias, natural de esta Villa.
Otro de los pueblos que hay que conocer en este recorrido es Torrelaguna, la cuna de madrileños ilustres como el Cardenal Cisneros, que nació en este lugar. Lo primero de todo es visitar su casco histórico donde la imponente Iglesia de Santa María Magdalena da fe de su glorioso pasado, o la Ermita de Santa María la Cabeza, donde se dice que estuvo enterrada la Santa en su origen. También es indispensable perderse por sus calles y conocer el comercio local en el que se encuentran pequeñas tiendas tradicionales y tahonas en las que probar los pasteles típicos de la Villa. Además, Torrelaguna tiene fama por su cocina especializada en asados (cordero, cochinillo, cabrito), así como por sus embutidos, legumbres y panes que sirven de acompañamiento en cualquiera de sus comidas. También es interesante hacer una parada para comer su cocido, puesto que aquí no se ha perdido la tradición de hacer el cocido en puchero de barro, un plato tradicional que llena de recuerdos.

Patones de Arriba © Imagen cedida por la Comunidad de Madrid
Y para terminar la ruta por las villas históricas de la Sierra Norte de Madrid hay que adentrarse en Patones de Arriba, un pueblo que lleva a los visitantes a un viaje al pasado, a los tiempos en los que el hombre vivía en pleno contacto con la naturaleza y los ciclos agrarios marcaban la vida de las personas. Una actividad interesante para hacer en esta villa es la visita guiada que realizan entre sus calles llenas de encanto, sus casas construidas en pizarra y sus tiendecitas de artesanía. En sus alrededores hay que visitar sus dos impresionantes obras de ingeniería: el embalse del Atazar, un auténtico mar de agua en pleno corazón de Castilla; y el Pontón de la Oliva, un singular paraje construido a mediados del siglo XIX. Además, para los amantes del senderismo, desde el Pontón parte una pequeña ruta que llega hasta la impresionante formación de las Cárcavas, un paisaje impresionante formado por el agua.
Ruta 2: Explorando las formas del agua
Otra de las formas de conocer la Comunidad de Madrid es recorriendo las arterias de “agua”. De norte a sur y de este a oeste, se pueden visitar paisajes de grandes contrastes: parajes de ciencia ficción formados por cárcavas; verdes y sombreadas veredas de ríos; cascadas con grandes saltos de agua en primavera, y, grandes superficies de agua formadas por sus embalses, en los que se puede navegar y pasar un día de playa. Conoce todas las formas que el agua ha formado en Madrid en cada una de las zonas viviendo actividades y experiencias diferentes.
Siguiendo el curso del río Tajo
En la Comarca de las Vegas, entre Estremera, Fuentidueña de Tajo y Villamanrique de Tajo, los veranos son más llevaderos entre playas y piraguas. Esta zona, que es todo un remanso de paz, es perfecta para disfrutar de un agradable fin de semana lejos de la capital.
Existen numerosas playas de río para refrescarse a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid, pero las que se encuentran en la Comarca de las Vegas permiten al visitante disfrutar y desconectar del ajetreo de la ciudad, además conocer y disfrutar de cerca la naturaleza de la zona.
La ruta que recorre el Tajo comienza con una propuesta de baño en la playa de los Villares que es una de las menos conocidas de la Comunidad. Se trata de una playa formada por el Tajo con calificación de ‘excelente’, convirtiéndose este en el único punto en el que los madrileños pueden bañarse en este río. Su acceso a esta zona se realiza por un camino de tierra, tanto a pie como en bicicleta, y en las inmediaciones hay mesas dispuestas en un amplio merendero para que todo el que quiera pueda pasar el día comiendo y disfrutando del entorno.

© iStock
Otra de las actividades relacionadas con el agua dentro de la Comarca de las Vegas es la posibilidad que ofrecen de navegar en piragua el río Tajo. El recorrido comienza en Fuentidueña de Tajo, donde se encuentra un club federado que se dedica a la organización de cursillos de piragüismo y descensos por el río Tajo en kayak de una o dos plazas, una actividad muy diferente para refrescarse al mismo tiempo que se conoce la Comunidad y se disfruta de la naturaleza.
La Comarca de las Vegas ofrece otra actividad ligada al agua y a la naturaleza: la oportunidad de recorrer la Senda Ecológica del Tajo en la localidad de Villamanrique de Tajo. El camino, de 4 kilómetros y una dificultad baja, se inicia en el área recreativa de Las Cuevas, buen lugar para el ocio y el deporte, y desciende aguas abajo repasando los atractivos del bosque galería que forma el río. La senda cuenta también con carteles informativos, señalización y un observatorio de aves, donde es fácil ver y escuchar los reclamos de las fochas comunes, gallinetas y ánades reales o azulones.
Ruta 3: Descubriendo las batallas de la Guerra Civil
La Sierra Oeste de Madrid permite conocer los escenarios la Guerra Civil, la Batalla del Jarama, la Batalla de Brunete, el Frente de Madrid y el Frente de Somosierra. Estas rutas están salpicadas de fortines, búnkeres, nidos de ametralladoras y trincheras que se conservan como monumentos al recuerdo de la Guerra Civil Española. Vale la pena hacer estos recorridos, perfectos para cualquier época del año, por lo interesantes que resultan sus restos, pero también por la belleza y tranquilidad de su ubicación, que nos llevan a pensar y meditar sobre la historia de los hombres y sus sinsentidos.

Blockhaus 13 © Comunidad de Madrid
Batalla de Brunete y Frente de Madrid
Declarado Bien de Interés Cultural en 2019, el Blockhaus 13 de Colmenar del Arroyo es el punto de partida de una ruta que recorre las dehesas de Fresnedillas de la Oliva y Navalagamella donde se encuentran los restos de interesantes fortines que van salpicando un paisaje formado de encinas y sobrevolado por águilas y buitres, por ser una Zona de Especial Protección para las Aves. Este Blockhaus 13 es una imponente fortificación de hormigón armado con unos 160 m2 de planta que constituye la máxima expresión de arquitectura militar de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid.
Al norte del municipio de Fresnedillas de la Oliva se encuentra otro conjunto de fortines considerado uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar del centro de la península en su categoría. Están compuesto por parapetos de tiradores con aspilleras, trincheras, nidos de ametralladora cubiertos y distribuidores de comunicación. Mientras, en Navalagamella se encuentran los fortines posición Calvario, fortines-búnkeres con forma irregular debido a la cercanía entre los nidos de ametralladora perfectamente visibles desde la carretera. El edificio cilíndrico servía para el alojamiento del destacamento allí instalado, también se pueden observar las ruinas de varios edificios que fueron destruidos durante la guerra. Allí también se encuentra el Centro de Interpretación de la Mujer en la Guerra Civil, un espacio expositivo, ubicado en el edificio rehabilitado de las antiguas escuelas, que hace un recorrido sobre el papel de la mujer en la Guerra Civil, iniciada en la Segunda República, resaltando distintas asociaciones y personajes femeninos relevantes de principios de siglo XX y finales del XIX.
Para terminar la ruta hay que hacer una parada en Santa María de la Alameda, en la frontera de Madrid con Ávila, un lugar que fue testigo de los primeros combates de la Guerra Civil. Los fortines están ubicados en la Peña del Águila al norte, en el Alto de la Mora al sur y en el Alto de Las Herreras. Estos fortines formaron parte de un complejo militar del Frente Nacional y se construyeron entre los años 1936-1939 aprovechando lo escarpado del terreno que proporcionaba una defensa natural. Aquí también se pueden encontrar restos de trincheras, nidos de ametralladora, además de un paisaje espectacular.