Foto: MNAC | Marta Mérida
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Yo digo, salta, salta conmigo...
El enorme castillo inflable de color blanco (35m x 13m x 12m) ocupa la Sala Oval del Museu Nacional, convertida por unos días en una plaza pública abierta a la participación de todos. Quienes lo visiten están invitados a botar, rebotar, caer, inclinarse, tumbarse, reír, y volver a comenzar. Dada la elasticidad del material con el que se ha construido el castillo, el movimiento está asegurado aunque uno no quiera moverse. El cuerpo se desestabiliza y la escena alcanza tintes de un humor absurdo contagioso. No se puede dejar de saltar como en un sonambulismo afectado por la composición musical creada por Joel Ryan. Por supuesto, clips, piercings, plumas, abrelatas y otros objetos punzantes están prohibidos en defensa de la diversión. Tampoco es un juego de niños, pues está permitido sólo a partir de los seis años.