
Completamente integrado en lo alto del Risco de Famara, el Mirador del Río apenas se distingue en el paisaje que lo rodea. Y precisamente ese es uno de sus rasgos más importantes en la obra de César Manrique: que la intervención en el entorno sea la mínima. Así fue como convirtió una antigua posición de artillería en el mirador más espectacular de Lanzarote. A 474 metros de altitud y orientado hacia el noroeste, regala unas vistas formidables a La Graciosa y a los islotes que la acompañan y que dan nombre al Parque Natural del Archipiélago Chinijo.
Ya sea desde el interior del bar, desde uno de sus balcones pétreos o, incluso, desde su armónica escalera de caracol, se ve la isla a todo detalle, casi como si se tratara de una maqueta, con sus casas, sus volcanes, sus montañas, sus playas.