Al adentrarse en el tramo final del trayecto que lleva al Pailón del Diablo, las gotas de agua empapan al visitante y el fuerte sonido de la cascada se convierte en una banda sonora incansable. La también denominada Cascada de Río Verde es la guinda del pastel de esta experiencia, pero el recorrido no se queda atrás: un espectacular sendero entre flora y fauna ecuatoriana, tramos en los que hay que agacharse, un puente colgante y una escalera que parece colgar de la pared rocosa. Lejos de lo que sugiere su nombre (la leyenda cuenta que desde el puente colgante se vislumbra la cara del diablo), esta cascada, que alcanza los 80 metros de altura, es vida en estado puro y hogar de orquídeas, hortensias, mariposas, tapires...
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