Fue Jean Louis Burckhardt quien, en 1812, descubrió este yacimiento arqueológico que hoy se ha convertido en el principal reclamo turístico de Jordania. Un lugar mágico, muy especial y único en el mundo cuyo encanto no reside solo en sus edificios. También en cómo se accede hasta este lugar, atravesando el desfiladero de Siq, un angosto acceso sin el cual no se entendería la fascinación por este lugar. Después esperan sus grandes iconos como El Tesoro o Las Tumbas Reales que demuestran que el pueblo Nabateo no solo era un experto comerciante, también tenía un gusto sublime por el arte y la arquitectura.