Los restos de Ricardo I de Inglaterra, uno de los monarcas más legendarios de la historia, reposan repartidos por varios enclaves franceses, pero el músculo que le dio el apodo de Corazón de León se conserva en una catedral gótica fabulosa.
Hijo de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, Ricardo alcanzó el trono inglés en 1189 al mismo tiempo que el título de duque de Normandía y de Aquitania, conde de Poitiers, del Maine y de Anjou. Apenas pasó tiempo en Inglaterra pues gran parte de su vida se la pasó guerreando en Francia y en Tierra Santa. Tal vez por ese motivo, a su muerte, su cuerpo nunca cruzó el Canal de la Mancha.

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La catedral de Notre-Dame de Rouen custodia el corazón, símbolo de coraje, valentía y pasión, elementos esenciales para construir la leyenda. Con la inscripción "en recuerdo por el amor hacia Normandía", el sepulcro de Ricardo se halla en el Coro catedralicio, junto a las tumbas de otros tres personajes históricos: Rollon, el primer duque de Normandía, y su hijo Guillermo, y Enrique, hermano de Ricardo. En la abadía de Fontevraud (Valle del Loira) se halla el sepulcro con el cuerpo, mientras que el cerebro y las entrañas se hallan en el castillo de Châlus-Chabrol (Haute-Vienne), donde en abril de 1199 fue herido de muerte por una flecha de ballesta que le alcanzó el hombro.
En pleno centro medieval, rodeada de fachadas con entramado de madera, la catedral de Rouen se alza espléndida para recibir esa luz de Normandía que encandiló a Claude Monet. Entre 1892 y 1894, el genio impresionista pintó 30 cuadros de la fachada oeste, la más bella, con 70 figuras esculpidas. El templo se empezó a edificar en 1020 en estilo románico, pero tras un incendio en 1200 solo quedó la cripta y el resto se reconstruyó en estilo gótico. El edificio siguió creciendo hasta 1560.
Entre los meses de junio y septiembre, la fachada de la catedral de Rouen es el magnífico lienzo para el espectáculo de luz y sonido del Festival Normandie Impressioniste.