En el interior de las minas de sal de la ciudad de Zipaquirá, en el departamento de Cundinamarca, en Colombia, se encuentra la Catedral de la Sal, un trabajo del arquitecto Roswell Garavito Pearl. Su origen se remonta al año 1932, cuando el directivo del Banco de la República, Luis Ángel Arango, decidió construir una capilla subterránea asombrado por la devoción de los mineros, que adornaban los socavones con imágenes de santos a lo que pedían protección.
Tallada en una mina de sal activa e inaugurada en 1954, fue cerrada en los noventa por los riesgos que presentaba su solidez estructural, pero se reconstruyó 200 metros más abajo. La cavidad religiosa mide 75 metros de largo y 25 de alto, tiene capacidad para 10.000 personas y cuenta con una cruz gigante tallada en la pared del fondo. Considerada la primera maravilla del país, no está reconocida oficialmente por la iglesia católica, aunque las naves excavadas a los laterales ilustran la vida de Cristo desde su nacimiento hasta su crucifixión.
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