El récord de -71,2º C de esta ciudad siberiana puede hacer creer que la vida en ese lugar es inviable, pero no es así. De hecho, en Oymyakon, un pequeño pueblo ruso de alrededor de 900 habitantes cuyo nombre significa “agua que no se congela”, la media de temperatura es de -62 grados.
La ciudad, ubicada al este de Siberia, la región más fría de todo el país, vive sus peores meses entre octubre y mayo. Desde la oficina de turismo local se advierte de que todo lo que no se tape para protegerse será cubierto de hielo, y eso incluye, por supuesto, a animales y personas, con la amenaza de no necesitar mucho tiempo para morir de frío.

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Por suerte, una central térmica cercana les abastece de calefacción gratuita, y los manantiales termales cercanos aportan el agua líquida que necesitan. También los vehículos, que a menos de -20ºC dejan de funcionar, deben de guardarse, al igual que los electrodomésticos y otros utensilios, en un ambiente con temperatura controlada.
Durante los meses de invierno los rayos de sol solo se dejan ver seis horas al día y han llegado a darse temperaturas de -72ºC, pero lo cierto es que enverano pueden llegar a los 34ºC. A pesar del extremo frío del lugar, son muchos los turistas que se acercan cada año a la zona para descubrir el paisaje y la forma de vida de sus habitantes.

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Ellos se dedican a la minería, ya que en el lugar hay yacimientos de oro y antimonio, que en otros lugares es difícil de encontrar, por lo que su tarea es muy importante para la creación de energías renovables, a pesar de que, históricamente, este pueblo era nómada y cazador.
Su dieta no incluye vegetales, pues el cultivo de frutas y hortalizas es impensable, con lo cual la alimentación se basa en carne y pescado. Por supuesto, nadie pasa más de 20 minutos en el exterior y quienes trabajan a la intemperie lo hacen a turnos.