Una cosa es que se viva en algún lugar donde hace frío y otra que, oficialmente, se viva en el lugar habitado más frío del planeta. Ese mérito es entero para los yacutos, que un mes de enero alcanzaron los - 80 grados Fahrenheit en su ciudad, mucho incluso para estos curtidos y estoicos habitantes: Yakutsk, que se encuentra sobre el permafrost, al norte de Siberia, a unos 450 kilómetros del círculo polar ártico, alcanzó en el invierno del 2022 los -64,4º C. Eso sí, las precipitaciones son más bien escasas y en forma de nieve, lo cual contribuye a la habitabilidad de una ciudad de clima tan extremo.
Aquí hace tanto frío que el agua no llega al suelo líquida, sino convertida en cristales de hielo. Temperaturas de auténtico récord que le valen ser considerada como la ciudad urbanizada más fría del mundo. Vivir en ella es toda una epopeya a lo Frozen. Sobre todo para las miles de personas que tuvieron que trabajar en los campos de trabajos forzados en Siberia, cuando se descubrieron en la región importantes reservas de oro y otros importantes minerales. De ahí le viene, precisamente, el desarrollo moderno de Yakutsk como ciudad, que dura hasta hoy (en la zona se extrae cerca del 20 % de diamantes mundiales), cuando la principal actividad económica tiene que ver con las diferentes oficinas y compañías mineras con sede en la ciudad.
Cualquiera podría pensar que con estas condiciones climatológicas, poca gente se animaría a vivir en Yakutsk, pero lo cierto es que como capital de la República de Sajá, es una de las ciudades más pobladas de la zona, con alrededor de 300 mil personas.