Medio millón de personas viven aisladas por vía terrestre en Iquitos, la mayor ciudad continental por población con esta condición de accesibilidad. Su conexión histórica ha sido siempre fluvial por los ríos Marañón y Huallaga o por el río Ucayali, en una travesía que alcanza los cinco días en ambas opciones hasta dar con la primera carretera que conecta con Lima.
En pleno corazón de la Amazonía peruana, Iquitos alcanzó la gloria entre los años 1880 y 1915 gracias a la explotación del caucho, que generó grandes fortunas todavía perceptibles en la arquitectura de la ciudad. El negocio cayó de forma repentina ante nuevos competidores asiáticos, e Iquitos empezó a vivir de otros negocios como la extracción de petróleo o el turismo. Muchos visitantes, atraídos por este aislamiento, viajan hasta aquí en barco o, como opción mucho más rápida, en avión desde las principales ciudades de Perú.

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Una vez allí, el viajero se encuentra una ciudad donde el modernismo catalán dejó su huella en construcciones opulentas que todavía hoy se pueden visitar. Frente a la Plaza de Armas, permanece en pie la Casa de Fierro, que se cree que podría haber sido diseñada por Gustave Eiffel. Esta construcción aparece en la película Fitzcarraldo sobre el auge y la caída de la industria del caucho en Perú, que necesitó tres años para poderse rodar por completo.
Los coches son prácticamente inexistentes en las calles de Iquitos, dejando espacio a los motocarros, vehículos de tres ruedas que se han convertido en los verdaderos protagonistas de esta excepcional urbe.