
Muchas son las leyendas que intentan erigirse como el verdadero origen de esta colina situada en a unos once kilómetros de la ciudad de Siauliai, en el norte de Lituania. La más conocida es la de un padre, que aterrorizado por la previsible muerte de su hija, se le apareció una mujer que le dijo que nada malo ocurriría si tallaba una cruz de madera y al colocaba en lo alto de una colina cercana. Desesperado, a la mañana siguiente ya había clavado una cruz que talló él mismo. Cuando volvió a casa, su hija le saludó como si nada, milagrosamente se había recuperado. Desde entonces, otros familiares que pasaban por una situación parecida colocaron sus cruces y poco a poco la colina fue llenándose hasta llegar a sobrepasar las cien mil.
Sin embrago, las cruces que hoy se pueden observar no son las originales y es que tras la Segunda Guerra Mundial y la fundación de la URSS, el gobierno soviético luchó para eliminar cualquier símbolo cristiano. De ese modo, arrasaron la colina con excavadoras, utilizaron las cruces de metal como chatarra e incluso le prendieron fuego varias veces. No obstante, cada noche, de la colina volvían a crecer nuevas cruces convirtiéndose además de un signo religioso, en un símbolo de resistencia.
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