
Parece un paisaje ficticio, como sacado de otro planeta, pero es una imagen real y se repite cada año. Aquí, en las faldas y los valles que rodean el imponente Monte Fuji, en Japón, cada mes de mayo las colinas quedan recubiertas por un perfecto manto rosa. A este se le unen más tarde los lilas, los fucsias y algún que otro rojo, y el responsable de semejante espectáculo no es otro que el musgo.
Conocido como el musgo rosa, esta ejemplar no crece más que unos pocos centímetros pero con el aumento de las temperaturas explota en un festival de colores y cubre el valle con miles de flores, tanto que al igual que el Hanami (la floración del cerezo), el musgo rosa también tiene su propia festividad, el Festival Fuji Shibazakura. Además de admirar la increíble estampa, los visitantes tienen la posibilidad de cruzar los túneles de glicina, un tipo de árbol trepador que al florecer moldea el parque creando bóvedas que cierran completamente el cielo y de ellas cuelgan miles de flores multicolores.
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