
Aunque por su apariencia y su colocación, como si surgiera de la tierra rodeado de las columnas desnudas de este santuario, parezca más un paisaje surrealista de ficción; estos dedos son muy reales. E, incluso, se podría decir que son hasta proporcionales, ya que formaban parte de la escultura que presidía el templo más grande que proyectó jamás el Imperio Romano, el dedicado a Hércules en la ciudadela de Amán. Eso sí, esta gran obra que se estimaba que estaba destinada a medir 30 metros de largo por 24 de ancho nunca fue terminada y en sus labores de excavación se encontraron los dedos de una estatua que tenía que presidir esta construcción. No se tiene constancia de que ni escultura ni templo fueran completados ya que alguna catástrofe -lo más seguro que un terremoto- dio con todo al traste, pero sí que quedan varias columnas y, sobre todo, unos enormes dedos dando fe de que alguna vez hubo algo enorme aquí. Por otro lado, la creencia popular asegura que el resto de la estatua está repartida por toda la capital jordana en forma de encimera, sillar y otros elementos constructivos.