El proyecto, desde su concepción, es todo un juego para adultos. Y es que cuando el complejo comercial y cultural Design District de Miami se propuso levantar un necesario garage para aglutinar los Chevrolets, los Ferrari y los Toyotas de sus variados clientes lo realizó siendo fe a su creativa filosofía. Aquí las tiendas y restaurantes están firmados por los mejores arquitectos mientras que en sus plazas y avenidas peatonales abundan las intalaciones de arte urbano y público. Todo con esa pátina de espectacularidad excesiva típica de estas coordenadas. El resultado es una fachada hecha a retales, dividida en fragmentos que apenas tienen concordancia entre sí. Normal, ya que los comisarios del mismo, Craig Robins y Terence Riley, decidieron contactar con cinco estudios de arquitectura diferentes para proponerles proyectar un módulo separado, sin que nada supieran los unos de los otros (ni siquiera sus nombres). De este modo, WORKac, J Mayer H, Clavel Arquitectos, Nicolas Buffe y K/R firman esta obra coral, aunque individual, en uno de los espacios más estrambóticos y resultones de este barrio.