
De todos los pliegues que arrugan las diversas penínsulas occidentales de Gran Bretaña, la garganta de Cheddar es, sin duda, la más famosa. Como prueba está el medio millón de viajeros que recibe cada año y que acuden hasta esta maravilla natural por algo más que el queso homónimo. Lo hacen atraídos por las curvas del desfiladero y los espectaculares paisajes que dibujan las colinas de Mendip. Y, también, por las grandes cuevas que atesora este parque nacional y que rebosan estalactitas, estalagmitas y muchos fósiles prehistóricos.
Estas grutas no solo han sido utilizadas por el hombre como habitáculo donde vivir. También fueron el origen del queso Cheddar, un lácteo cuyo origen está en este lugar pero cuya definición transciende su procedencia ya que bajo esta denominación se aglutinan todos quesos de vaca que, en su elaboración, separan el suero antes del prensado, sufriendo así un proceso de acidificación extra. De ahí que haya fábricas de esta delicia en rincones de todo el mundo y que, de algún modo, su sabor se haya globalizado tanto. Eso sí, en esta internacionalización mucho tiene que decir la hamburguesa, ya que se ha convertido en un ingrediente casi imprescindible de este famoso bocadillo.