
Con su gran nave de dos plantas, ladrillos coloreados, acero y enormes cristaleras que iluminaban un interior con arcos y decoración beaux arts, el Ferry Building de San Francisco fue desde su inauguración en 1898 y durante medio siglo el principal nudo de comunicaciones de la floreciente ciudad californiana.
La torre del reloj, con una esfera en cada una de sus cuatro caras y casi 75 m de alto, era lo primero que veían desde el barco los centenares de buscadores de oro y emprendedores con mil proyectos para enriquecerse que cruzaban la bahía de San Francisco a inicios del siglo XX.
Esta construcción es una superviviente nata, pues resistió el terremoto y los posteriores incendios que desolaron la ciudad en 1906s. El reloj se detuvo a las 5.16h del 18 de abril y, aunque la estructura quedó dañada y tuvo que sustituirse la piedra arenisca por cemento, la maquinaria es todavía la original.
El Ferry Building fue toda una novedad en la costa californiana. Su diseño se inspiró en la Giralda sevillana para darle un aire europeo a la que sería la flamante puerta de entrada a San Francisco. La nueva central de ferries (Union Depot and Ferry House) sustituía un viejo edificio de madera y ejercía de vestíbulo a la avenida por la que circulaban los tranvías que subían por la próspera Market Street hacia el centro financiero y Union Square.
El tránsito de barcos por la bahía y la actividad del Ferry Building se redujo considerablemente tras la inauguración en 1933 del puente Golden Gate y del Bay Bridge. En 1955 el edificio pasó a alojar oficinas y empezó su decadencia como emblema de San Francisco, agravada con la construcción de una carretera elevada que recorría todo el frente marítimo. El renacer del Ferry Building podría decirse que llegó tras el terremoto de 1989 porque la carretera quedó dañada y, dos años más tarde, fue sustituida por un paseo flanqueado por palmeras y nuevas líneas de tranvía que llegaban hasta Fisherman's Wharf.
El Ferry Building entró en el siglo XXI como mercado y espacio gastronómico, un nuevo espacio para una ciudad que no paraba de inaugurar rascacielos, hoteles y restaurantes. Desde su inauguración en 2003, la antigua estación de ferris se ha consolidado como una cita ineludible para locales y foráneos. Más aún en este 2023, cuando cumple 125 años como emblema de San Francisco.