
Juego de Tronos puso esta avenida de hayas en el mapa, aunque a decir verdad, no le hace falta ningún empujón mediático para que su belleza algo tétrica sea reconocida. Situado en Irlanda del Norte, este bosque de hayas fue plantado por una familia pudiente del siglo XVIII, con el objetivo de embellecer el camino que guía hasta la mansión Stuart. Sus formas, unidas a la tenue luz que se filtra entre sus ramas abovedadas le confieren un ambiente lúgubre, como si algo terrorífico esperara al final del recorrido. De hecho, una leyenda cuenta que la sirvienta de esta familia falleció en extrañas circunstancias y desde entonces se aparece entre los árboles.
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