
Nació una noche de tormenta eléctrica en lo que hoy es Croacia. Los relámpagos daban la bienvenida al que sería su amo, el hombre que domesticó la fuerza de la electricidad e introdujo las sociedades modernas gracias a un sinfín de inventos. Su madre, meciendo aún al joven Nikola entre sus brazos, lo bautizó como un ‘hijo de la luz’, un emblema que llevaría en la sangre hasta el día de su muerte.
Pronto, el joven inventor se trasladaría a Nueva York donde trabajó con su homólogo yanqui, Thomas Alva Edison. La gran manzana comenzaba a llenarse de luces que colmaban las calles, tiendas, empresas, hogares, y parte de culpa la tenía Tesla. Allí llevó a cabo muchos de sus experimentos, como la torre Wardenclyffe. La ciudad se había convertido en su laboratorio particular y los hoteles en su hogar, desde el Governor Clinton, el Pennsylvania, el St. Regis, el Gerlach, el Marguery, el Astor House, Waldorf-Astoria, y el New Yorker. En este último pasó sus últimos diez años de vida. Se especula que en la caja fuerte de su habitación guardaba los planos sobre el ‘rayo de la muerte’, aunque desaparecieron justo el 7 de enero de 1943. Ese día, el genio de la electricidad falleció sólo en la suite 3327. En la actualidad, es posible hospedarse y visitar la habitación, que a pesar de haber sido restaurada, mantiene un aura especial.
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