Allá en el 1656, cumpliendo con los términos del tratado bautizado como ‘La Paz de Westfalia’, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Fernando III de Habsburgo, hizo una concesión a los luteranos de la región de Świdnica. Aquel mismo año les concedió a regañadientes que erigieran una iglesia, pero puso un seguido de condiciones: no debía tener aguja ni campanas y debía estar hecha de madera, arena, barro y paja.
No contento con esto también ordenó que se construyera fuera de las murallas de la ciudad, lejos de las iglesias católicas, y les dio un plazo muy breve: un año. Los luteranos contrataron a un ingeniero y a un carpintero y rápidamente levantaron la Iglesia de la Paz, con capacidad para 7.500 fieles. Actualmente puede visitarse, aunque el tiempo la ha desgastado y deformado. Esta iglesia, junto a otra Iglesia de la Paz en Polonia, se sumaron a la lista de lugares que son Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2001.
Más ubicaciones exactas.