
No importa si son centenarios o si son modernos, los Tongkonan siguen siendo el emblema arquitectónico de la antiguamente conocida como Isla Célebes. Su principal rasgo es la forma de estas construcciones elevadas sobre el suelo para proteger los alimentos de la humedad y de las lluvias y coronadas por unos voladizos que sorprenden por su estética y armoniosa silueta. Todo se debe al pueblo que habita estas tierras, los Toraja, quienes desde tiempos inmemoriales decidieron levantar grandes casas para sus nobles con las que marcar la riqueza tanto de la familia como de la población.
De hecho, antes de la colonización neerlandesa, la mayoría de los asentamientos toraja se situaban en lo alto de las colinas y los tupés con los que coronaban sus principales mansiones servían para advertir y atemorizar a la aldea vecina. Pero su función y su origen no es meramente bélico. Las creencias más religiosas cuentan que fue el dios Puang Matua, el Creador, el que diseñó esta forma. Otras teorías tienen una visión más práctica: los Toraja son un pueblo que llegó hasta aquí en barco y, lo más seguro, es que reaprovecharon parte de sus naves en los tejados de sus hogares.