
El tratado de paz de la Segunda Guerra Mundial todavía no se ha firmado entre Rusia y Japón, y el motivo son cuatro de las islas que conforman el archipiélago de las Kuriles. Ubicadas en el noroeste del océano Pacífico, concretamente entre la península rusa de Kamchatka y la isla japonesa de Hokkaido, conforman un asunto por resolver de la historia desde hace más de siete décadas. La URSS arrebató las cuatro islas del sur del archipiélago a Japón, justo después de la explosión de la bomba atómica. Pero ya antes de la llegada de japoneses y rusos, la isla fue habitada por los ainu, quienes denominaron "kur" (hombre) a las islas. Su origen volcánico las convierte en un paraíso natural repleto de cascadas, lagos y niebla.
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