Ubicación Exacta

La librería que no necesita a Harry Potter para ser la más bella del mundo

Esta librería, que se construyó en 1906 como un templo dedicado a las artes, se ha convertido en todo un fenómeno viral por la belleza mágica de su interior.

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El 13 de enero de 1906, poco después de almorzar, Aurélio Paz dos Reis repasó su contundente bigote antes de dejar atrás el jardín de flores de su hermosa mansión, en el número 125 de la Rua de Nova Sintra de Oporto, para dirigirse con su cámara fotográfica al 144 de la Rua das Carmelitas. El empresario, masón y republicano, era uno de los invitados a la inauguración de la nueva librería de la ciudad.

Más tarde sacó unas fotografías del interior: algunos ilustres (no se ven mujeres, que en la época tenían limitado el acceso a los templos de la cultura) siguen mirando a la cámara desde entonces, fijados en el papel y en el tiempo, con sus levitas y sombreros, de bombín o de copa, mientras otros aparecen en grupos, tal vez comentando algunos de los detalles de las hermosas estanterías, el colorido vitral del techo o la monumental escalinata roja. Las fotografías que hizo Aurélio Paz dos Reis son las primeras de la librería Lello y hoy forman parte del Centro Portugués de Fotografía. 

Librería Lello en Oporto
Foto: shutterstock

Más de un siglo después, son innumerables las fotografías de la librería más bella del mundo, tal como la definió el escritor Enrique Vila- Matas en 2006. “¡Un templo al arte! ¡Un templo de las letras”, se pudo leer al día siguiente en la edición del Jornal de Noticias, donde se daba buena cuenta de la crónica de la inauguración. Más medios se hicieron eco de la nueva librería, como si Lello, en realidad, hubiera estado determinada desde su origen al estrellato mediático.

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El ingeniero encargado del proyecto, Xavier Esteves, dejó testimonio en documentos de todas las dificultades que debió vencer para cumplir el expreso deseo de los fundadores de que no fuera “un edificio corriente”, puesto que la librería debía ser un auténtico Templo a las Artes. El esfuerzo valió la pena y hoy es uno de los edificios imprescindibles de Oporto.

Dentro de Lello

Tras realizar la cola de rigor frente a la colorida fachada neo-gótica, decorada con paneles simbolistas, y pagar la entrada (la simple es de 8 € y funciona como un descuento en la compra de cualquier libro), una medida adoptada por la librería en 2015 debido a que el excesivo número de turistas que se arremolinaba en su interior hacía peligrar el ejercicio librero, se accede a un espacio diseñado para ensalzar la cultura. El efecto es de tal magnitud que existe la tentación de persignarse ante la escalinata, de hormigón aunque no lo parezca y en forma de espiral, como se haría ante un altar. Al subir por ellas, casi una danza, la suave luz colada por los vitrales del techo, diseño del holandés Samuel Van Krieken, parece bautizar al visitante. Tiene que ser uno muy impasible a las emociones para no acabar comprando un libro en Lello
 

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Librería Lello en Oporto


El interior es una obra fundamental donde los lenguajes arquitectónicos se alían en armonía para subrayar el Art Nouveau dominante. Los hermanos Lello representados en bajorrelieves, los bustos de Eça de Queirós y otros importantes escritores de la casa editorial, además de un busto de Cervantes, evidencian que este es un templo consagrado a las letras. Sobre los bustos, los pilares sustentan el techo abierto en forma de lucernario.

En el suelo, llama la atención de los visitantes una pequeña vía de ferrocarril junto a su respectivo carro de transporte. Estos elementos son testigos de la historia de Lello como casa editorial. Desde 1906 hasta principios de los años 1990, se utilizó este método para trasladar los libros desde el sótano, donde se encontraba el almacén, hasta la planta baja y, finalmente, hasta la puerta principal. El carro actual, que ahora forma parte de la decoración, es una reproducción fiel del original.

En las vitrinas del interior, también en la planta baja, se exhiben libros muy especiales que constituyen parte del inmenso patrimonio de la librería. Estos libros son custodios de la memoria de editoriales y librerías históricas, cuyos fondos editoriales fueron adquiridos con el tiempo por la Librería Lello. Para los aficionados a la literatura, la Sala Saramago, dedicada al Nobel portugués que residió en Lanzarote, les ofrece un espacio único donde el escritor cobra vida a través de sus objetos personales, las historias que marcaron su trayectoria y las imágenes que captaron los momentos más especiales.

 

Baldaquinos, techos esculpidos, vitrinas, madera, una escalera de fantasía, bustos, miles de lomos de libros... Podría haber sido posible, pero no. Nada de lo que se encuentra en Lello inspiró realmente a J.K. Rowling para escribir su saga de Harry Potter. Lo confesó ella misma en 2020, con lo que acabó con el mito de que en Oporto había un trozo de Hogwarts.

 

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En 2012, la Secretaría de Estado de Cultura otorgó el estatuto de Monumento de Interés Público a la librería. En el documento se resaltó que la Librería Lello & Irmao “constituye un símbolo de la ciudad de Oporto y un auténtico santuario de las artes editoriales y libreras [...]”. Además se destacaba la importancia del edificio que ocupa, uno de los más importantes y bellos en cuanto a la arquitectura ecléctica portuguesa, con sus ebanisterías y vitrales “sin parangón en el país”. Una librería sin parangón en el país, y sin parangón en el mundo.