El lugar donde se encontró el Libro Sagrado de los Mayas

Chichicastenango es uno de los destinos más visitados en Guatemala por los turistas, atraídos por los misterios mayas y por el mercado de artesanía.

iStock-1218325737

Foto: iStock

iStock-1218325737

En Guatemala los topónimos se suelen acortar. Por eso no debe sorprender que Chichicastenango se convierta en Chichi. A Chichicastenango se va el jueves o domingo al mercado, uno de los más famosos de Latinoamérica. Se trata de un espacio barroco de colores y texturas en el que los puestos de venta se acumulan en la calle y constituye toda una inmersión en el mundo maya. Hay ungüentos, telas, artesanías en madera, en cuero, vendedores insistentes, regateos. Hay puestos donde venden cal que usan molida y mezclada en agua para manejar el maíz con el que se hacen las tortillas imprescindibles de la gastronomía guatemalteca.

Chichicastenango es un pequeño pueblo en las montañas del departamento de Quiché, al que la neblina matinal suele darle una atmósfera de misterio. Fue aquí, a principios del S.XVIII, donde a Fray Francisco Ximénez le llegó un extraño manuscrito. Al dominico le pareció que aquel texto recogía las antiguas leyendas que se transmitían oralmente en la comunidad quiché. Consciente de su importancia, lo transcribió y tradujo. Se trataba del Popol Vuh, el texto más importante de la civilización maya y cuyo origen se pierde también en las neblinas misteriosas de la época precolombina.

Chichicastenango

En un extremo de la Plaza Central, destaca la fachada blanca de la Iglesia de Santo Tomás y, en frente y de aspecto similar, la Capilla del Calvario del Señor Sepultado. Los del lugar dicen que están conectadas a través de un camino místico: la primera representa el supramundo maya; la segunda, el inframundo. Si es domingo, es posible ver alguna de las catorce cofradías en procesión junto a las dieciocho gradas, tantas como los meses del calendario maya, que dan acceso a la iglesia.

En el interior de ambas iglesias, donde se prohíbe hacer fotografías, se practica un sincretismo religioso que perdura desde que la conquista española forzó la evangelización de los pueblos indígenas. No hay bancos y en el suelo, donde se esparcen velas de colores, botellas de alcohol, distintas ofrendas y hojas de pino. De los incensarios surge el humo del copal como una cortina que separa dos mundos y que se engancha en las fosas nasales durante un buen tiempo.

El antiguo mundo de Chichicastenango llegó con nuevos aires a la narrativa de Miguel Ángel Asturias. El premio Nobel guatemalteco tradujo en la Sorbona el Popol Vuh de la versión francesa. Le fascinó la poesía con la que el Libro Sagrado maya explica el mundo. De esa lectura surgió su libro Leyendas de Guatemala. En el libro hay una frase que se repite con la cadencia de los conjuros: “el Cuco de los Sueños va hilando los cuentos”. Guatemala está hilada de esos cuentos.

Más ubicaciones exactas.