Entre las accidentadas costas del último bastión del rey Arturo, en la península de Cornualles (sudoeste de Inglaterra), se encuentra el hermano pequeño del Mont Sant-Michel. Al igual que su homólogo francés, se trata de un pequeño montículo que queda marginado del resto del pueblo cuando la marea inunda temporalmente la marisma. Al descender el nivel del mar, la arena queda al descubierto y una calzada empedrada se abre conectando el monte con Marazion, el pueblo que se encuentra justo en frente.
En 1659, el castillo que domina la pequeña isla fue vendida al coronel John St Aubyn y en la actualidad sigue siendo no sólo propiedad de la misma familia, sino que sirve de residencia principal de sus descendientes. No obstante, el resto de la fortaleza está abierto a visitas turísticas.
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