
Si por algo destaca el Museo Nacional de Qatar es por su arquitectura. Los 539 discos de color blanco que se entrelazan consiguen, en el imaginario humano, semejarse a una rosa del desierto. Esto es lo que quiso transmitir el arquitecto Jean Nouvel cuando lo diseñó: el pasado del país, pero de una forma de lo más contemporánea y funcional, ya que las placas no son solamente decorativas, sino que tienen la función de proteger a los visitantes del calor. Al sobresalir del cuerpo principal del edificio, funcionan como toldos y crean aperturas de formas extrañas que ofrecen vistas de los alrededores. Además, el el diseño interior del museo refleja su apariencia exterior, llevando a los visitantes por pasillos y salas de exhibición que recrean la rosa del desierto. En los 40.000 metros cuadrados de superficie, se encuentra el museo, un auditorio, un centro de investigación, restaurantes y tiendas. Y, en el exterior, un jardín repleto de fuentes.
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