Desde 1912 y durante más de dos décadas, en el centro de la Ciudad de México se ubicaba una estructura metálica que, en 1906, se empezó a construir para albergar el Palacio Legislativo Federal. Con la Revolución Mexicana las obras se detuvieron, hasta que en 1933 el arquitecto Carlos Obregón Santacilia decidió convertir la estructura existente del palacio en un monumento. Con una estructura similar a la cúpula previa, el Monumento a la Revolución Mexicana combina el Art Decó con los estilos de realismo socialista mexicano y se asienta sobre cuatro enormes columnas que representan la Independencia, la Ley Agraria, la ley Obrera y la Ley de Reforma.
Más ubicaciones exactas.