
Ni Adriano ni Agripa tuvieron nada que ver aunque, la bóveda del cenote Suytun (en México), parece llevar la misma firma que el Panteón de Roma. Allí, cientos de estalactitas cubren la cúpula que culmina en el oculus central por el que se filtra un rayo de luz a modo de reloj solar. El halo termina por desvanecerse en el agua turquesa, igual que una linterna en plena noche.
Justo debajo del hoyo, un círculo de piedra da por finalizada la pasarela por la que se accede al cenote, y entonces la liturgia del lugar queda en un segundo plano. Los peces inundan la balsa, de un azul tan potente que no deja entrever nada. Solo cuando estás dentro consigues detectar la multitud de peces que inundan el cenote.
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