
Toda Chipre es espectacular. Playas de postal, bosques exuberantes, yacimientos arqueológicos y una capital imposible de acabar hacen de la tercera isla más grande del Mediterráneo un destino de lo más seductor. Lo que pocos saben es que en su interior atesora la 'Suiza chipriota', concretamente en el macizo de Troodos, donde la tranquilidad aflora por monasterios bizantinos, viñedos y pequeños pueblos anclados al siglo pasado. Cada uno de ellos cuenta con iglesias y monasterios ortodoxos repletos de frescos y pinturas de época medieval, que han sido reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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