Ubicado en el lado izquierdo del río Moldava y a los pies del Castillo de Praga, el barrio Malá Strana se asoma como el mejor ejemplo barroco de la capital checa. Coronado por la Iglesia de San Nicolás forma, junto con la Iglesia de Santo Tomás, Santa María Victoriosa y San Antonio de Padua (Kostel Panny Marie Vítězné), un núcleo de puro barroquismo dominado por numerosos palacios. Aquí, las calles se vuelven más estrechas y empinadas y las casas de colores ascienden por la colina de Hradcany, donde se halla el Castillo de Praga.
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