
Parece sacada de un catálogo de viajes pero en realidad ha sido la estrella de la portada de Vogue Italia de este mes de septiembre. Una playa de arena blanca con aguas turquesas ubicada al sur de la Toscana, en Italia, lleva años siendo un atractivo turístico para la gente de la región y sus miles y miles de visitantes. Se trata de Spiagge Bianche, ubicada en la ciudad de Rosignano Solvay, y la razón de su belleza no es tan paradisíaca como parece. Lo que hace que este rincón del mar Tirreno luzca así son los vertidos tóxicos de la planta química de Solvay, ubicada junto al enclave.
Abierta desde 1912, entre los materiales que usa se encuentran el bicarbonato, el peróxido de hidrógeno, el cloruro de calcio y el cloro. El problema es el vertido que durante 100 años ha ido abocando al mar: las consecuencias en cuanto al aspecto de la playa parecen ser idílicas, pero la mezcla de productos químicos altamente contaminantes, como el cloruro de calcio, el mercurio, el arsénico, el plomo y el amoníaco, entre otros, son nocivos para la salud de los seres vivos.
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