
Poco se podía pensar el ingeniero de Metropolitan Railway, John Fowler, que sus diseños de planos subterráneos alcanzarían tal magnitud no solo para la ciudad londinense, sino para todo el mundo. El ahora conocido como "the Tube" abrió al público en 1863 con un trayecto que iba de Paddington a Farrington y ya a finales del siglo XIX por todo el centro de Londres corrían trenes a vapor bajo sus calles. Con el tiempo, los avances tecnológicos permitieron electrificar el sistema y el aumento de líneas alimentó la necesidad de diferenciarlas por colores.
A este, le siguieron el metro de Nueva York, Chicago, Budapest, Glasgow, Boston, París, Berlín y un larguísimo etcétera.
Más ubicaciones exactas.