Es uno de los pueblos más bonitos de Guadalajara y el más frío de España. Fue el 28 de enero de 1952 cuando los termómetros llegaron a marcar los -28,2ºC. Situado en el nordeste de la provincia, Molina de Aragón es uno de los vértices del ‘Triángulo del frío’. Así la bautizó el periodista y divulgador Vicente Aupí en uno de sus libros. Los otros dos vértices están en Teruel capital y Calamocha. La topografía mesetaria y cierta extrema aridez ya denotan que se está en territorio gélido. Las colinas exhiben su desnudez, mientras que las vegas, repletas de extensos campos de cereales, destacan el matiz ocre que envuelve todo el entorno. Es, lo que se suele decir, un paisaje helador.
Este último, precisamente, tiene el récord del pueblo más frío de España desde que el 17 de diciembre de 1963 registrara la temperatura mínima más baja en un lugar habitado, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología: los 30 grados bajo cero. Sin embargo, Molina de Aragón es el mejor candidato como pueblo más frío de España por sus mínimas de 3 grados y medio bajo cero que tiene de media a lo largo de los meses de invierno, además de las nevadas y heladas que suelen dejar en blanco la belleza de su conjunto histórico. Estas temperatura gélidas lo convierten en uno de los pueblos más singulares de España.
Más allá del posible (o no) atractivo del frío. Un imponente castillo, cuya magnitud aparenta ser superior a la totalidad del pueblo, se revela de manera sorprendente dependiendo del ángulo desde el cual se llegue a Molina de Aragón. Explorar este majestuoso pecio histórico implica sumergirse en su imponente grandeza y contemplar, desde su posición estratégica, las panorámicas de una localidad que se distingue asimismo por su histórico barrio judío y sus pintorescas iglesias.